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Europa // El viento sopla a favor de la socialdemocracia

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Noviembre 2021 / 96

Fotografía
Steffen Prößdorf

Los partidos de centroizquierda recuperan parte del terreno perdido en los años más duros de la globalización. ¿Será duradero el renacimiento?

Hace apenas unos meses parecía finiquitada, pero los resultados electorales más recientes en Europa demuestran, parafraseando a Mark Twain, que las noticias sobre la muerte de la socialdemocracia eran claramente exageradas.

Con más o menos dificultades, los socialistas gobiernan en los dos países de la península Ibérica, en ambos casos con el apoyo de formaciones a su izquierda. Por primera vez en 20 años, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Noruega tienen al mismo tiempo primeros ministros socialdemócratas (tres de ellos, mujeres). En Italia, el Partido Demócrata forma parte de una amplia coalición de gobierno y en las recientes elecciones municipales los candidatos de centroizquierda obtuvieron las alcaldías de las cuatro ciudades más pobladas del país: Roma, Milán, Nápoles y Turín. Al otro lado del Atlántico, el demócrata Joe Biden gobierna con un programa económico netamente keynesiano de grandes inversiones públicas para revitalizar la economía, subir los salarios y reducir las desigualdades sociales. 

Especialmente relevante es la victoria del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en las elecciones federales del 26 de septiembre. El partido más antiguo del país, fundado en 1863, obtuvo el 25,7% de los votos, lejos del 40% que solía obtener antes de la reunificación pero suficiente para que su candidato, Olaf Scholz, sea el favorito para encabezar un gobierno tripartito con verdes y liberales. 

Algunos analistas políticos, como Mark Schieritz, del semanario alemán Die Zeit, hablan de “una década socialdemócrata”. 

Punto de inflexión

¿Es sólido este renacimiento o es solo coyuntural? ¿A qué razones obedece? La mayoría de los analistas apunta a la pandemia como factor clave. Héctor Sánchez Margalef, investigador del CIDOB, instituto de investigación con sede en Barcelona, habla de “un nuevo paradigma ideológico” en el que la socialdemocracia se siente “mucho más cómoda” que en el dominante a principios de siglo. En su opinión, la pandemia ha sido “un punto de inflexión” que ha abierto los ojos de muchos ciudadanos a la importancia del papel del Estado como árbitro de la actividad económica, de unos servicios públicos de calidad —especialmente la sanidad— y de los impuestos que los financian, “campo fértil para que la socialdemocracia crezca”.

La pandemia es un factor clave del auge

Los líderes han aprendido de errores pasados

La subida de los salarios más bajos y la mejora de las condiciones laborales, dos ingredientes tradicionales de la agenda socialdemócrata, han cobrado especial relevancia con el esfuerzo realizado por sanitarios, empleados de supermercados, repartidores y otros profesionales que han estado en primera línea durante la pandemia y que, a menudo, ejercen su labor a cambio de un sueldo escaso y con contratos precarios. Los fondos Next Generation EU,  que regarán con una lluvia de dinerio público la recuperación económica tras la covid-19, tienen rasgos claramentesocialdemócratas. 

La pandemia, sin embargo, no es el único factor, pues los partidos socialdemócratas ya habían hecho avances antes de que el virus hiciera su aparición. El PSOE en España, el PS en Portugal y otras formaciones de centroizquierda ya gobernaban a principios de 2020, en muchos casos tras haber puesto fin a largos periodos de supremacía de la derecha. 

Y es que la globalización no sentó nada bien a la socialdemocracia. Guiados por el New Labour (Nuevo Laborismo) de Tony Blair, muchos partidos socialdemócratas abrazaron con entusiasmo la desregulación de los mercados, la privatización  de empresas públicas en sectores estratégicos, las rebajas de impuestos y la flexibilización (o precarización)  de las condiciones laborales. Buena parte de su electorado tradicional comenzó entonces a darles la espalda.

Sánchez Margalef apunta que los socialdemócratas parecen haber aprendido de aquellos errores. Ahora se trata, según él, de que alcancen un mejor equilibrio entre la búsqueda de la igualdad social y el buen funcionamiento del mercado para eludir las acusaciones de despilfarro y mala gestión económica por parte de la derecha.

Nuevo contrato social

New Labour

Es la línea adoptada por el Partido Laborista británico a mediados de la década de 1990. Bajo el liderazgo de Tony Blair, los laboristas abrazaron una política económica de rasgos  liberales, alejada de la tradición socialdemócrata.

Mariola Urrea, profesora de Derecho Internacional y Unión Europea de la Universidad de La Rioja, cree que los socialdemócratas tienen una buena oportunidad para reconectar con las capas de la población más perjudicadas por los excesos de la globalización, que han perdido la confianza en el sistema democrático por creer que no resuelve sus problemas. En su opinión, el gran reto que Europa tiene por delante es la puesta en marcha de un nuevo contrato social que garantice “que quienes más tienen compartan con quienes menos tienen”. Subraya Urrea que la agenda socialdemócrata coincide en lo fundamental con los elementos básicos que debe contener ese nuevo contrato social europeo: medidas redistributivas y empleo de calidad para que no haya trabajadores pobres, sistemas tributarios más equitativos y con mayor capacidad de recaudación y políticas predistributivas en los campos de la educación para que los jóvenes puedan adaptarse a las demandas del mercado laboral. “Son tres patas que encajan perfectamente con los valores tradicionales de la socialdemocracia”, afirma. Si se  hicieran realidad estos postulados, “achicarían la brecha social y serían la mejor herramienta para frenar el avance de la ultraderecha. Se trata de dar respuestas útiles a problemas reales en lugar de ofrecer respuestas simples a problemas complejos”.

Anne Hidalgo, candidata del Partido Socialista a la presidencia de la República Francesa. Foto: Jacques Paquier

El cambio de paradigma ha sorprendido con el pie cambiado a la derecha tradicional, que ya no Gobierna en ningún país de Europa occidental. Sánchez Margalef recuerda que la propia Angela Merkel adoptó como propias causas socialdemócratas y verdes durante sus cuatro mandatos como canciller alemana —la creación de un salario mínimo y la moratoria nuclear, entre otras— y pronostica una intensificación del debate ideológico en el seno de la democracia cristiana europea sobre si es mejor seguir en posiciones más cercanas al centro o girar a la derecha para recuperar el electorado  perdido a manos de opciones de ultraderecha como Alianza por Alemania (AfD), la Agrupación Nacional de Marine Le Pen o Vox.

Incertidumbres

Los especialistas advierten, sin embargo, que la recuperación de la socialdemocracia quizás no sea tan firme como parece a simple vista. El SPD solo aventajó en 1,6 puntos porcentuales a sus rivales de la CDU-CSU y tuvo sus segundos peores resultados de la posguerra. En Francia, donde el Partido Socialista obtuvo porcentajes de voto inferiores al 10% en las últimas elecciones legislativas, su candidata a la presidencia, Anne Hidalgo, va muy por detrás de sus rivales en las encuestas. Los partidos socialdemócratas tienen, además, posiciones encontradas en materias clave. En algunos países, como Suecia y Dinamarca, se han  puesto de acuerdo con la extrema derecha para frenar la entrada de inmigrantes, y los irlandeses se oponen a una subida de impuestos a las grandes empresas, una medida que defienden la mayoría de los partidos socialdemócratas europeos.

25,7% de los votos: Es el resultado obtenido por el SPD en las elecciones federales alemanas, solo 1,6 puntos por encima de CDU-CSU y lejos del 40% que solía obtener antes de la reunificación alemana.

Como ha escrito Ruadhán Mc Cormaic, director adjunto del diario Irish Times, las razones estructurales del declive de la socialdemocracia siguen estando ahí y no van a cambiar a corto plazo: el declive de la industria, el envejecimiento de la población y la ruptura de la vieja alianza entre la clase obrera y la clase media progresista. “Las elecciones hoy en día se juegan en terreno socialdemócrata: servicios de calidad, buen uso de los recursos públicos e igualdad social”, afirma Mc Cormaic. “Puede que no sea una garantía de que la socialdemocracia, como tradición política, prospere, pero el menos significa que el público es receptivo a su mensaje”.