Automóvil // ¿Se puede cooperativizar Nissan?
Ni el Gobierno, ni los trabajadores y trabajadoras, ni la mayor parte del mundo cooperativo piensan que sea posible hacerlo en una empresa como Nissan.
“Es una locura, sí”, admite Miquel Miró, quien ha sido director del Grup d'Inversors Cooperatius y de la Fundació Seira, que gestiona los fondos de la antigua Ecotecnia (hoy parte de una multinacional). “Pero vale la pena quizás reflexionar y hacer un debate, o provocarlo. Por empezar, el modelo de cooperativismo que se impulsa políticamente en Cataluña está en torno a la cooperativa social y solidaria, de servicios y sin ánimo de lucro".
El gran problema es que son empresas intensivas en mano de obra, pero que requieren muy poco capital. Al contrario de la industria, que exige un desembolso de capital importante.
El cooperativismo en Cataluña no lo tiene resuelto. Tal vez, se podría pensar en torno al grupo Mondragón y el País Vasco, con su tejido industrial. Para Miró, por supuesto, hay otros problemas que impedirían esta cooperativización, como la falta de capital y las dificultades para conseguirlo.
Pero ni siquiera desde el País Vasco se atreverían con semejante proyecto de envergadura. Juan Mari Conxa, quien fue secretario técnico de la División de Construcción de la Corporación Mondragón y presidente de la Federación de Cooperativas de Euskadi, apunta: “es imposible por una razón: aparte de ser cooperativa, tiene que tener un proyecto con un producto propio y clientes, pero aquí el tema fundamental es que Nissan tiene todos los medios, las patentes, la tecnología, etc. Si fueran piezas para una empresa es distinto, pero hacer el vehículo es absolutamente imposible. Eso sin tomar en cuenta las inversiones. ¿Quién va a financiarlo? Mondragón sería incapaz. Podría hacer la carrocería, unos talleres. Otra cosa no tiene ningún sentido. Aquí en Vitoria está la Mercedes, y el día en que digan 'se cierra la fábrica' se va a cerrar”.
“Es un volumen de trabajadores importantísimo y no hay ninguna experiencia que permita que tal volumen de trabajadores pase de una situación a la otra”, añade Juan Antonio Pedreño, presidente de la Confederación Española de Empresas de Economía Social (CEPES). Además, Nissan no quiere continuar. ¿Qué van a producir los trabajadores a partir de ahora? Y aparte, ya en general, desde el punto de vista legislativo, España no facilita las transmisiones. Necesitamos una modificación de ley concursal”.
Un proceso complejo
Desde la Generalitat, Josep Vidal, director general de Economía Social de la Generalitat, está de acuerdo con Pedreño, y opina que se trata de "un proceso complejo, pensado principalmente para dar relieve a los casos de jubilación empresarial o por decisión empresarial de no dar continuidad al negocio por una falta de viabilidad u otros supuestos. Es un proceso largo y de consensos, que requiere en primer lugar la voluntad de los trabajadores, o una parte importante de estos. No creo, pues, que podamos hablar de la cooperativización de Nissan, ya que se trata de una empresa multinacional que decide unilateralmente cambiar de emplazamiento sus centros de producción, lo cual, no permite a sus trabajadores asumir, en forma cooperativa , el control y los medios de producción de la empresa”.
Sobre todo, los mismos trabajadores no creen que esta sea una opción. Jordi Carmona, representante de UGT para Nissan, ni se lo plantea, aunque sí cree que existe el know how en el equipo de trabajo. “Cuando ha habido producto, nuestra planta ha sido una de las más competitivas en todo el mundo. Hay muchos factores que posibilitan proyectos industriales para la planta. Pero esto requiere mucho dinero. Y quien tiene que participar es el Estado, poniendo un control sobre las empresas, como hacen en Francia y en Alemania”. Existe desde hace años una alianza entre Nissan, Renault y Mitsubishi, y la propuesta es que dentro de esa alianza se pueda fabricar un vehículo privado con participación del Estado.
Javier Pacheco, secretario general de Comisiones Obreras de Cataluña, está de acuerdo en que cooperativizar es una locura que no llevaría a ningún lado. Añade: “esa operación en un sector y un tamaño como el de Nissan no es viable. Nissan tiene totalmente copado el mercado”.
10 años sin equilibrio
“La crisis de Nissan viene de 10 años atrás, desde 2009, cuando pasó por una crisis muy fuerte. Se tomaron medidas, compromisos de inversión por parte de la empresa y apoyo público entre la Generalitat”, explica Raúl Blanco, secretario general de Industria y Pymes. “Se dieron unos 120 millones de ayuda, inversiones, pero después no pasó nada más. Los gobiernos hemos intentado, junto con la empresa, trabajar en un plan de competitividad, pero la han ido vaciando y ya solo tenían un 20% de capacidad. Ahora dicen que la planta no es productiva. Lógicamente no lo es si la vacías.
Nunca en la historia de España se ha cooperativizado una empresa tan grande
El Estado acepta ayudar a todo el sector del automóvil para la reconversión a un modelo sostenible
La participación del Estado puede tener sentido en una óptica de un Estado emprendedor, transformador para todo el sector de la automoción. Para Blanco, el problema es: “no tenemos tradición cooperativista para proyectos tan grandes. Estamos hablando de valores por encima de los 400 millones de euros. Hace falta capital privado y puede haber apoyo público. Pero hay un elemento de velocidad, de desarrollo tecnológico, de cadena global de valor que muy difícilmente una cooperativa local podría suplir. Esta es una crisis antigua, arrastrada, pero lo que es una desvergüenza es que esta empresa envíe a la calle a 2.500 familias y 25.000 indirectamente en plena pandemia”.
Desde la Federació de Cooperatives de Treball de Catalunya apuntan que si no se puede cooperativizar Nissan es porque todo el modelo productivo está dado vuelta. Jaume Oller, integrante de su consejo rector, opina: “el caso Nissan y la industria del automóvil en general son un claro ejemplo de mercantilización de la economía, donde las personas son simples recursos y el capital y el beneficio las únicas variables de decisión. Es. por tanto. la antítesis del modelo cooperativo. Ante este escenario, ¿es el cooperativismo una alternativa real? Evidentemente que puede ser una alternativa si de forma planificada y consensuada por poderes públicos y sociales, hacemos una apuesta por la cooperativización y el arraigo de la industria en nuestro país. Una apuesta por democratizar la economía y desmercantilizarla en gran medida, sin que ello deba suponer hacerla menos eficiente ni competitiva, al contrario, simplemente transformarla y empoderar a las trabajadoras”.