Propuesta 43 // Reducir el consumo de agua en la agricultura
Al igual que sucede con la ganadería, el sistema agroalimentario español está basado en un modelo de agricultura industrializado que necesita grandes cantidades de recursos, como materiales, agua y energía.
Por criterios de sostenibilidad, la producción agraria debe ser viable teniendo en cuenta no solo las condiciones climatológicas, sino los recursos hídricos, la disponibilidad de agua.
En julio de 2019, en España había 31.591 hectómetros cúbicos (hm3) de agua embalsada, de modo que los embalses estaban al 56,3% de su capacidad. La media de los últimos años es de 39.034 hm3, con una capacidad del 69,6%, lo que supone una bajada importante. La clave es que buena parte de esta agua, casi dos tercios, se destina a la agricultura, al riego. La utilización del agua se debe hacer con criterios racionales.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el volumen de agua de riego utilizado por las explotaciones agrarias ascendió a 14.949 hectómetros cúbicos en 2016, última cifra disponible, similar a la del año 2015. En los años anteriores venía aumentando a un ritmo del 4,1%.
Así las cosas, todas las tecnologías, innovaciones y aplicaciones para controlar riegos, reducir el consumo de agua en los cultivos y aumentar la productividad de las cosechas son medidas muy necesarias: sistemas de riego inteligentes, sistemas de cultivo sostenibles que ayuden al ahorro de agua, a optimizar el riego. Se calcula que el riego en España supone un consumo de energía medio de 0, 34 kWh/m3, considerado el gasto de energía necesario para la captación, tratamiento, transporte y distribución.
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Cerca de dos tercios del agua de los embalses se destina a la agricultura y debe racionalizarse
El Gobierno plantea un incentivo que fomente el ahorro de agua por parte de los regantes
El Ministerio de Transición Ecológica trabaja en un Libro Verde de la Gobernanza del Agua en España (LVGA) en el que sugiere un cambio en la política hidrológica. Este incluye incremento del precio del agua como medida para alcanzar un uso eficiente de este recurso, lo que no ha gustado nada a la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore). La idea del Gobierno es una revisión del régimen económico-financiero y de la fiscalidad para introducir un “incentivo” que fomente el ahorro del agua, ayude a hacer frente a su escasez y permita también avanzar en la recuperación de los costes del agua, de modo que se puedan financiar inversiones que garanticen un buen servicio.
La agricultura industrial que se ha ido implantando a lo largo del siglo pasado ha ido reduciendo la mano de obra necesaria en el sector, que ahora ocupa apenas al 4% de la población española, mientras que la población rural se ha reducido al 25%, según la Fundación Renovables, que promueve labores agrícolas sostenibles adaptadas a la disponibilidad de recursos y a la climatología, una producción cercana al consumo de productos para minimizar la necesidad de transporte y una reducción de costes basada en el uso común de maquinaria y en la concentración parcelaria.