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32 — REPÚBLICA // Día 13

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Diciembre 2020 / 8

Mañana, 14 de abril, es el aniversario de la proclamación de la Segunda República. Este año en mi distrito, en Barcelona, no podemos celebrar la marcha anual que cada año culmina en la plaza de la República, donde está instalada la bella estatua de Viladomat que conmemoraba el evento. Que la estatua esté en Nou Barris, el distrito más pobre de la ciudad, explica mucho sobre cómo funcionan las instituciones. La estatua estaba en algún almacén municipal y nos la mandaron porque era una zona alejada del centro y sabían que la gente activa del distrito la iba a aceptar con alegría. De haberla reinstalado en su lugar original, en el paseo de Gràcia- Diagonal, seguro que habría habido revuelo.

Que la plaza de la República se llame así es el resultado de una larga campaña de la gente de la Associació de Nou Barris per la República. Costó que se aceptara el nombre. A más de un jerarca municipal le tembló el pulso y se inventó excusas para pararlo. Tuvimos que esperar que el Ayuntamiento estuviera en manos de los comunes para el cambio. En esta historia, los nacionalistas catalanes que ahora tienen todo el tiempo la República en la boca nunca tuvieron, salvo contadas y honrosas excepciones, ningún interés en el tema. 

Entre otras cosas porque lo que une al republicanismo de Nou Barris es sobre todo el ideal de una sociedad democrática, laica, igualitaria, fraternal, libre, culta, abierta. La que mucha gente en el distrito ha tratado de poner en pie. No como una construcción abstracta, sino una cuestión cotidiana que se encarna en reivindicaciones, en acogida a los nuevos y nuevas vecinos, en autogestión cultural, en denuncia de las injusticias. 

No soy fetichista de fórmulas y banderas. Repúblicas y reinos los hay de muchos tipos, aunque nuestra Casa Real trabaja a diario para recordarnos que la monarquía es una institución del pasado feudal. Pero me siento partícipe del republicanismo que se vive en Nou Barris (y seguro que en otros muchos barrios y pueblos): el que antepone la lucha por el bienestar colectivo por encima de banderas e himnos.