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Finanzas // La ruina de la Sareb

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Julio 2021 / 93

Las cuentas del 'banco malo' agravan el coste de la crisis bancaria.

Finalmente tuvo que ser Eurostat el que pusiera al descubierto el fracaso y el elevado coste en dinero público que ha supuesto la Sareb (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), conocida como banco malo. Un informe de la oficina estadística de la Unión Europea del 16 de febrero desveló que el sospechoso montaje de la Sareb ha supuesto un aumento de la deuda pública de 35.000 millones de euros, lo que elevó su cuantía del 117% al 120% del producto interior bruto (PIB) en 2020. 

Un informe posterior de supervisión financiera de la Comisión Europea, del pasado junio, precisa que además del aumento de la deuda pública, “la reclasificación (de la entidad) tendría un impacto negativo de cerca del 1% del PIB en el déficit público de 2020”, es decir, unos 11.000 millones de euros. Eurostat obliga a reconocer cada año el coste de la crisis bancaria que se traduce en un aumento del déficit público de cada Estado. Según la estadística europea, hasta finales de 2019 el coste de la crisis bancaria española había supuesto 48.515 millones de euros. A esta cifra habrá que añadir las pérdidas reconocidas ahora en las cuentas de 2020. 

Activos deteriorados

La Sareb se creó en noviembre de 2012 por exigencias del plan de rescate europeo para asistir y recapitalizar los bancos españoles. La sociedad fue creada con 4.800 millones de euros, de los que solo el 25% eran capital y el 75% restante deuda subordinada.  Un capital de 1.200 millones, es “muy escaso”, como ha señalado Aristóbulo de Juan, exdirector del Banco de España y uno de los mejores conocedores de las crisis bancarias que han asolado periódicamente nuestro país.

La operación ha incrementado la deuda pública en 35.000 millones de euros

A pesar la apariencia privada de la entidad, todo el riesgo lo ha asumido el Estado

La sociedad se constituyó con un esquema del 45% de capital público y el 55% de capital privado, en “un ejercicio forzado de arquitectura contable para evitar que las aportaciones del Estado computen como deuda pública”, según precisó la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera del Congreso de los Diputados. A la nueva sociedad se transfirieron los activos deteriorados de los bancos en dificultades por un valor total de 50.781 millones de euros. La mayor parte eran préstamos malos (39.438 millones de euros) y el resto inmuebles y solares (11.343 millones de euros) que se habían adquirido con un fuerte descuento del 53%. A cambio, los bancos recibieron bonos emitidos por la Sareb, por una cuantía de 50.781 millones de euros que podían descontar en el Banco Central Europeo (BCE) y tenían el aval del Estado. Es decir, aunque la Sareb aparentemente era una sociedad privada por la composición de su capital, en realidad todo el riesgo era soportado por el Estado. Durante sus años de vida, la sociedad ha vendido parte de sus activos hasta quedar en 31.510 millones de euros y ha rebajado su deuda hasta 34.918 millones, que es la que ahora se tiene que  hacer cargo el Estado.

La Sareb fue presidida inicialmente por Belén Romana. El plan era esperar que el mercado inmobiliario se recuperara y obtener beneficios con la venta de los activos a lo largo de los 15 años de vida de la compañía. Las autoridades aseguraron que tendría un beneficio de entre el 13% y el 15%. La realidad no ha podido ser más adversa. La sociedad ha registrado pérdidas en todos sus ejercicios (2013 -2020) hasta un total de 5.075 millones de euros. 

Las pérdidas se comieron todo el capital y en 2016 el Gobierno aprobó una ley para que la sociedad pudiera seguir funcionando y evitar así su disolución. Una de las razones del desastre fue que a pesar de los descuentos, los inmuebles y préstamos seguían estando claramente sobrevalorados. Para Antoni Garrido, catedrático de Economía aplicada de la Universidad de Barcelona, especialista en sistema financiero, “la operación de la Sareb fue una huida hacia delante, una manera de esconder el problema y pasarlo al futuro”.

“La creación de la Sareb fue una huida hacia delante, una manera de esconder el problema y pasarlo al futuro” Antoni Garrido, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona

Por otra parte, la sociedad sufrió fuertes tensiones en la dirección. El director general Walter de Luna dimitió en 2014 y la presidenta Belén Romana lo hizo al año siguiente. Fue sustituida por Jaime Echegoyen, quien a su vez ha sido relevado por Javier García del Río este año.
Según el economista Carlos Sánchez Mato, exconcejal de Economía del Ayuntamiento de Madrid, “la creación de la Sareb fue una estrategia para retrasar el reconocimiento de las pérdidas de las entidades afectadas por la crisis”. En su opinión, “se traspasaron inmuebles y préstamos de los bancos quebrados a la Sareb, pero con los precios inflados, en unos 17.000 millones de euros, según señaló la Comisión Europea. Esto fue una manera de reducir el precio del rescate. Si se hubieran transferido los activos y préstamos a precio de mercado el agujero bancario habría sido mayor". 

Sánchez Mato señala que esta minoración de los activos no se aplicó de manera similar a los bancos sanos. “Por ejemplo, en un bloque determinado el piso 5ºA, que era de Bankia, le aplicaban un recorte del 50% en su valor, pero el 5º B, que era de Santander o Caixabank, no se le aplicaban. Esto fue un notable favor a la banca, que durante los años críticos 2012-2014  no tuvo que provisionar por las pérdidas reales de sus activos”.

El escándalo del 'swap'

Uno de los aspectos más sangrantes de la elevada factura que ha supuesto la Sareb es que la mayor parte de sus pérdidas, 3.042 millones de euros, el 60% del total, han sido ocasionados por la contratación de un swap de tipo interés, según los datos facilitados por la compañía. Se trata del derivado más voluminoso de la Unión Europea, que fue constituido en agosto de 2013 por un valor nocional inicial de 42.221 millones de euros. Según el Informe Anual de 2020, se constituyó “con el fin de reducir la elevada exposición y el consiguiente riesgo para la sociedad frente a una posible subida en el tipo de interés”.

Capital de la Sareb: 45% público // 55% privado

60% de las pérdidas de la Sareb han sido ocasionadas por la contratación de un swap de tipo de interés 

Se trata de una operación inexplicable y con un pronóstico completamente desacertado. Lo cierto es que desde 2011 los tipos de interés del euríbor no han dejado de bajar y desde 2016 son negativos. La realidad es que aunque el valor nocional ha descendido año tras año, (en 2020 era de 17.782 millones de euros), el swap ha mantenido su nivel de pérdidas superiores a los 500 millones anuales en los últimos cuatro años. 

La dirección de la operación del swap ha sido llevada a cabo por Banco Santander (accionista de la Sareb) y Société Générale y en la que han participado Caixabank, Barclays Bank, Crédit Agricole, y Cecabank. Se trata de una operación nada transparente, de la que se desconoce el tipo asegurado y las comisiones pagadas. Romana fue nombrada consejera de Banco de Santander a finales de 2015.  
Prosper Lamothe, catedrático de Economía Financiera de la Universidad Autónoma de Madrid, considera que los bancos "impusieron esta operación al Gobierno y fue una tontería haberla realizado”.
La explicación de por qué a pesar de reducirse la deuda y el valor nocional año tras año, las pérdidas del swap se mantienen se debe a que los tipos de interés del euríbor no han dejado de caer, incluso hasta tasas negativas. Cuanto más caían mayor era la pérdida”.

A finales de 2020 la Sareb declaró un patrimonio neto negativo de 10.529 millones de euros, “debido, en gran parte, a las minusvalías del swap”, según el profesor Lamothe.

 

** Swap de tipo de interés: Es un contrato entre dos partes para intercambiar flujos monetarios. Una de las partes se compromete a pagar un tipo de interés fijo y la otra un tipo de interés variable referenciado a un índice como el euríbor.
El objetivo suele ser diversificar riesgos