44 — HUMANIDAD // Día 26
Somos el producto de un elaborado proceso de socialización, en el que intervienen diversos actores: familia, escuela, instituciones públicas, religiones, partidos, medios... Todos conspiran para que aceptemos formar parte de alguna tribu y veamos a la gente de otras tribus como inferiores y potencialmente peligrosos. Esta mañana en la Ser un corresponsal comentaba que el Irán de los ayatolás también había decidido suspender ritos religiosos y en caso de necesidad se podía incumplir el ayuno del Ramadán.
Al final, se comportan con la misma racionalidad que tratamos de aplicar aquí para sortear la epidemia: es un ejemplo útil para entender que casi siempre la cultura de la tribu es un estorbo cuando se trata de hacer frente a cuestiones fundamentales.
La gente que se ha dedicado a analizar las necesidades humanas ha destacado que el núcleo es el mismo en todas las culturas y puede resumirse en garantizar las condiciones materiales para la supervivencia y generar reconocimiento e interacción social. También abundan los estudios que indican que la humanidad ha pasado gran parte de su existencia como una especie igualitaria.
La diferenciación social, la creación de culturas, religiones, nacionalismos, rígidas estructuras familiares ha formado parte de la creación de desigualdades en beneficio de determinadas élites. Los que hoy poblamos el planeta somos el producto de esta larga construcción de la desigualdad social. Los ciudadanos del mundo occidental tenemos el deber de reconocer que formamos parte de la tribu que impuso su modelo y sus intereses al conjunto de la humanidad, que despreció a sus semejantes y desarrolló una sofisticada justificación de su expansión imperial. El racismo y la xenofobia que hoy se yerguen de nuevo como amenazas en Europa y EE UU son la peor expresión de esta pesada losa cultural.
Hoy estamos tomando conciencia de que la covid-19 es una de las muchas amenazas que tienen una dimensión global, de humanidad. Que todas ellas (el cambio climático, los paraísos fiscales que socavan derechos, el hambre, las desigualdades…) solo son resolubles si hay una acción colectiva que involucre a todo el planeta y por esto es necesario abominar de todos los que predican el “nosotros solos”. La humanidad está en una situación grave y compleja. Solo una mirada inclusiva, universal, igualitaria puede desarrollar respuestas que aporten soluciones reales.