Todo parece sugerir que nos hallamos inmersos en un momento singular de la historia caracterizado por una dramática inquietud acerca de las expectativas de nuestro futuro. Lo más paradójico, sin embargo, es que a pesar de disponer de toda una vasta masa de conocimiento acumulado, las alternativas a un sistema caducado parecen menos probables que el hundimiento de nuestros entornos sociales y biofísicos.
Por Germán Carrillo García*
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