Hacia la vacuna bordeando el precipicio
Aunque el ritmo de las infecciones está bajando en casi toda Europa, el riesgo de una tercera ola planeará todo el invierno.
Suena un tanto siniestro, pero el agravamiento de la pandemia con la llegada del otoño ha dado un gran impulso a las vacunas contra la covid-19. Cuantas más personas se infectan entre la población general, más participantes en los ensayos clínicos sufren contagios y más rápidamente las empresas farmacéuticas alcanzan sus objetivos para poder evaluar la eficacia de su propuesta. El mal de hoy nos acerca a un mañana mejor.
El 20 de noviembre, las empresas Pfizer y BioNTech pidieron una autorización de urgencia a la FDA, la agencia del medicamento de EE UU, después de que el ensayo a gran escala de su vacuna hubiera alcanzado las 170 infecciones necesarias para la evaluación con garantías de su capacidad de inmunización. En el ensayo participan más de 42.000 voluntarios. De todos los infectados, 162 habían recibido el placebo y solo 8 habían sido realmente vacunados, lo que otorga al fármaco el 95% de efectividad. Pocos días antes, la biotecnológica Moderna había hecho un adelanto provisional de su ensayo y anunciado una efectividad similar para su vacuna. Una decena más de proyectos están en la fase III de ensayos y los gobiernos están ya poniendo a punto sus estrategias de vacunación.
Dos incógnitas
Ha dejado de ser fantasioso pensar que una parte importante de la población de Europa y Estados Unidos, empezando por los trabajadores de la sanidad y la población de más edad, pueda estar vacunada en primavera, lo que supondría una gran ayuda para el control de la epidemia en 2021. Para acabar de ajustar la estrategia a seguir quedan por despejar dos incógnitas importantes: la duración de la inmunidad que puedan otorgar las diferentes vacunas y su capacidad o no de bloquear la transmisión del virus.
Que varias vacunas estén a unas semanas de poder ser autorizadas para su uso entre la población apenas un año después de que la enfermedad fuera detectada es un éxito sin precedentes. Contra el sida no existe después de casi 40 años, y el tiempo medio para desarrollar una vacuna es de 11 años. Pero esta buena noticia no puede ocultar la gravedad de la pandemia en Europa y EE UU en el momento actual. Tras el final de las vacaciones de verano, todo el continente europeo, incluidos los países que se salvaron en primavera, ha sido abatido por una potente segunda ola de la pandemia. Mientras, EU UU avanza aceleradamente hacia el pico de su tercera ola, mucho mayor que las dos anteriores. Y todavía no ha llegado el invierno, la estación más propicia para la expansión de los virus respiratorios.
"Seis meses muy duros"
El pasado 19 de noviembre, Hans Kluge, el responsable de la OMS para Europa, habló así del próximo medio año: “Serán seis meses muy duros”. El continente europeo en su conjunto sufrió 2 millones de contagios la primera semana de noviembre y 1,8 millones la segunda. En la segunda mitad del mes, como consecuencia de las restricciones impuestas en octubre, las infecciones van a la baja en la mayoría de países (también en la mayor parte de las comunidades autónomas españolas), pero la incidencia es tan alta que el peligro de una nueva aceleración de la pandemia no desaparecerá hasta que las vacunas ayuden a inmunizar a la población.
El objetivo declarado de la mayor parte de los gobiernos europeos es evitar confinamientos domiciliarios como los de la primavera por los enormes costes sociales y económicos que acarrean. De hecho, con la cantidad de conocimiento sobre el comportamiento del virus que se ha acumulado este año parece posible evitarlos.
Los gobiernos tratan de evitar a toda costa confinar a la gente
Resurge la tentación de bajar la guardia y confiarlo todo a la vacunación
A estas alturas se puede hilar muy fino. Un trabajo de las universidades estadounidenses de Stanford y Northwestern publicado en Nature establece que los restaurantes son los establecimientos más peligrosos para la expansión del virus (las reuniones familiares en hogares no formaban parte del análisis), pero sus autores subrayan que no es necesario su cierre total para neutralizar el riesgo. Un cálculo que han efectuado para los restaurantes de Chicago establece que el peligro cae en picado si el aforo se reduce el 80%, mientras que el número de potenciales clientes disminuiría solo el 42%. Los investigadores recogieron datos de 98 millones de teléfonos móviles en 10 ciudades de EE UU entre marzo y mayo para crear un modelo que permite predecir brotes en función de la movilidad previa. Y constataron que el 10% de los puntos analizados es responsable del 80% de los contagios.
Estas cifras son consistentes con datos de estudios anteriores que establecen que entre el 10% y el 20% de las personas infectadas causan el 80% de los contagios, mientras que la inmensa mayoría no contagia a nadie. Cada vez es más evidente que el mayor riesgo se produce cuando se reúne mucha gente en interiores durante un tiempo prolongado. Si además se habla en voz alta o se canta, el riesgo aumenta. Y si se acude sin mascarilla y no se respeta la distancia entre personas, se incrementa todavía más (véase el gráfico).
Test de antígenos
Una ayuda importante para tratar de controlar los contagios antes de que lleguen las vacunas a la población son los test de antígenos. Tienen algo menos de fiabilidad que los clásicos PCR, pero son 20 veces más baratos y permiten tener resultados en cuestión de minutos en vez de tener que esperar 24 o 48 horas. Si no se usan para maquillar las cifras y se utilizan con inteligencia para detectar cuanto antes las infecciones, los test de antígenos son una potente arma que se suma al ya amplio arsenal contra la pandemia.
Test de antígenos: Permite tener resultados en cuestión de minutos 20 veces más barato que la PCR |
Estos test permiten actuar con rapidez sobre los contactos de los infectados e incluso sobre los contactos de los contactos, para aislarlos y evitar que se prolongue la cadena de transmisión. También se consideran adecuados para hacer cribados en áreas o colectivos donde haya una mayor circulación del virus, pero la opinión generalizada hasta ahora era que su menor sensibilidad en los casos de asintomáticos los desaconsejaba en los cribados masivos. La decisión del Gobierno de Eslovaquia de efectuar la prueba rápida a toda la población dos veces con dos semanas de distancia está replanteando el debate. Un debate en el que también habrá que tener en cuenta que la producción de los test no es ilimitada, según han advertido los propios fabricantes.
Bajar la guardia en la lucha por el control de la pandemia y confiarlo todo a la vacunación es una tentación que ha reaparecido ante la sensación de impotencia que produce que los sacrificios no siempre se ven recompensados con una reducción de contagios. Pero hay un dato que no se puede olvidar: de cada 100 personas infectadas por el virus, todavía muere una de ellas a pesar de los avances médicos. Y según se deduce de los datos facilitados por el Ministerio de Sanidad desde mayo, el 67% de los fallecidos tiene más de 80 años.
En unas recientes declaraciones al diario The New York Times, Anthony Fauci, el epidemiólogo más respetado por sus colegas y más despreciado por Donald Trump, se reafirmó en que, gracias a las vacunas, “la pandemia no se prolongará por mucho más tiempo”, pero agregó que ello no significa que deba bajarse la guardia ante las próximas celebraciones navideñas, que tradicionalmente comportan amplias y prolongadas reuniones familiares. “Imaginemos al último soldado que muere cuando la guerra está a punto de terminar. No quieras ser ese soldado”, aconsejó.
Hostelería
Los contagios caerían en picado si se redujera el aforo de los restaurantes el 80%, según un estudio de las universidades de Stanford y Northwestern