El aceite más malvado
Abusos a los derechos humanos y deforestación están detrás del 50% de los productos del supermercado y del 75% de agrocombustibles de aceite de palma.
Trabajadores recogiendo aceite de palma en Chumporn, Tailandia. FOTO: KAMPEE PATISENA
Los grandes titulares que se han visto en los últimos meses sobre lo perjudicial de consumir aceite de palma ponen énfasis en los efectos nocivos para la salud. Bollería industrial, chocolates, aperitivos como patatas fritas, papillas para bebés, etc., se cuentan todo tipo de productos: el helado Magnum, el dentífrico Colgate, los cosméticos Dove, la sopa Knorr, KitKat, el champú Pantene, Ariel, Pot Noodle, Nutella, Nocilla… y la lista se extiende. Al menos el 50% de los alimentos procesados que compramos en el supermercado contienen aceite de palma. Es cierto que perjudica la salud, lo reconocen hasta los que normalmente dicen que se pueden comer con seguridad las verduras transgénicas y tratadas con agroquímicos potentes. Lo dice el mismo Ministerio de Sanidad: “Contiene casi un 50% de ácidos grasos saturados, sobre todo el ácido palmítico. Este tipo de grasa no es recomendable (...) ya que eleva el colesterol y puede favorecer la arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares”.
Por si no lo dijeran pocos, la empresa de papillas para bebés Hero Baby armó un escándalo en Twitter al responder de muy mala manera a la televisiva periodista y reciente madre Samanta Villar, quien preguntó “¿Por qué ponéis aceite de palma en vuestros productos, con la baja calidad nutricional y el perjuicio para el ambiente?”; lo que hizo que todavía más periodistas se preguntaran qué tenía el producto que fuera tan malo.
MEDIOAMBIENTE
Villar se refería al medioambiente porque este es otro de los puntos que han ido saliendo en los medios. Recientemente, el Parlamento Europeo aprobó un informe que señala al aceite de palma como una de las principales causas de deforestación del mundo, y pide que se elimine como material de uso para biocarburantes de aquí a 2020.
Ya se usa más en agrocombustibles que en alimentación
Trabajo infantil y abusos laborales están a la orden del día
Es que el supermercado ya no es el principal recipiente del aceite de palma. Ecologistas en Acción publicó un informe en el que explica (véase el gráfico) cómo ha ido creciendo el consumo de este aceite para biocarburantes, y muestra que ya en el año 2014 se usaba más para generar energía —supuestamente sostenible— que para uso alimentario.
Abel Esteban, coordinador de la campaña sobre agrocombustibles de la organización, recuerda que “el aceite de palma —que implica el 75% del agrodiesel consumido en España más todo el que se procesa aquí para exportar a la UE— es el gran responsable de la mayoría de los impactos socioambientales negativos del mercado de agrocombustibles, como por ejemplo más cambio climático que el que origina el diesel convencional, por la deforestación y destrucción de suelos en Indonesia” (que produce el 45% de la producción mundial).
El aceite de palma se usa como agrocombustible y computa para los gobiernos ante la UE como si estuvieran haciendo un bien ecológico, al reducir los combustibles fósiles. Sin embargo, esto no es así.
“Recientemente han sido publicadas las cifras de consumo de agrocombustibles de 2016”, agrega Esteban. “Consumimos más de un millón de metros cúbicos de agrodiesel fabricado a partir de aceite de palma. Su combustión generó más del doble de las emisiones que el diésel fósil al que sustituyó”.
En el documento del Parlamento Europeo se pide a la Unión Europea que cree un plan de acción de reducción del consumo, y se solicita el apoyo a los países en desarrollo para garantizar la defensa de sus hábitats naturales y las comunidades.
Pero el apoyo por parte de los países en desarrollo, como Indonesia, es más bien una quimera si no se prohíbe directamente la entrada de este tipo de productos en la Unión Europea, a menos que se pueda certificar que en su producción no han causado daño no sólo al ambiente, sino también a las personas. Eso es lo que ha podido corroborar Amnistía Internacional, que viene presionando a productores, marcas y al Gobierno indonesio desde 2016.
DERECHOS HUMANOS
El aceite de palma tiene efectos nocivos también para los derechos humanos. Según Amnistía Internacional, las violaciones de derechos son sistemáticas en las plantaciones de Indonesia. El aceite de palma es el producto principal de la economía del país y no parece haber un compromiso fuerte por parte del Gobierno para que se cumplan las estrictas leyes laborales existentes.
En el informe que la ONG publicó el pasado noviembre (El gran escándalo del aceite de palma: abusos laborales detrás de las grandes marcas) se destapa trabajo infantil, forzoso, pagos inferiores al salario mínimo, etc . Amnistía viajó a Indonesia y entrevistó a 120 adultos y niños en las plantaciones.
El tema de la ecología es aquí un problema. Seema Joshi, jefa de Empresas y Derechos Humanos de Amnistía Internacional, explicó desde Londres: “Uno de los problemas que tenemos es la falta de transparencia. Wilmar, el principal productor de aceite de palma, vende a las empresas Colgate, Nestlé y Unilever. Y éstas ponen en sus productos que es ‘aceite de palma sostenible´”. Los productores están certificados por la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible, un organismo creado en 2004 para limpiar la imagen del sector.
“Nuestras conclusiones revelan que el aceite de palma dista mucho de ser sostenible, cuando no se respetan los derechos humanos. La gente piensa que compra productos con certificado ecológico, pero lo que no sabe son las atrocidades que se cometen con las personas”, agrega Joshi.
El informe de Amnistía muestra cómo niños de entre ocho y catorce años realizan trabajos peligrosos en plantaciones propiedad de filiales y proveedores de Wilmar. “Trabajan sin equipos de seguridad en plantaciones donde se utilizan pesticidas tóxicos, y transportan pesadas bolsas de frutos de palma que pueden pesar de 12 a 25 kilos. Algunos han abandonado la escuela para trabajar con sus progenitores durante todo el día o gran parte de él. Otros trabajan por la tarde después de asistir a la escuela, y durante los fines de semana y los períodos vacacionales”, explican.
Por ejemplo, uno de los casos es el de un niño de diez años, que también abandonó la escuela para ayudar a su padre y trabaja para un proveedor de Wilmar. El niño contó que cuando tenía ocho años se levantaba a las seis de la mañana para recoger y transportar frutos de palma sueltos; que trabaja seis horas cada día, excepto el domingo:
La etiqueta de sostenibilidad esconde violaciones de derechos
‘No voy a la escuela. [...] Transporto yo mismo la bolsa con los frutos sueltos, pero sólo puedo llevarla medio llena. Es difícil transportarla, pesa mucho. Lo hago también bajo la lluvia, pero es difícil. [...] Tengo las manos doloridas, y me duele todo el cuerpo”, explica el informe.
Amnistía publicará en breve un segundo documento. Desde la publicación del texto inicial, la ONG ha estado haciendo campañas hacia la agroalimentaria Wilmar, y también con seis de las nueve empresas de ámbito global incluidas en el informe: la española Afamsa (Agrupación de Fabricantes de Aceites Marinos), ADM, Colgate-Palmolive, Elevance, Kellogg’s, Nestlé, Procter & Gamble, Reckitt Benckiser y Unilever.
En Amnistía explican que en España la principal compradora de aceite de palma a Wilmar es Afamsa. La compañía ha declinado hacer declaraciones al respecto; sólo ha desmentido la información indicando que no eran ellos, sino Repsol, el que más compra (para agrocombustibles).
“Hemos estado en contacto con las empresas identificadas en nuestro informe, especialmente con Wilmar, y estamos vigilando de cerca la situación, pero no hay indicio de que haya un compromiso”, agrega Joshi.
Wilmar, por su parte, ha emitido dos comunicados. El primero mostrando su preocupación sobre el informe de Amnistía y el segundo diciendo que han llegado a un acuerdo con Verité, “una organización global sobre empleo justo, sin fines de lucro. Estamos colaborando para desarrollar soluciones fuertes y sostenibles para mejorar las prácticas laborales en la industria de la palma”.
Para Amnistía esto no es suficiente. “La sede de Wilmar está en Singapur y ni siquiera se han acercado a Indonesia para ver qué estaba pasando”, dice Joshi. “Han pasado el vídeo que hemos publicado nosotros, vía Internet, a los trabajadores (el vídeo se puede ver en la página de Amnistía), y han intimidado a los trabajdores para que nieguen los abusos que allí se muestran”.