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Hegemonía // China alumbra el mayor pacto comercial del mundo

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Enero 2021 / 87

Ilustración
Lola Fernández

Hasta 15 países de Asia y Oceanía firman un acuerdo que engloba a 2.200 millones de consumidores y reafirma la estrategia de Pekín para erigirse en potencia dominante y marginar a EE UU.

Una zona de libre comercio equivalente a cinco veces el mercado único europeo y más de cuatro veces el que forman EE UU, Canadá y México. Tal es la envergadura del pacto que firmaron 15 países de Asia y Oceanía a mediados de noviembre en Hanoi para crear la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés). Es un compromiso que muchos analistas ven como el anuncio del amanecer del siglo asiático, ya que lo suscriben China, Japón, Corea del Sur y los 10 países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), al que se han sumado Australia y Nueva Zelanda. Esta alianza confirma el protagonismo del gigante asiático en la región, al tiempo que pone de manifiesto la pérdida de influencia de EE UU en la zona Indo-Pacífico.
China y los países de ASEAN no han dejado pasar la oportunidad de subirse al tren de la recuperación económica poscoronavirus y han apostado por constituirse en sus fogoneros para acelerar el retorno a los tiempos de bonanza, mientras que EE UU permanece sumida en la incertidumbre ante la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Esta coyuntura explica el afán de Pekín por cerrar unas negociaciones que se iniciaron a finales del 2012 como respuesta a la iniciativa del entonces presidente estadounidense Barack Obama de impulsar la Asociación Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) para contrarrestar la creciente influencia china en la región. De ese proyecto Trump se apeó nada más asumir la presidencia.

Al margen de Occidente

La realidad es qué tras su firma, el RCEP se ha convertido en la apuesta común más importante y ambiciosa jamás lanzada por los países asiáticos, más allá de los intereses occidentales. Su envergadura le garantiza un protagonismo indiscutible, ya que abarca un mercado de 2.200 millones de consumidores en 15 países, que representan un tercio del PIB mundial, del comercio internacional y de las inversiones globales. Estas cifras lo transforman en el mayor pacto de libre comercio del planeta, por delante del tratado firmado por Estados Unidos, Canadá y México y el de la Unión Europea, con 490 y 450 millones de consumidores ,respectivamente.

Objetivo: eliminar el 90% de los aranceles aduaneros en un plazo de 20 años

Las normas laborales y el medio ambiente han quedado fuera de la negociación

La Asociación Económica Integral Regional constituye, además, la apuesta más seria que se ha hecho nunca en la región. Los países firmantes se han comprometido a eliminar el 90% de los aranceles de las importaciones en un plazo de 20 años y a establecer reglas comunes para el libre comercio de bienes y servicios, avances en la liberalización de inversiones, homogeneización de las normas de competencia y reglamentaciones públicas, así como a regular la propiedad intelectual. Su entrada en vigor está prevista para este año 2021, en cuanto sea ratificado por 9 de los 15 países signatarios, de los cuales seis deberán ser de ASEAN. Estos compromisos se estima que contribuirán a aumentar el PIB regional en un 2,1% y el del planeta en un 1,4%.   

El RCEP, sin embargo, también tiene sus puntos débiles. Son notorias las ausencias en materia de compromisos laborales y cumplimiento de normas medioambientales. Sus críticos subrayan, además, que la falta de una fecha fija de entrada en vigor le resta fuerza y alienta a que algunos países condicionen su aprobación a la obtención de contrapartidas bilaterales. Esta medida la podrían ejercer aquellos estados con contenciosos con China, considerada una de las principales beneficiarias de este pacto comercial. Otros, en cambio, sostienen que el poderío económico del gigante asiático y su capacidad para conceder o bloquear ayudas le blinda ante cualquier intento de chantaje.

Balón de oxígeno

Existe, en este sentido, el convencimiento generalizado de que China será el país que más rentabilidad obtenga del RCEP. Entre otras razones porque supone un importante balón de oxígeno para Pekín en su larga guerra comercial con Washington, que lastra su debilitada economía, drenada a su vez por los efectos del coronavirus. Esta coyuntura explica el deseo de los líderes chinos de cerrar y firmar cuanto antes el RCEP, interés que confirmó el Ministerio de Comercio del gigante asiático al subrayar el mismo día de la firma que el RCEP se convertirá en "la plataforma más importante para continuar la nueva era de apertura y ayudará a impulsar la innovación nacional, promover la reforma y el desarrollo y contribuir a la transformación y mejora industrial”, según el diario oficialista Global Times.

2,1% aumentará el PIB de la región Asia-Pacífico como resultado del derribo de barreras arancelarias

Nadie duda tampoco de que la industria china será la gran beneficiaria de este acuerdo de libre comercio, que supone una victoria para el multilateralismo en unos tiempos en que este concepto está muy cuestionado. Las estadísticas revelan que China es, sin discusión, el primer socio comercial de todos los países firmantes del RCEP y que el bloque de ASEAN ha superado a la UE y ya es el principal socio del gigante asiático con un comercio total de 416-600 millones de dólares en los primeros ocho meses del año.

¿Fuera de juego?

Pero más allá del comercio, la firma de la Asociación Económica Integral Regional también tiene una enorme importancia geopolítica. Supone un paso más en la estrategia de Pekín para marginar a EE UU del continente asiático. “El RCEP es un duro golpe para la estrategia Indo-Pacífico de Estados Unidos, particularmente en el sector comercial, ya que afecta en gran medida a su capacidad para influir e interferir en los problemas de Asia-Pacífico”, señaló al Global Times Bao Jianyun, director del Centro de Estudios de Economía y Política Internacional de la Universidad Popular de China. 

Es un horizonte que constituye todo un reto para el presidente electo Joe Biden, quien deberá rectificar la política proteccionista de Trump si no quiere dejar a su país fuera de juego de la región Indo-Pacífico, la más dinámica del mundo, y contribuir al amanecer del siglo asiático.