19 — INCERTIDUMBRE // Día 1
Hace unos días aceptamos la orden gubernamental de aislarnos. Nos adentramos en una experiencia nueva, excepto para religiosos, que no sabemos ni cuándo ni cómo acabará. Vivimos en un mundo de incertidumbre y pensamos que quienes están al mando tienen un plan claro del camino a seguir.
Demasiadas veces pensamos que los dirigentes políticos y económicos tienen todo pensado. Y por eso nos gustan las historias de conspiraciones, que las cosas ocurren porque alguien ha diseñado un plan. Aún hoy he leído la historia de que todo lo que nos pasa se ha fabricado en un oscuro laboratorio, cuando existe bastante conocimiento de que se trata, una vez más, de un virus surgido de la interrelación entre humanos y otras especies.
Pensamos que los científicos tienen un conocimiento cabal del mundo. Lo que tienen, en el mejor de los casos, es un buen conocimiento de algunas cosas, un trabajo colectivo de aprendizaje y una revisión constante de lo que van conociendo. Pero no son infalibles. Los buenos saben que hay más cosas que desconocen que verdades contrastadas. Se mueven también en la incertidumbre.
La historia de la covid es un ejemplo de todo esto. Cuando se empezó a conocer el problema nadie creía que llegaría a ser tan complicado. Después descubrimos que podía ser grave. Más o menos lo mismo les pasó a los asesores del Gobierno. Los que ahora dicen que habían avisado son especialistas en fabricar mentiras. Son los que durante años han realizado políticas que han debilitado el sistema sanitario, la educación, la investigación científica, los servicios sociales. Y que han dado a ganar mucho dinero a sus amiguetes.
El Gobierno da bandazos y no lo hace todo bien. La situación es tan incierta que es casi imposible acertar siempre. La incertidumbre solo se disipa con cabeza fría, evaluando lo que se hace, revisando los errores. Todo lo contrario de este griterío de enterados que no saben nada y que lo único que buscan es que sus privilegios queden intactos.