El segurito
PERIPECIAS DE UNA PYME II
Cuando llevas trabajando con los bancos mucho tiempo acabas dominando la jerga de las oficinas. Además, si no cambia demasiado rápido al personal, puedes llegar a hablar con ellos en su mismo lenguaje y hacerte cargo de la presión que tienen para conseguir los resultados que se les requieren desde arriba.
Así, sabrás que a cada sucursal se le exige vender productos de pasivo y relacionados, esto es: depósitos, planes de pensiones, fondos y, en algunas ocasiones, otro tipo de derivados. Por otro lado, también le conminan a comercializar productos de activo: préstamos, descuento de pagarés o cuentas de crédito.
Normalmente, para las PYMES —vamos muy a menudo, por no decir siempre, agobiadas con la tesorería—, cuando necesitamos liquidez, si en la oficina de tu banco o caja te tienen en estima porque eres cumplidor, de vez en cuando te ofrecen algún producto a fin de darte un respiro. El asunto va por campañas. Ahora el Banco Popular te ofrece un ICO, luego LaCaixa te asegura que tiene los retings más interesantes, y el Banco de Santander se presenta con el supercrédito liquidez empresas, 60.000€ en potencia.
Los que nos movemos entre las entidades de crédito con soltura sabemos que estas ofertas hay que aprovecharlas; pero —cuidado— hay que ser prudentes y negociar con ellas porque si no te acaban metiendo el segurito, un producto engañoso con el que exprimen a las PYMES. ¿Y qué es el segurito? El segurito es una forma encubierta de usura, que como toda usura aprovecha la desesperación y la necesidad de la gente, especialmente de las personas poco expertas o no informadas.
Funciona del siguiente modo: acudes al banco para pedir un producto de activo, es decir; un préstamo, una cuenta de crédito o una línea de descuento. A la oficina le da igual para qué quieres el dinero, estudian tus números, comprueban que no estás en ninguna lista de morosos, y te piden un montón de papeles que nadie comprueba si son reales o te los has inventado, como un balance actual. En base al producto que comercialicen ese mes, te dirán que tienes que pedir, por ejemplo, un crédito inversión, y te solicitarán una factura proforma de –por ejemplo- el diseño y puesta en marcha de una página web —para pagar las nóminas es difícil que te concedan un crédito—. Una vez que se autorice la operación, te darán la alegría del año e irás corriendo a contárselo a tu padre —por fin podrás devolverle el dinero que le pediste para pagar la luz y el alquiler de septiembre— y serás citado para el día siguiente en la notaría.
Ya en la notaría, y antes de firmar, el director, compungido, te comentará que tienes que firmar junto con la operación financiera, un seguro —un seguro de vida sería lo lógico— multirriesgo de capitalización inestable con base en el Euribor vietnamita a liquidar cuatrimestralmente —¿perdón?—. El director te explica que no es exactamente un seguro de vida, es mucho más (y tanto que sí: te cuesta 450€ al año durante todos los años de amortización del préstamo).
Calculemos lo que representa el segurito en la operación:
Préstamo de 6.000€ a 3 años con un TAE del 7% |
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Comisión de apertura |
1,50% |
90,00 € |
Interés pagados por 3 años |
7% |
1.260,00 € |
Seguro de vida "multiabuso" |
450€*3 años |
1.350,00 € |
TOTAL Operación |
2.700,00 € |
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TAE Real |
15,00% |
Acabas pagando más del doble de los intereses acordados con el banco. En mi opinión, esto es una forma de usura encubierta.
Según el Diccionario de la RAE, usura es «El interés que se lleva por el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo», y también «El interés excesivo en un préstamo». Es esta segunda acepción la que es tenida en cuenta por el legislador. Según la vigente Ley Azcárate de 23 de julio de 1908 de represión de la usura lo es «todo contrato de préstamo en que se estipule un interés notablemente superior al normal del dinero». Como tal, no existe una tasa de Usura con un porcentaje determinado, sino que se considera usura cuando el interés aplicado es un 50% superior a la media del mercado. Es decir, si el préstamo al consumo de las tarjetas de crédito es de media un 20%, se considerará usura cuando el interés que te pongan sea del 30%.
¿Y qué podemos hacer? Con mucho retraso, la futura directiva europea sobre hipotecas —estos seguritos no afectan tan solo a las empresas—, intentará reducir estas malas prácticas, y quizás consiga que se prohíban las condiciones especiales por vinculación, que es donde abusan de los clientes que no tienen capacidad de negociar.
Mientras tanto, las PYME podemos utilizar diferentes estrategias que ayuden a eliminar estos seguritos. En mi caso, siempre dejo claro que no voy a firmar ningún seguro más allá del obligatorio que solo cubre el fallecimiento y que suele ser de un importe pequeño. A cambio le ofrezco a la entidad bancaria trasladar mis planes de pensiones. Este es un producto de pasivo que agradecen las oficinas y que las pymes podemos ir moviendo de un banco a otro anualmente. También tenemos que contar que una vez a una oficina le han aprobado una operación desde arriba, la posición de poder cambia de bando pudiendo actuar las PYMES como los propios bancos. Es decir, si firmas dentro de una semana y te has comprometido a que el 20% del préstamo concedido lo vas a meter en un fondo de inversión, un día antes de firmar le dices al director del banco que del 20% nada que el 10%. Os garantizo que funciona. Y el placer que siente no tiene parangón. Eso sí, nunca le digáis a vuestro padre que la operación está confirmada, por lo que pueda pasar.