Contra la gentrificación // Reforzar la economía de los barrios
Barcelona despliega distintas iniciativas para combatir el monocultivo de la restauración y el turismo masivo y promover la actividad económica local.
Gala Secanella y Marta Olivella pasaron el año 2020 dándole vueltas a su sueño de montar su propia clínica veterinaria. No querían abrir un consultorio donde poner vacunas y vender piensos, sino un centro con espacio suficiente para separar los cuidados para perros y los cuidados para gatos, equipado con quirófanos y la maquinaria necesaria para poder realizar radiografías y otras pruebas. “Teníamos la energía para intentarlo, pese a la gran competencia. Veníamos de un hospital veterinario, queríamos nivel”, explica Secanella. Les faltaba parte del dinero.
Veterinari del Clínic abrió sus puertas hace unos pocos meses, tras optar a las ayudas, y conseguirlas, del programa Impulsem el que fas, una de las distintas iniciativas mediante las que Barcelona intenta hacer más tupido el tejido económico local; en este caso concreto, para abrir locales en planta baja. “El Ayuntamiento pone hasta el 80% de la inversión. Necesitábamos más de 60.000 euros, pero realmente fue gratificante poder disponer de este apoyo”, dice Secanella.
La alimentación y el turismo sostenibles, el fomento del empleo de calidad en el barrio y la innovación socioeconómica son algunos de los objetivos de un programa que va por su sexta convocatoria y ha apoyado con 13 millones de euros 576 proyectos en la ciudad, 22 de los cuales en 2021. “Queremos asegurar que los barrios dispongan de servicios prestados por actores arraigados en el territorio, reforzar la economía de proximidad”, explica Álvaro Porro, comisionado de Economía Social, Desarrollo local y Política Alimentaria.
Más economía social
Una de sus prioridades es también la promoción y consolidación de iniciativas de la economía social y solidaria, que dispone, además, de ayudas específicas. Fruto de este segundo programa, Enfortim, se ha puesto en marcha el primer supermercado cooperativo de la ciudad, Food Coop, con más de 450 personas socias. Desde 2017, de este programa se han beneficiado 725 proyectos, por un importe total de 5,01 millones de euros.
Proyectos sociales
Los proyectos sociales lo tienen menos fácil en las ciudades. “Es el triple de difícil encontrar un espacio asequible o que el Ayuntamiento te ceda uno, como sí puede suceder en un pueblo”, señala Maria Teresa Aguilà i Planelles, secretaria del Patronato de la Fundación 1957 Pro Personas con diversidad funcional.
Sabe de qué habla: a la entidad le costó lo suyo encontrar un espacio donde ubicar un centro ocupacional para jóvenes con alguna discapacidad intelectual que creara servicios complementarios a la escuela de la propia fundación. El que habían abierto en el barrio de Les Corts, Centro Ocupacional Paideia, pronto quedó pequeño. Cuando por fin familias y profesionales de la fundación encontraron un antiguo almacén en el barrio de Sant Antoni, se les había adelantado un empresario cuyo proyecto consistía en combinar galería de arte y gastronomía. Ganaron la batalla cuando, al retrasarse los trámites por parte de los vendedores, el comprador inicial no pudo cerrar la operación antes de que entrara en vigor la normativa que regula cuántos y qué tipo de negocios pueden instalarse en los distintas zonas de la ciudad. Ya no podían concederse más licencias de restauración.
Los planes de usos y las supermanzanas otra de las vías mediante las que el Ayuntamiento intenta preservar la identidad de distintas zonas de la ciudad y el equilibrio entre diferentes tipos de negocios, para eludir el monocultivo de restauración y turismo. El último plan, en el distrito del Eixample. Casi un tercio de los locales de restauración y degustación de la ciudad se concentran en este distrito.
“Nuestra actividad se benefició del Plan de Usos de Sant Antoni. Pero, además de generar empleo en el barrio, ofrecemos un servicio social”, reivindica Aguilà i Planelles.