Sin duda la crisis del coronavirus nos ha recordado que la agricultura es una actividad esencial, pero también nos está mostrando las vulnerabilidades de nuestro abastecimiento alimentario en una economía globalizada atrofiada. Esta crisis nos está indicando la necesidad de rearticular en lo local nuestra economía y en especial nuestra alimentación. Para ello necesitamos repensar críticamente los costes de la orientación exportadora de nuestra agricultura en contra de lo defendido por Tomás García Azcárate el pasado 5 de abril.
Por Marta Soler Montiel*
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