Australia: consumidores al poder
Una exitosa campaña dirigida a los bancos y los fondos de pensiones dificulta la financiación de un macroproyecto minero apoyado por el Gobierno.
Protesta de Stop-Adani ante el Ministerio de Medio Ambiente. FOTO: Julian Meehan/CC
El pasado 8 de agosto, representantes de la organización australiana Justicia Medioambiental presentaron una demanda ante un tribunal federal contra el Commonwealth Bank, el mayor banco australiano, en nombre de dos de sus accionistas, Guy and Kim Abrahams, al considerar que su informe de actividad, correspondiente a 2016, no menciona el cambio climático como un riesgo financiero para el negocio bancario tal como recomendó recientemente la Autoridad Bancaria Australiana (APRA). El último informe del APRA considera el cambio climático como una amenaza al conjunto del sistema financiero e insta a las compañías a adaptarse al nuevo escenario.
Es el primer caso en el mundo que se plantea un pleito de estas características contra una entidad financiera que, en opinión de sus demandantes, al no considerar el cambio climático como factor de riesgo en su informe anual, no da una imagen fiel de su situación financiera real y de su rendimiento como exige la Ley de Sociedades Anónimas. “Compramos las acciones de Commonwealth hace veinte años, como una inversión para el futuro de nuestros hijos, que ahora puede estar en peligro”, sostienen los demandantes.
La querella expresa sus reservas ante el posible “riesgo para su reputación” que puede afectar a la entidad bancaria si financia el proyecto de la mina de carbón Carmichael —del grupo hindú Adani— en el estado de Queensland. Esta nueva mina sería la mayor de Australia y llevaría aparejada la construcción de una línea férrea para unirla con el punto de exportación hacia India: la terminal portuaria de Abbot Point, a unos centenares de kilómetros de la gran Barrera de Coral. La respuesta del primer banco australiano a la presión fue inmediata y mediante una declaración aseguró que no se planteaba participar en el proyecto.
Desde hace más de dos años, Stop-Adani, que agrupa a 13 ONG y grupos medioambientales australianos e internacionales —encabezada por el fundador de Los Verdes australianos, Bob Brown—, ha desarrollado una intensa campaña para que los principales bancos mundiales se comprometan a no facilitar fondos para el proyecto. Un total de 44 bancos de todo el mundo (BNP Paribas, Sociedad General de Crédito Agrícola, además de Deutsche Bank, HSBC, Barclays, Royal Bank of Scotland, Morgan Stanley, JP Morgan Chase, Goldmans Sachs y Citi, entre otros), así como la aseguradora Axa, se han distanciado del conglomerado hindú que promueve una obra faraónica para extraer carbón de baja calidad.
Pero la partida se sigue jugando en Australia y aún no está ganada. Los principales bancos australianos, conocidos como Big Four (Commonwealth, West-pac, National Australia Bank y Australia and New Zealand Banking Group), se han distanciado del proyecto por las presiones de grupos de consumidores muy activos, que convocan “jornadas de desinversión” y dan de baja sus cuentas o cortan tarjetas de crédito delante de las cámaras y los medios de comunicación, pero el que plantea financiar el proyecto es el Gobierno federal, mientras que la primera ministra de Queensland, del Partido Laborista, está negociando un acuerdo con el magnate Adani en nombre de la creación de nuevos puestos de trabajo.
DINERO DE LOS IMPOSITORES CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
El inteligente activismo y la incansable militancia de las diversas ONG australianas que luchan contra el cambio climático son los artífices del éxito en aislar al proyecto de Adani de las líneas de financiación bancaria.
Una de estas organizaciones es Market Forces (Fuerzas del Mercado), que con el lema Your money as a force for good (‘Tu dinero como fuerza para hacer el bien’) orienta al consumidor de aquel país sobre cómo interactuar con bancos, fondos de pensiones e instituciones financieras para evitar que sus ahorros vayan a parar a actividades que impulsan el cambio climático y ligadas a inversiones en combustibles fósiles, en particular el carbón. Market Forces forma parte de Bank Track, una ONG internacional con sede en Holanda que se centra en el seguimiento de las actividades de los bancos y de sus inversiones.
Market Forces tiene posibilidades de influir en las decisiones del consumidor australiano gracias en buena medida al sistema de fondos de pensiones de jubilación del país, conocido como supperannuation, que tienen una gran importancia en los mercados financieros australianos.
44 bancos han negado financiación por la presión ciudadana
Market Forces ha desarrollado una intensa campaña difundiendo las entidades con fondos de pensiones que invierten en carbón y combustibles fósiles, instando a los ciudadanos a poner su dinero sólo en las manos de las que se comprometan en la desinversión. En su web se puede comprobar qué bancos tienen inversiones relacionadas con combustibles fósiles y cuáles no y se obtiene ayuda para cambiar el fondo de pensiones hacia entidades respetuosas con el medio ambiente.
MINERÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO
Su intenso activismo encaja a la perfección en el antagonismo del contexto australiano. Por una parte, la aportación de la industria minera al producto interior bruto se estima entre el 7% y el 8% y el país encabeza la lista de uno de los territorios con más reservas de los 22 principales minerales que requiere la industria mundial; es el mayor exportador de carbón del mundo, principalmente hacia India y países del sudeste asiático, y el 85% de la electricidad que se produce a través de este combustible fósil. Otros factores que juegan a favor de una dinámica minera, muy centrada en el carbón y, por tanto, obsoleta, son las puertas giratorias entre las empresas y los dos principales partidos australianos, el liberal y el laborista, con jugosas donaciones para la financiación de sus respectivas campañas electorales, tanto a escala federal como en las regiones. Además de que la minería forma parte del imaginario australiano y está históricamente muy ligada a la épica de la inmigración y de la conquista de una tierra con recursos ilimitados.
Por otra parte, el continente austral es uno de los territorios más afectados por el cambio climático: aumento del nivel del mar, sequías, incendios, lluvias torrenciales y graves oscilaciones térmicas afectan no sólo a la vida de sus habitantes, sino que suponen un grave riesgo para las infraestructuras.
En una comparecencia en el Senado australiano, el 14 de julio de 2017, dentro de la Comisión sobre Implicaciones del Cambio Climático para la Seguridad Nacional de Australia, el ex jefe del Estado Mayor Chris Barrie, junto a reputados científicos, definió el cambio climático como una amenaza para la seguridad nacional comparable a la guerra nuclear y denunció la “falta de liderazgo político” y la dependencia del Ejército del carbón y de los minerales fósiles.