A pesar del triunfalismo del Gobierno, el empleo sigue disminuyendo
Economista, miembro de la Asociación Española de Economía del Trabajo y de Economista Frente a la Crisis
Distintos miembros del Gobierno han declarado recientemente que la recuperación y la creación de empleo de la economía española es muy intensa y acusada. Dos ejemplos de ello son las declaraciones de la ministra de empleo y del presidente del Gobierno. La señora Báñez aseguraba el pasado día 14 de abril que "la recuperación va sobre ruedas" y que "España lidera la bajada del desempleo en Europa" y el señor Rajoy, cuando ya se habían publicado los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al primer trimestre de 2014, el día 24 de abril, afirmaba que "Estoy muy contento, las cosas van bien...". Pues no, los citados datos de la EPA no son para estar contentos y menos el presidente del Gobierno que debiera estar muy preocupado, ya que desmienten y ponen en evidencia estas declaraciones, que suponen no solo el desconocimiento de la realidad sino, lo que aún es más grave, la insensibilidad ante el sufrimiento y el malestar de una parte muy importante de la población. Así, la población ocupada ha caído en el primer trimestre en 184.600 personas, hasta situarse en 16.950.600, la cifra más baja desde el cuarto trimestre de 2002 y, si los datos originales se desestacionalizan, para corregirlos del efecto negativo del invierno en el empleo, lo que ocurre es que se interrumpe la ligera mejoría que venía produciéndose desde el segundo trimestre de 2012, descendiendo el empleo desestacionalizado en tasa de variación intertrimestral en el 0,1%, cuando en el cuarto trimestre de 2013 había aumentado un exiguo 0,1%.
Pero es que, además, la escasa reducción trimestral del paro en el primer trimestre de 2014, de 2.300 personas, no se produce porque más personas anteriormente paradas hayan encontrado empleo, ya que, como ya se ha señalado, este ha retrocedido en el trimestre en 184.600 personas, sino que se ha debido a la fuerte reducción de la población activa, de 187.000 personas, mayor, incluso, que el descenso de la población ocupada y la más elevada en un trimestre desde el comienzo de la actual crisis económica. Es decir, el paro disminuye en algo más de dos mil personas no porque se cree empleo, que se destruye, sino porque la población activa se contrae muy notablemente. Por otra parte, el número de personas paradas en el primer trimestre de 2014, casi seis millones (5.933.300), que supera en más de cuatro millones cien mil personas (4,127.100) al número de personas paradas antes del comienzo de la crisis (tercer trimestre de 2007), supone una tasa de paro del 25,9%, dos décimas más que en el trimestre precedente (el cuarto de 2013) y 18 puntos más si se compara con la tasa del 8% anterior al inicio de la crisis económica. Asimismo, la tasa de paro de España, publicada por EUROSTAT correspondiente a marzo es la segunda mayor de toda la Unión Europea, solo superada por Grecia, y multiplica por 2,5 veces la de la media del conjunto del área.
Y, todavía peor, el descenso trimestral del paro de 2.300 personas coexiste con el aumento en el trimestre de 52.900 personas paradas de larga duración (que llevan buscando empleo, al menos, un año) y de 107.600 personas paradas de muy larga duración (que llevan buscando empleo, al menos, dos años), alcanzado las primeras en el primer trimestre de 2014 la cifra de casi 3,7 millones, el 61,6% del paro total, y las segundas la cifra de casi dos millones y medio, el 40,8% del paro total. También coexiste con el descenso trimestral del número de hogares en que todos los miembros activos del hogar están ocupados y el aumento trimestral del número de hogares en que todos los miembros activos están parados, que casi alcanza la cifra de dos millones de hogares (1.978.900), el 15% del total de los hogares con, al menos, un activo. Todas estas cifras son significativas de la tragedia que representa el paro, como problema principal de la sociedad española. Ante esta tragedia y sufrimiento de muchas personas no cabe el triunfalismo de que la recuperación va sobre ruedas ni es comprensible que el presidente del Gobierno diga que está contento porque las cosas van bien.
Tampoco es justificable infravalorar las cifras del empleo de la EPA en comparación con las de las afiliaciones a la Seguridad Social como hizo el presidente de la comunidad autónoma de Madrid, Ignacio González, en una entrevista de la SER el día 2 de mayo. En este sentido, conviene detenernos en la comparación de las diferencias de las variaciones intertrimestrales de estas dos estadísticas en el primer trimestre de 2014, que se pueden comprender principalmente por las discrepancias en cuanto a la naturaleza y el ámbito personal entre la EPA y las afiliaciones. Con cifras medias del trimestre las afiliaciones a la seguridad social también descienden (109.800), aunque menos que el empleo de la EPA (184.600). Este mayor descenso del empleo de la EPA puede explicarse por varias razones: la primera, porque en las afiliaciones solo se considera el empleo regular, mientras que en la EPA también se considera, al menos en parte, el empleo irregular, por lo que la mayor reducción del empleo de la encuesta puede estar indicando que la destrucción del empleo en el trimestre afecta tanto al empleo regular como al irregular; la segunda razón, porque las afiliaciones a la seguridad social no incluyen a los funcionarios adscritos al mutualismo administrativo por lo que esas pueden estar infravalorando el descenso del empleo público al no tener en cuenta la amortización de los empleos que dejan vacantes esos funcionarios como consecuencia de las políticas de austeridad fiscal; y, la tercera, y última razón, porque la evolución del empleo por cuenta propia, que disminuye en el trimestre en la EPA en 19.100, mientras que aumenta en las afiliaciones en 2.600, puede no reflejarse correctamente en los datos de la seguridad social, ya que puede haber trabajadores autónomos que se mantengan como cotizantes y, en cambio, no hayan trabajado en el trimestre.
Si se utilizan las variaciones interanuales de la EPA, en relación con el mismo trimestre del año precedente, en el primer trimestre de 2014 el empleo sigue disminuyendo en 79.600 personas, el 0,5%, aunque eso sí menos que en el cuarto trimestre de 2013, en el que ese descenso interanual ascendía a 204.200 personas, el 1,2%, lo que es significativo de que la tenue recuperación económica todavía es insuficiente para crear empleo neto. Pero, a pesar del mantenimiento del proceso de destrucción de empleo, el paro cae respecto de un año antes en 344.900 personas no, como ocurría en el caso de las variaciones intertrimestrales, porque hayan encontrado empleo esas personas sino porque la población activa ha disminuido mucho más que el empleo, en 424.500 personas en relación con un año antes, es decir, más de cinco veces el retroceso del empleo.
Este sustancial descenso interanual de la población activa (PA=ta*POB de 16 y más años) se explica tanto por el retroceso de la población de 16 y más años en 249.600 personas como por el aumento de la población inactiva en 174.900 personas, lo que implica un descenso de la tasa de actividad en un año desde el 60,2% al 59,5%. Sin embargo, el comportamiento de la población activa nacional (incluyendo la de doble nacionalidad) y el de la población activa extranjera es muy diferente. Mientras que el descenso de la población activa extranjera (-364.000) se explica en su totalidad por la disminución de la población de 16 y más años (-388.200), como consecuencia del retorno a sus países o la emigración a otros países de antiguos inmigrantes, la reducción de la población activa nacional (-60.500), muy inferior, además, a la de la población extranjera, se explica en su totalidad por el aumento de la población inactiva (199.100 personas más), debido tanto al envejecimiento de la población que convierte a una parte importante de la población activa en personas jubiladas como por la desmotivación y el desánimo que el mantenimiento de la destrucción del empleo provoca en la búsqueda de empleo, convirtiendo a personas antes paradas en inactivas.
Y, por último, unas breves consideraciones sobre las variaciones interanuales de distintos componentes del empleo en el primer trimestre de 2014 que hacen más grave aún, si cabe, la evolución negativa de la población ocupada. En cuanto a la distribución sectorial, porque en el primer trimestre de 2014 se produce un importante aumento del empleo agrícola de casi cien mil personas, contrariamente a lo que ocurría un año antes, cuando se producía una notable disminución, por lo que, si se considera solo el empleo no agrario, el descenso supera las ciento setenta mil personas, siendo especialmente elevada la reducción del empleo de la construcción (-123.000) y también el de la industria (-79.900). Y, por otra parte, se acentúa notablemente la precariedad del empleo por el aumento a lo largo de los últimos doce meses del empleo temporal y del empleo a tiempo parcial, mientras que disminuye el empleo indefinido y el empleo a tiempo completo. El aumento en relación con un año antes del empleo asalariado temporal (152.500 ocupados más), en contraste con el descenso del empleo asalariado indefinido (210.000 empleos menos), supone el aumento en un año de la tasa de temporalidad (porcentaje de asalariados con empleo temporal) en 1,2 puntos, desde el 21,9% en el primer trimestre de 2013 hasta el 23,1% en el mismo trimestre de 2014. Mientras que la contracción del empleo a tiempo completo (135.300 empleos menos) unida al aumento, aunque inferior, del empleo a tiempo parcial (56.700 ocupados menos) provoca un avance del porcentaje de ese último tipo de empleo en un año de cuatro,décimas, desde el 15,8% hasta el 16,2%, y, si se considera desde el cuarto trimestre de 2011, el avance asciende a 3,2 puntos porcentuales, que está provocado, entre otras razones, por la flexibilización de la contratación a tiempo parcial a partir de la reforma laboral de principios de 2012.
Por lo tanto, no existen razones para el triunfalismo, ya que el fin de la recesión económica en el segundo trimestre de 2013 y el escaso crecimiento interanual del PIB de los siguientes trimestres no es suficiente para crear empleo, descendiendo tanto en relación con el trimestre precedente como en relación con un año antes, sobre todo en la industria y la construcción, además de que el empleo que queda es cada vez más precario, más temporal que indefinido y más a tiempo parcial que a tiempo completo. Por lo demás, el escasísimo descenso del paro en el trimestre, provocado no por un aumento del empleo sino por un fuerte descenso de la población activa, no es suficiente para que baje la tasa de paro, puesto que aumenta en el trimestre, hasta alcanzar la cifra del 25,9%, además de que se produce un importantísimo aumento del paro de larga duración, hasta situarse en casi tres millones setecientas mil personas y, sobre todo, del paro de muy larga duración, que casi alcanza la cifra de dos millones y medio de personas. En estas condiciones vencer la fase de crisis económica y volver a la situación anterior tanto en el empleo como en el paro va a suponer un esfuerzo de gran magnitud que va durar una gran cantidad de años, aparte de la pérdida de capacidad productiva de la economía española si la población activa sigue disminuyendo a los niveles que lo está haciendo y el empleo es cada vez más precario. Ante estas perspectivas la superación de la situación actual exigiría un cambio radical de la estrategia de política económica, basada hasta ahora exclusivamente en la austeridad y el consiguiente retroceso del gasto público y en la devaluación salarial, estrategia que, además de acentuar la destrucción de empleo, ha provocado un aumento enorme de la desigualdad económica, hasta situar a España en el país más desigual de la UE. Para ello, la política económica se debiera orientar hacia el estímulo de la actividad económica y el crecimiento del empleo, al tiempo que se mejora su calidad y se reduce sustancialmente la precariedad del empleo, se consigue el aumento del poder adquisitivo de los trabajadores,poniendo fin a la estrategia deliberada de devaluación salarial, y se reduce la desigualdad económica.