África // Cuando la covid-19 enmascara el hambre
En los países pobres, las medidas sanitarias para controlar la pandemia han relegado la emergencia alimentaria a un segundo plano e incluso la han aumentado. La región africana del Sahel es un desgraciado ejemplo.
“Mejor arriesgarse a coger la covid que morir de hambre”. Es lo que piensan centenares de millones de habitantes de la ciudad y del campo en todo el mundo. Son los que viven al día y han perdido bruscamente sus fuentes de ingresos debido a las medidas sanitarias (prohibición de circular, cierre de los mercados, cuarentenas) que han tomado prácticamente todos los Estados, con su cascada de consecuencias económicas y sociales.
Es el caso de muchas personas en los países desarrollados, donde se ha multiplicado el número de dependientes de la asistencia pública. Y es un fenómeno masivo allí donde las redes de apoyo social son inexistentes o mínimas, donde los Estados disponen de escasa capacidad de intervención y donde se concentran los 820 millones de personas subalimentadas que hay en el mundo, según los últimos datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura...