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27 — EXTRANJEROS // Día 9

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Diciembre 2020 / 8

Los pasaportes han transformado la política de los países ricos. En tiempos en los que las fronteras se han abierto a los movimientos de mercancías y capitales, las fronteras se han cerrado para las personas sin dinero. Los extranjeros pobres provenientes de países extracomunitarios son vistos como un peligro. Sobre el miedo al extranjero se ha centrado el crecimiento de la extrema derecha. Y este supuesto del peligro de ser invadidos ha servido para justificar políticas inhumanas, como el encarcelamiento en CIES, la brutal acción militar en el Mediterráneo, el trato indecoroso a los demandantes de asilo o de papeles. Son políticas que han tenido su complemento social en prácticas xenófobas y racistas.

Esta crisis está sirviendo para mostrar muchas cosas. 

No está claro que nos vaya a servir de aprendizaje, pero al menos hay que intentarlo. El Gobierno anunció que aceptaría las titulaciones del país de origen para facilitar que extranjeros puedan incorporarse a la sanidad pública. Durante años, extranjeros con estudios no han podido acceder a determinados empleos por un problema de convalidación de títulos. Y ahora, de golpe, les pedimos que se arremanguen. Después ha llegado la noticia de que parte de las cosechas de primavera corren peligro porque la frontera está cerrada y no pueden llegar los habituales de otros años 
(y se alarga el permiso a los que ya están aquí). Alguien pregunta por qué esta tarea no la hace gente de aquí y no se para en analizar las condiciones de trabajo y vivienda que, a menudo, imperan en estos sectores de horticultura intensiva. Como también sabemos que quien está cubriendo gran parte de los cuidados a gente mayor son mujeres extranjeras, muchas sin cobertura legal.

Basta con leer los reportajes sobre los braceros confinados sin agua corriente en la zona del Ejido para entender en qué consiste este trabajo en el campo. Sabemos que una parte de esta población es la más desprotegida, sin acceso a las medidas de apoyo de la población nativa. La mayoría de estas personas, que en muchos casos realizan actividades necesarias, están entre los que más sufren este confinamiento, con miedo. 

Nuestra estructura social está construida sobre una base de cultura imperialista y xenófoba, generadora de muchos sufrimientos. Después nos sorprende el trato de las autoridades holandesas. 

Y nos olvidamos de que Holanda fue también un país colonialista. 

En un sistema imperial no puedes evitar que el que está encima te dé puntapiés.