Covid-19 // El Sur también puede fabricar vacunas

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Marzo 2022 / 100

Un centenar de industrias de África y Asia tienen los conocimientos necesarios para fabricar más dosis y acelerar la vacunación mundial.

Es un nuevo argumento de peso a favor de la liberalización de las patentes. Mientras la petición de India y Suráfrica de que se liberen temporalmente las licencias de las vacunas contra la covid-19 sigue siendo letra muerta, un estudio de las ONG Human Rights Watch y Médicos sin Fronteras (MSF)  demuestra que más de un centenar de industriales en los países del Sur poseen todas las competencias necesarias para producir más dosis y optimizar, así, la vacunación mundial.

“La vacuna de ARN mensajero es más fácil de transferir a otros fabricantes que las de las tecnologías precedentes”, Achal Prabhala (AccessIBSA) y Alain Alsalhani (Médicos sin Fronteras)

Recordemos: mientras el porcentaje de vacunación es superior al 80% en España, del 75% en Francia y del 70% de media en Europa, menos de un africano de cada diez había recibido dos dosis a mediados de enero. Y el porcentaje de vacunación en países como Suráfrica, Birmania, Irak y Georgia es inferior al 30%. Como señala el estudio, “El 74% de las vacunas distribuidas [en 2021] han ido a países de renta alta o superior a la media, mientras que menos del 1% lo ha hecho a países de renta baja”.

Esta estrategia deteriora la protección del conjunto de la población mundial. En las regiones en las que el suministro de dosis ha sido menor, el virus puede circular sin cortapisas favoreciendo la aparición de nuevas variantes, potencialmente más resistentes a las vacunas. Ello pone en peligro las zonas más protegidas, como ha demostrado la ola ómicron. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva dos años diciéndolo: la lucha contra una pandemia se lleva a cabo a escala mundial.

Freno a la inmunidad colectiva

Para acelerar la vacunación mundial y evitar que los países ricos se apropien de las dosis, hay que producir estas a nivel local y dispensar más a los países del Sur. Los que piden la liberalización temporal de las patentes consideran que los países ricos frenan el aumento de producción debido al monopolio que los derechos de propiedad intelectual otorgan durante 20 años. Los laboratorios farmacéuticos responden que dicha liberalización sería inútil e incluso contraproducente, pues el problema para producir más dosis no reside en la exclusividad de los derechos de propiedad intelectual, sino en el saber hacerlas. En otras palabras: que una receta de cocina complicada no sirve de nada si no se tiene una formación de cocinero.

 Alumnas de un colegio de Burkina Faso.
Foto: UE 2021/Olympia de Maismon

Y se defienden subrayando las transferencias de tecnología que ya están llevando a cabo. BioNTech/Pfizer y Moderna han firmado numerosos contratos con empresas del sector para aumentar su respectiva capacidad de producción, por ejemplo, con la francesa Sanofi y la suiza Novartis, que envasan la vacuna en sus fábricas. Pero se trata casi exclusivamente de socios de países ricos, de Europa y Estados Unidos. ¿Acaso el resto del planeta carece de la competencia e instalaciones para producir dosis y no tiene más remedio que depender de la solidaridad internacional para vacunar a su población?

Tan competentes como el Norte

En absoluto, responden los autores de dicho estudio. En el centro del problema está la tecnología de ARN mensajero (ARNm) que se ha impuesto hasta llegar a constituir casi una especie de duopolio. “A diferencia de las antiguas tecnologías basadas en las células, las vacunas de ARNm se fabrican mediante procesos más bioquímicos que biológicos. Ello simplifica el proceso de producción y hace que sea más fácil transferir la vacuna a otros fabricantes”, afirman Achal Prabhala, coordinador del proyecto AccessIBSA, y Alain Alsalhani, especialista en vacunas de la campaña de acceso a los medicamentos esenciales de Médicos sin Fronteras. Un ejemplo: “Para producir un lote de los componentes farmacéuticos de la vacuna Pfizer/BioNTech se necesitan de tres a siete días, frente a un mes para la de AstraZeneca”, explican.

Por ello, las empresas farmacéuticas que fabrican inyectables estériles pueden ponerse a producir ARNm, ya que el proceso es similar, como muestra un estudio del Imperial College London y de MSF citado por dichos autores. Estos últimos han elaborado una lista de las empresas que tienen ese tipo de actividad y que cuentan con un certificado de calidad que las autoriza a exportar productos farmacéuticos estériles hacia la Unión Europea. Hay 120 industriales en Asia, África y América latina que responden a las exigencias técnicas y de normas de calidad que permiten producir la vacuna con ARNm.

“Si una empresa en España, como Rovi, que produce inyectables estériles y no tiene experiencia en la fabricación de medicamentos biológicos ni vacunas, puede producir dosis para Moderna, no hay ninguna razón para que una empresa de perfil similar instalada en Marruecos, Suráfrica, Brasil, India o Bangladesh no pueda hacer lo mismo”, dicen los autores.

Mantener el monopolio

Esa es la razón por la que la petición de liberalización de patentes emana de países como India y Suráfrica con competencia en esta materia. Si laboratorios como Moderna y Pfizer frenan hasta ahora la ampliación de sus socios es para limitar y supervisar la difusión de una tecnología que ellos controlan y que es fuente de un mercado importante y prometedor. 

74% de las vacunas distribuidas en 2021fueron a países de renta alta o superior a la media. Solo el 1% llegaron a países de renta baja

En efecto, cuando  las empresas farmacéuticas delegan parte de la producción en terceros transfiriendo la tecnología y el saber hacer, lo hacen “casi exclusivamente sobre segmentos muy específicos del proceso de producción, de modo que sus socios solo controlan una parte de la producción y no tienen una visión global del conjunto del proceso, que permanece, así, bajo el control de Pfizer o Moderna”, explica el sociólogo experto en sanidad Maurice Cassier. Es el caso de Sanofi, que se contenta con embotellar las dosis a pesar de que este gigante mundial tiene la competencia y la infraestructura necesarias para hacer mucho más.

La desigualdad en el programa de vacunación mundial es también un reflejo de la concentración del poder económico.