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Contaminación digital: gestos que salvan

Por A. R.
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Septiembre 2016 / 39

Internet: Teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores... La huella ecológica de la Red es cualquier cosa menos virtual y es posible y urgente reducirla.

Móviles viejos amontonados. FOTO: ANDREA BOSCH

A diario, 3.000 millones de internautas encienden 9.000 millones de terminales y otros dispositivos conectados a Internet. Tienen acceso a 1.000 millones de sitios web y utilizan 44 millones de servidores y unos cuantos miles de centros de datos. “El impacto de este sistema está ligado a su consumo de energía, pero también, y sobre todo, a la energía y a los recursos que se emplean para fabricar nuestros teléfonos inteligentes y nuestros ordenadores”, señala Frédéric Bordage, fundador de GreenT.fr, quien estima que, en conjunto, este sistema genera un volumen de gas de efecto invernadero equivalente a dos veces el que genera Francia entera. “Y no hay que olvidar los otros impactos ligados a la extracción de metales o al vertido salvaje de residuos”.

GreenT.fr es una firma especializada en aconsejar a las empresas sobre cómo reducir el impacto ecológico de lo digital.  Y guía al lector con una serie de gestos responsables que pueden adoptarse en casa y en el trabajo para conseguirlo: 

1. Prolongar la vida de los equipos

Todos los análisis sobre el ciclo de vida de un producto (“de la cuna a la tumba”) muestran que la huella ecológica en el caso de un artículo informático se concentra en su fabricación. La fabricación de un ordenador portátil de 14 pulgadas genera alrededor de 200 gramos de gas de efecto invernadero, mientras que su uso durante un año emite entre 2 y 4 gramos. Su huella será, pues, mayor cuanto mayor sea la frecuencia con que lo renovemos, y a la inversa. 

2. Luchar contra la obesidad digital

Uno de los mayores obstáculos para prolongar la vida del ordenador es que éste empieza a  renquear cuando envejece. El hecho de que lo haga es normal porque las nuevas versiones de los sistemas y de las aplicaciones son cada vez más complejas y, por tanto, se comen más memoria viva, más potencia y más energía. Hay, pues, que evitar en lo posible descargar esos software obesos. Por el contrario, es imposible evitar descargar las páginas web, que hoy tienen tres o cuatro veces más bytes que, pongamos, en 2010, debido, sobre todo, a la multiplicación de imágenes. De ahí el desafío al que se enfrentan editores y ecodiseñadores de sitios web digitalmente sobrios. 

Lo que es una auténtica barbarie ecológica es la nube, donde se almacenan las fotos familiares: ¡transportar una sola vez un dato consume tanta energía como almacenarlo un año! Es más: cuando un dato se transporta a través de 4G, necesita 23 veces más energía que por ADSL. Finalmente, es absurdo activar la web para ver la televisión (por ADSL) si tenemos televisión digital terrestre.

3. Imprimir menos

Para fabricar una hoja de papel  tamaño A4 se necesita una media de cuatro litros de agua y muchos productos químicos (como el cloro, necesario para blanquear la pasta de papel), energía y madera. Es, pues, preferible no imprimir una hoja de papel si no es absolutamente necesario. Y, en caso de tener que hacerlo, imprimirlo siempre por las dos caras si es posible.

4. Gestionar la muerte del propio equipo

Se calcula que menos de la mitad de los equipos que se recogen se descontaminan y reciclan de forma correcta. El grueso de equipos entra a formar parte del tráfico de residuos electrónicos. De ahí la importancia de llevar los aparatos que ya no funcionan a puntos de recogida fiables.

5. Desenchufarlo todo

Aunque la parte más importante del impacto de la Red se halla en la fabricación de los equipos, no es una razón para derrochar energía. En los grandes centros de datos y también en casa de los usuarios particulares, no hay que olvidar apagar los equipos al marcharse.