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29 — CONDICIONES // Día 10

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Diciembre 2020 / 8

Esta semana hemos asistido al rifirrafe europeo para decidir qué tipo de ayuda se concede a los países que van a tener que endeudarse para hacer frente a la crisis sanitaria y sus efectos económicos. Al final la noticia es que se dota un fondo de 540.000 millones de euros. Para alguien no ducho en economía o en cuestiones comunitarias el debate puede resultar esotérico. Si al final llega el dinero, qué más da. Pero la cuestión es más importante de lo que puede parecer a simple vista.

Lo que está en juego es si la gestión de la deuda, inevitable, se va hacer de forma compartida o si cada cual deberá apechugarla por su cuenta. Y, sobre todo, si en algún momento se podrá aplicar a algún país condiciones a cambio de la misma, como ocurrió en la crisis de 2008, cuando a diversos países se les impusieron condiciones draconianas. Grecia fue la peor parada, con recortes a tutiplén, privatizaciones, reformas que han dejado al país exhausto (y después se le ha abandonado cuando ha tenido que recibir una avalancha de refugiados que huían de la guerra siria). Con nosotros no llegaron a tanto pero bueno es recordar que el PSOE y el PP cambiaron la Constitución en 24 horas para incluir un artículo que obliga a priorizar el pago de la deuda por encima de todo. 
Este artículo, en el futuro inmediato, puede dar mucho la lata. 

Lo de las condiciones tiene mucha miga porque estas han sido muy duras con los Estados, con lo colectivo. Pero en los últimos 10 años han fluido billones de euros a las empresas, particularmente al sector financiero, sin que se les impusieran condiciones serias. El que el dinero prestado a los bancos haya fluido más hacia la economía especulativa de las bolsas y la inversión inmobiliaria que hacia las pequeñas empresas y las familias tiene mucho que ver con esta falta de condiciones. Se salvaron bancos y estos vendieron los activos hipotecarios a financieras buitre, que han prolongado los problemas de vivienda. Vale la pena recordarlo porque ahora que volverá a movilizarse una importante cantidad de dinero público hacia el mundo empresarial no podemos dejar que se repita la jugada. Se tiene que ayudar a las empresas que a su vez se comprometan con condiciones básicas, como el mantenimiento del empleo, cumplir las cláusulas sociales y la garantía de que no se desviará a actividades especulativas. Ya va siendo hora de que las condiciones se impongan en beneficio de la comunidad y no por el interés de las élites financieras.