Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Yo sé, y tú también sabrás

Comparte
Pertenece a la revista
Junio 2015 / 3

La tecnología es como el dinero y como tantas otras cosas. En sí misma, ni es buena ni es mala. Puede emplearse para posibilitar lo mejor y también para permitir lo peor. Si Albert Einstein creía que, en los momentos de crisis, sólo la imaginación podía resultar más importante que el conocimiento, en la nueva era de la comunicación en la que vivimos —con la reina Internet en el centro y un entorno de plataformas en red y comunidades de intereses compartidos—, la creatividad y el aprendizaje lo tienen más fácil, al menos en teoría, para confluir y fructificar.


ROMPECABEZAS COLABORATIVO

De pronto, uno puede compartir con el mundo entero aquello que sabe, y hacerlo además desinteresadamente (o por un interés que no sea remunerado). Y uno puede ser una universidad de élite, una institución universitaria pública, un ciudadano trilingüe o un informático altruista. De todo hay en el reino de Internet. Desde cursos online gratuitos, abiertos y masivos que intenten democratizar al máximo el acceso al conocimiento en cualquier parte del mundo hasta el intercambio mutuo de conocimientos, pasando por uno de los aspectos más interesantes: la construcción colaborativa del saber —plasmado en un diccionario, o en una enciclopedia, global o temática— donde cada cual coloca una pieza del rompecabezas más rico posible. 

Todo lo que irrumpe y cambia las reglas asusta. Las propias universidades, por muy embelesadas que quedaran del éxito de los primeros MOOC (Cursos Online Masivos en Abierto, en sus siglas en inglés) llegados de Silicon Valley, y por muy dispuestas a sumarse al carro, como así ha sido, se esmeran en subrayar el carácter complementario —y nunca sustitutivo— de estos programas, que han llegado a calificarse de modas, para evitar su propio fin. Lo mismo sucede en muchas academias de idiomas, aunque entiendan la necesidad de aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar sus recursos pedagógicos. 

La diversidad de niveles de los estudiantes de cursos abiertos masivos desanima a muchos de ellos

El intercambio de idiomas y la construcción de enciclopedias temáticas pueblan Internet

En cualquier caso, entre las asignaturas pendientes de este nuevo mundo destacan la heterogeneidad de conocimientos previos de quienes se apuntan —y que pese a las posibilidades abiertas, se concentran en el primer mundo—, la dificultad de atender a miles de estudiantes y con distintos niveles al mismo tiempo, poder contar con métodos fiables de evaluación y certificación y las consecuencias de todo ello: elevadas tasas de abandono a medio camino y hacer que el modelo sea sostenible.