Atrapar el sol y el viento, más cerca
Desafío: Recorte de primas e ‘impuestos al sol’ aparte, un futuro energético renovable pasa por encontrar modos de almacenar energía, posibles a pequeña escala.
Hoy conviven varias tecnologías para acumular exceso de energía generada cuando no hay actividad. Su complejidad, fiabilidad, volumen y coste impiden plantear un almacenamiento a gran escala, pero no a pequeña.
Cuando alguien pone en marcha, pongamos como ejemplo, una batidora, en algún lugar debe haber un dispositivo que genere exactamente la potencia que se necesita para que funcione. Después, la energía viaja por las redes de transporte y distribución hasta la casa de quien usa el pequeño electrodoméstico. No puede sobrar ni faltar. No se almacena, al menos cuando hablamos de corriente alterna, la que cubre la mayor parte de nuestro uso de energía eléctrica, frente a la corriente continua que produce una pila o una batería.
En el mundo hay un montón de ingenerios, científicos y empresas intentando conseguir que la generación de electricidad no tenga lugar en el mismo instante en el que la demandamos. Mejor dicho, evitar que se pierda.
Las dificultades para almacenar la energía eléctrica —de cualquier origen— son uno de los argumentos más utilizados por los escépticos con la implantación mayoritaria de las energías renovables. El sol y el viento no se agotan nunca y no empeoran el cambio climático, cuya amenaza ya es incontestable para la inmensa mayoría de científicos. Pero, ¿y si amanece nublado o el aire entra en calma? Si sólo hubiera energías de fuentes renovables, ¿podríamos quedarnos con la batidora sin corriente? De ahí que se recurra a una potencia de respaldo —una central de ciclo combinado, con frecuencia— que ayude a ajustar un suministro continuo a una demanda variable.
“Es verdad que la energía eólica o solar son intermitentes y variables, pero sus detractores exageran el problema, que disminuye en buena medida jugando con su complementariedad, ya que sumando energías de distintas procedencias podemos adaptarnos a la demanda”, comenta el economista de la Universidad Rey Juan Carlos y la UNED Ignacio Mauleón, experto en economía de la energía. Si en verano brilla más el sol y tenemos menos viento, en invierno ocurre lo contrario.
Pero Mauleón admite que la combinación es sólo parte de la solución. La clave es almacenar.
Aparte de las fuentes renovables gestionables y almacenables, como el agua y, en el futuro, la geotérmica, existen avances importantes, reconocen los ingenieros consultados. Destaca en esta búsqueda el proyecto Store, que persigue el desarrollo de tecnologías de almacenamiento de energía a gran escala, como el bombeo hidráulico y el aire comprimido en cavernas, para permitir una mayor penetración de las renovables. Cofinanciado por la Unión Europea, en España, concretamente en Canarias, lo gestiona Endesa y en él participa el Centro para el Desarrollo Técnico Industrial (CDTI). Acciona realizó pruebas en una planta en Navarra.
Casar corriente continua y demanda variable
Combinar fuentes distintas palía en parte el problema
Otros sistemas son las sales fundidas (como en la planta Gemosolar, en Andalucía, de Torresol, cuyo tanque de almacenamiento de sales calientes permite una autonomía de generación eléctrica de hasta 15 horas sin aporte solar); el aire comprimido bajo tierra, como la vieja central alemana de Huntorf; el almacenaje mediante un generador de hidrógeno, y las grandes baterías de ion-litio, sodio-azufre y sodio-níquel-cloruro.
El Proyecto Hierro es otro proyecto de autoabastecimiento con renovables, que guarda energía con un sistema hidroeólico. En él participan el Cabildo de El Hierro, el Gobierno de Canarias y Endesa.