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70 años de China, sueños y pesadillas

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Noviembre 2019 / 74

Aniversario: Las autoridades chinas, orgullosas de los éxitos desde la refundación del país en 1949 y preocupadas por  la desaceleración.

Celebración el 70 aniversario de la fundación de la República Popular en  la plaza de Tiananmén. Foto: Kremlin.ru

El pasado primero de octubre China conmemoró con gran pompa el 70 aniversario de la fundación de la República Popular. No había para menos. El gigante asiático tiene mucho que celebrar desde 1949, cuando salía de décadas de inestabilidad y guerras y la pobreza afectaba a más del 90% de su población. Pero también tiene motivos para inquietarse por su futuro, ante las dificultades económicas internas y externas que afronta en su afán por convertirse en la mayor potencia del mundo. Es un horizonte que su presidente, Xi Jinping, define como el gran “sueño chino” y que puede acabar siendo una enorme pestadilla. 

Desde la misma tribuna en que Mao proclamara el nacimiento de la Nueva China en 1949 en la plaza de Tiananmen y con sus mismas palabras, Xi exhortó a los chinos a esforzarse para que China se convierta en la nación más poderosa del planeta en el 2049, la fecha en que se celebrará el centenario de la refundación del país. “Nada puede hacer tambalear los cimientos de nuestra gran nación. Nada puede detener a la nación ni al pueblo chino en su progreso”, afirmó con rotundidad el líder con más poder que ha tenido China desde la muerte del Gran Timonel.

Xi exhorta a los chinos a convertirse en la nación más poderosa del mundo

El país debe crecer por encima del 6% para alcanzar sus metas

Razones para festejar los logros obtenidos a lo largo de los últimos 70 años no faltan, aunque han estado jalonados con mucho sacrificio y la muerte de millones de personas, especialmente en los primeros años de la República. Fue una época en la que el fracaso de la campaña del Gran Salto Adelante (1958-61), con la que Mao pretendía situar al país entre las grandes potencias mundiales, provocó la muerte de entre 15 y 45 millones de chinos. Esa etapa que precedió a la Revolución Cultural (1966-76), que se cobró tres millones más de vidas.

 

ECONOMÍA

El Partido Comunista prefiere, sin embargo, esgrimir con orgullo los resultados socioeconómicos. El más sobresaliente es, sin duda, el haber sacado de la pobreza a más de 800 millones de personas, un esfuerzo que el Banco Mundial califica de “notable”.  Esta cifra enorme va acompañada de otra muy significativa como es la evolución de la renta per cápita, que ha pasado de los 20 dólares en 1950 a los 9.900 actuales, progreso que ha permitido duplicar la esperanza de vida de la población, que ha pasado de los 35 a los 77 años.

Y no menos espectacular resulta el desarrollo de las infraestructuras. China inauguró la primera línea de ferrocarril de alta velocidad en 2008 y ahora cuenta con la red más extensa del mundo, con 31.000 kilómetros. Y lo mismo acontece en cuanto a las autopistas: En 1990 solo existía un tramo de 390 kilómetros, que ahora se ha transformado en una red de 132.000 kilómetros. Todos estos datos sirvieron para que la prensa oficial subrayara en los días previos a la conmemoración el protagonismo del Partido Comunista y del liderazgo de Xi Jinping para convertir China en una gran potencia mundial. 

 

TENDENCIA A LA BAJA

Diversos economistas extranjeros no observan con el mismo optimismo el futuro de China. Consideran que su economía está perdiendo fuelle, agravada por la guerra comercial con EE UU y las protestas en Hong Kong. El crecimiento del PIB inició en 2011 una tendencia a la baja que se ha acentuado con los años, lo que aviva la inquietud en la cúpula comunista, que teme que no se alcance el objetivo oficial de un crecimiento medio del 6,5% para los años 2016-2020. Este revés cuestionaría la meta fijada por Xi de que China duplique en 2020 el PIB de 2010 y la población china alcance unos estándares de “sociedad moderadamente próspera”, exitos para los que es preciso que el país crezca por encima del 6% este año y el próximo.

Los expertos auguran un futuro sombrío para el país

Los factores en los que se basa el crecimiento han disminuido

“China convierte lo imposible en posible”, asegura el presidente

El propio primer ministro, Li Keqiang, reconoció en septiembre que será “muy difícil” que el PIB crezca a un ritmo del 6% o aún más alto, teniendo en cuenta las incertidumbres externas y los efectos del conflicto con EE UU. Este diagnóstico lo comparten los expertos de Oxford Economics, Bank of America, Merrill Lynch, Bloomberg y UBS, que han rebajado los pronósticos sobre la expansión de la economía china por debajo del 6% para 2020 y sin expectativas de mejora en los años siguientes, según Bloomberg. De confirmarse estos pronósticos amargarán la celebración del centenario del Partido Comunista en 2021.

Pero los expertos van más allá y auguran un futuro sombrío para el país asiático si no introduce reformas estructurales profundas, ya que todos los factores que propulsaron su desarrollo han desaparecido. “El auge económico de China en las últimas cuatro décadas fue impulsado por una fuerza laboral grande y joven, una rápida urbanización, una inversión en infraestructuras a gran escala, la liberalización del mercado y la globalización. Todos estos factores han disminuido o desaparecido”, dijo el profesor Pei Meixin, director de Estudios Internacionales y Estratégicos en el Claremont McKenna College de California, según el diario South China Morning Post.

El economista jefe del instituto de investigación Nomura, Richard Koo, dibuja un futuro aún más complicado. En su opinión China se enfrenta a una “triple amenaza”, integrada por una población que envejece rápidamente, el reto de superar la trampa de ingresos medios y una hostilidad cada vez mayor de EE UU, que ve peligrar su supremacía. “Es extremadamente raro que una nación afronte este tipo de restricciones demográficas al mismo tiempo que se enfrenta a la trampa de ingresos medios”, señala Koo, para quien “estos dos factores por sí solos ya plantearían un reto enorme para cualquier nación.

A estos obstáculos se añaden otros coyunturales que cuestionan el ritmo de crecimiento chino, como son su alto endeudamiento, del orden del 250% del PIB, su baja productividad y la creciente presencia del sector estatal en la economía.  Y a ello se suma, desde septiembre, un mayor control del partido en el sector privado, como lo revela el anunció de las autoridades de industriosa urbe de Hangzhou de enviar cuadros del partido a 100 empresas de la ciudad, incluido el gigante del comercio electrónico Alibaba y el fabricante de automóviles Geely. Estos factores no contribuyen a despejar el horizonte del gigante asiático.

El futuro de China está por escribir. Hasta ahora el país se ha caracterizado por desmentir los vaticinios más pesimistas de los expertos internacionales. El panorama, sin embargo, cada vez es más sombrío. No obstante, Xi Jinping advirtió en la reciente inauguración del nuevo aeropuerto de Pekín-Daxing, en septiembre pasado, que China “convierte lo imposible en posible” y que “el pueblo chino definitivamente puede y China definitivamente puede (realizar el sueño chino). El tiempo dirá si la sociedad china disfrutará de un dulce sueño o de una pesadilla.