24 — TURISMO // Día 6
Viajar, ir de vacaciones, de fin de semana, es una de las actividades con más atractivo social. El primer día que pasé por el banco tras mi jubilación, el director me preguntó si había planificado hacer unos cuantos viajes. Es lo habitual entre la gente que tiene unos ingresos por encima de la subsistencia. Los pobres no viajan. A lo sumo vuelven de vez en cuando a su pueblo o país de origen.
El turismo es otra cosa.
Sabemos que el turismo, en sus diversas variantes —de placer, de negocios, de congresos científicos— puede haber sido uno de los principales diseminadores de la covid-19. El virus ha convertido el turismo en una actividad transmisora de peligro y, al mismo tiempo, mucha gente está añorando salir del encierro para retomar sus costumbres, aunque persisten muchas incógnitas.
El turismo de momento ha quedado muy tocado y habrá que ver si es el principio de una larga enfermedad.
Esta situación tiene una derivada importante. En los últimos años el turismo de masas ha sido el gran motor de la economía española. Tras una burbuja inmobiliaria hemos caído en otra turística. Todos los que hemos criticado esta deriva no solo hemos señalado los efectos negativos de la masificación turística; también el peligro de la hiperespecialización. Ya sabíamos que el turismo gentrifica barrios, acrecenta el efecto invernadero, banaliza el espacio urbano. Ahora podemos descubrir que puede ser el portador de una crisis de enorme profundidad. El virus está realizando una radiografía completa de nuestros males y nuestras debilidades.