Covid-19 // El virus sigue dando lecciones
La variante ómicron se extiende por el mundo con una rapidez que hace rememorar la primera oleada de contagios.
Dos años después de que China anunciara la existencia del nuevo coronavirus, tras 275 millones de contagios y más de 5 millones de muertes oficialmente registradas, cuando ya se han puesto más dosis de vacunas que habitantes tiene la Tierra, el SARS-CoV-2 aún ha sido capaz de dar una gran sorpresa.
La aceleración de los contagios de covid-19 que se produce en cuanto aparece ómicron, la nueva variante del virus, está dejando estupefactos a quienes siguen de cerca la pandemia, porque se produce en entornos con altos porcentajes de población inmunizada. Cuando llega a un nuevo territorio, los casos de ómicron se duplican cada dos o tres días. Medida al mismo tiempo y en un mismo espacio geográfico, su capacidad de contagiar multiplica por tres o por cuatro la de la variante anterior, delta.
El concepto ‘crecimiento exponencial’, que la población tuvo que aprender a principios de 2020 confinada y angustiada, vuelve al primer plano. Se vuelve a recordar que es muy distinto que 100 infectados contagien a otros 100 a que transmitan el virus a 200. En el primer caso, tras cinco ciclos de infección siguen siendo 100 los nuevos contagiados, mientras que en el segundo caso son 3.200. Y tras 10 ciclos, en el segundo caso son ya más de 100.000 los nuevos contagiados. ¡Las infecciones se multiplican por 1.000 con solo 10 duplicaciones!
A ómicron le cuesta romper la barrera de las células T
Las autoridades no consideran necesaria, por ahora, una vacuna específica
Sudáfrica fue el país que alertó sobre la existencia de la nueva variante el 24 de noviembre y, al mismo tiempo que han ido dando cuenta de la aceleración de los contagios, sus autoridades sanitarias han apuntado desde el principio que la cantidad de hospitalizaciones era menor que la de anteriores oleadas de la pandemia. El 17 de diciembre, el ministro de Sanidad sudafricano concretó en cifras esa apreciación: mientras que en la segunda semana de la oleada anterior (impulsada por la variante delta) fueron hospitalizados el 19% de los infectados identificados, en el mismo periodo de la oleada de ómicron los hospitalizados han sido el 1,7%, 10 veces menos. “Somos cautamente optimistas respecto a que las muertes y los casos de enfermedad grave seguirán siendo bajos en la ola actual”, apuntó el responsable para África de la Organización Mundial de la Salud.
Una mayor capacidad de contagio (evidente) se opone a una menor virulencia (aún no demostrada). La evolución de la pandemia dependerá de dónde se establezca el equilibrio entre ambas características del virus. Con lo que se sabe no puede resolverse todavía esa incógnita, pero la nueva versión sí ha hecho aflorar algunas realidades que vale la pena exponer. Veamos tres de las lecciones que aporta ómicron.
El uso de mascarillas en las calles es de nuevo obligatorio. Fotografía: Paula Jaume
1.- Millones de contagios no se cuentan
La menor proporción de hospitalizaciones con relación a los contagios, que también se aprecia en la expansión de ómicron en varios países de Europa, incluida España, puede deberse a varias causas, pero una de ellas es, con seguridad, que una gran parte de la población está inmunizada. Como en Sudáfrica el porcentaje de vacunados es relativamente bajo, una cifra elevada de inmunizados solo puede tener una causa: el virus ha contagiado a lo largo de los dos años de pandemia a muchas más personas que las que muestran las cifras oficiales.
Las infecciones registradas en ese país desde el inicio de la pandemia hasta el momento de detectarse ómicron alcanzaban al 5% de la población (unos tres millones de personas) y los vacunados con al menos una dosis eran el 28%. El máximo de personas con cierto grado de inmunización, por tanto, no podía en teoría sobrepasar el 33%. Sin embargo, un estudio serológico difundido a mediados de diciembre y efectuado en la provincia de Gauteng (que reúne a la cuarta parte de la población sudafricana) concluía que el 72% de sus habitantes tenían anticuerpos del SARS-CoV-2. Es una diferencia de casi el 40% que, de extrapolarse a todo el país, supondría que los 3 millones de infectados habría que multiplicarlos por 8 o 9 para estimar la cifra real, un mínimo de 24 de los 60 millones de surafricanos.
La gran distancia entre las cifras oficiales y las estimadas como reales se constata también en el número de fallecimientos: se han notificado en Sudáfrica 90.000 decesos de enfermos de covid, mientras que el exceso de muertes producido durante la pandemia es entre 230.000 y 250.000, según el modelo desarrollado por The Economist, casi el triple. Cuando ese modelo se aplica al conjunto del continente africano, las diferencias son mucho mayores: la cifra oficial de muertos es de 226.000, mientras que la revista estima que el exceso de fallecimientos más probable es de 2,19 millones, casi 10 veces más.
La enorme infraestimación oficial de las muertes y, por extensión, de los contagios en el continente africano es un factor importante para valorar la futura evolución de la pandemia.
2.- Así se esquivan las vacunas
La explosiva expansión actual del virus se debe a un aumento de su capacidad de contagiar, como ya sucedió con las variantes alfa y delta, pero tambén es la consecuencia de que ha aprendido a esquivar la acción de las vacunas, lo que supone un salto importante. La primera barrera que interpone ante el virus un organismo previamente contagiado o vacunado es la de los anticuerpos neutralizantes, que ómicron tiene más capacidad de eludir, según se ha constatado en varios ensayos de laboratorio. Pese a los cambios, sin embargo, el virus sigue teniendo muchas dificultades para superar la barrera que despliegan las celulas T y causar una enfermedad grave.
Los previamente contagiados y vacunados, por tanto, siguen teniendo una protección alta frente a la enfermedad grave, aunque las posibilidades de contagio aumentan mucho con ómicron. Según diversos ensayos, para restaurar una alta protección frente a las infecciones, es preciso vacunar a los que han pasado la enfermedad y poner la dosis de refuerzo a los vacunados. De momento, las autoridades sanitarias no consideran necesario el desarrollo de vacunas específicas para ómicron.
Una investigación efectuada por el virólogo Michael Chan, de la Universidad de Hong Kong, puede ayudar a entender la situación. Ha observado que la nueva variante se multiplica en las vías respiratorias altas 70 veces más rápido que la variante delta, pero es 10 veces menos eficaz en los pulmones. Esas características son coherentes con el observado desbordamiento de los contagios y el reducido número de neumonías potencialmente mortales.
Ya sea porque el virus es menos agresivo, porque la protección de las vacunas frente a la enfermedad grave sigue ahí o por ambos motivos a la vez, el porcentaje de contagios que se traducen en hospitalizaciones y muertes es más bajo que en anteriores oleadas, pero como las infecciones crecen de manera desmesurada la alarma está justificada. En palabras de Maria Van Kerkhove, responsable del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, “si tenemos más casos significa que habrá más ingresos, y si los sistemas de salud están saturados, la gente morirá porque no recibirá el tratamiento que necesita”.
3.- La desigualdad extrema sale cara
Con medio centenar de mutaciones, algunas de ellas inéditas, ómicron ha sorprendido a los virólogos porque no entronca en el árbol evolutivo de alguna de las variantes anteriores y parece derivar directamente de la versión original del virus detectado en Wuhan. Esta característica singular hace que su origen sea motivo de debate. Una hipótesis es que el virus ha evolucionado durante meses en el organismo de algún enfermo inmunodeprimido y ha regresado al mundo exterior muy cambiado. Otra es que infectó a alguna otra especie de mamífero, evolucionó en él y ahora ha vuelto a los humanos muy modificado.
Durante meses, ante la evidencia de que los países ricos acaparan las vacunas mientras que algunos países del África subsahariana han inmunizado a un porcentaje ínfimo de la población, se ha repetido hasta la saciedad que interesaba enviar vacunas a los países pobres porque podía surgir en ellos una variante que reavivara la pandemia. “No estaremos seguros hasta que todos estemos seguros”, ha sido la frase estándar. Si se confirmara la primera hipótesis citada, no habría sido la falta de vacunación el origen de la variante que atemoriza al mundo, sino una manifestación aún más profunda de la pobreza: el abandono de enfermos graves a su suerte.
Ómicron puede traer más contagios, pero menos muertes
Aún quedan letras en el alfabeto griego para volver a sorprendernos
Un grupo de investigadores sudafricanos implicados en la detección de ómicron publicó en Nature el 1 de diciembre un comentario sobre la peligrosidad añadida que tiene para los enfermos de sida contagiarse de covid y ofrecía este dato: de los 37,7 millones de personas infectadas en todo el mundo por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), unos 8 millones no están recibiendo tratamiento con antirretrovirales y viven en el África subsahariana. Son muchos millones de personas con el sistema inmunitario seriamente dañado en los que una infección de covid puede prolongarse durante meses, mientras que entre la población general dura una media de dos semanas. Los investigadores sudafricanos precisaban que ellos mismos habián hecho el seguimiento de un enfermo grave de VIH en cuyo organismo la covid persistió más de medio año. Sucesivas secuenciaciones del virus permitieron observar su evolución y cómo emergían distintas mutaciones.
Haya evolucionado ómicron realmente en el cuerpo de un enfermo inmunodeprimido o en otra especie animal, permitir que ocho millones de personas avancen sin tratamiento hacia una muerte segura convertidas en incubadoras de virus potencialmente peligrosos no es solo éticamente reprobable, también es una gran estupidez.
Administración de vacunas a cargo de la Unión Africana en Mogadiscio (Somalia). Fotografía: Francisco Avia
La pregunta clave: ¿Se acelera el final?
Tal como está arrancando, la oleada de ómicron puede ser la que más contagios produzca, aunque el número de muertes sea menor que en anteriores embates. Sumado su impacto y el de las campañas de vacunación, serán pocos los habitantes del planeta que en los próximos meses carezcan de algún tipo de inmunización. ¿Está acelerando la nueva variante la conversión de la covid en una enfermedad endémica? Parece que sí, pero todavía quedan letras del alfabeto griego para volver a sorprender.