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Una salida justa a la crisis sanitaria

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Los efectos de la pandemia ocasionada por el coronavirus están siendo duros para el conjunto de la población y especialmente dolorosos para muchas personas. Afrontarla desde una perspectiva social y ambientalmente justa es la única salida decente a la que pueden optar los gobiernos en todo el mundo. Porque si hay un paradigma que alcanza más sentido en este momento es el que consagra que las personas, la salud y el planeta son lo primero.

La recuperación tras la crisis sanitaria debe articularse en torno a los principios universales de equidad, justicia social y ambiental; con solidaridad intergeneracional e interterritorial, sin eclipsar ni paralizar la acción frente a otras emergencias para las que el tiempo también apremia. Las consecuencias negativas para la humanidad de la inacción o el retraso en actuar frente a la crisis climática podrían alcanzar una dimensión mayor, si cabe, que la que estamos descubriendo con esta pandemia.

Para Greenpeace la recuperación tras la pandemia debe fundamentarse en cinco principios básicos:

1. El acceso a la salud de todas las personas, con independencia de dónde vivan, es la prioridad. No solo en el momento actual sino en los aprendizajes que se deriven. Sobre los recortes en sanidad y la privatización del sector público se ha escrito mucho estos días y se han aportado todo tipo de datos que ilustran cómo recortar en sectores públicos estratégicos tiene un alto coste económico, además del coste en vidas humanas. 

2. En segundo lugar, los gobiernos tienen que garantizar la estabilidad laboral y el alivio económico necesario para evitar que las personas, trabajadoras y trabajadores, carguen sobre sus espaldas con el coste de la recuperación, como ya ha ocurrido con anterioridad en otras crisis de distinta naturaleza. 

3. También es preciso rescatar a las personas y ayudar a las pequeñas empresas;  en ningún caso a los bancos ni a las grandes empresas que podrán asumir la recuperación reduciendo los grandes beneficios que han obtenido con anterioridad. La estrategia de salida de la crisis de 2008 no puede repetirse. Todavía recordamos el golpe de 2012, cuando el gobierno español solicitó y obtuvo de la Unión Europea un rescate bancario de hasta 100.000 millones de euros que fue utilizado para sanear el sistema financiero español a través del FROB. 

4. Es vital generar y reforzar la resiliencia necesaria para afrontar futuras crisis. Para ello, es fundamental generar trabajos dignos y decentes que ayuden a desarrollar sin retrasos, inmediatamente después de que haya pasado esta crisis, una transición ecológica justa que nos lleve a la descarbonización de la economía con el fin de afrontar con éxito la situación de emergencia climática que vive el planeta y la humanidad. Algunos sectores económicos están aprovechando la actual coyuntura para proponer un paréntesis a los compromisos adquiridos en materia de lucha contra el cambio climático y firmados en el Acuerdo de París. Ya conocemos los costes económicos y sociales de no actuar (o actuar mal), como hemos podido constatar durante 2019 en cada uno de los extremos climáticos vividos en todo el planeta: desde la frecuencia e intensidad de los huracanes hasta las crisis de incendios en Australia, Siberia o la Amazonía, pasando por los efectos repetidos de varios temporales y DANAs en las costas e interior peninsular. Extremos climáticos que sabemos que se repetirán de manera más frecuente e intensa. 

5. Y finalmente, construir un espacio de solidaridad internacional que asfixie el crecimiento sin límites y evite el afianzamiento del autoritarismo como opción política y de gobierno. Es preciso favorecer el intercambio tecnológico y el apoyo financiero entre países. Es inaceptable que se aproveche esta crisis para recortar derechos humanos, derechos civiles fundamentales o para degradar la calidad del espacio democrático que tanto esfuerzo supuso alcanzar a otras generaciones, que tanto esfuerzo está costando a la actual conservarlo y que merecen las generaciones futuras.

 

Foto portada: New York National Guard