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Hegemonía // ¿Seguirá siendo EE UU la única superpotencia?

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Noviembre 2020 / 85

El país de las barras y estrellas ejerce su dominio en muchos terrenos, pero este ya no es tan aplastante como solía ser. Su prestigio ha caído en picado durante la presidencia de Trump.

Tres décadas después de la caída del Muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría, el poderío económico, tecnológico, militar, académico y cultural de EE UU sigue siendo manifiesto, pero no es tan aplastante como solía serlo. El prestigio del que gozaba en buena parte del mundo se ha deteriorado con rapidez durante el mandato de Donald Trump, que llegó al poder hace cuatro años con el lema America First (Estados Unidos primero) y la promesa de hacer el país grande otra vez (Make America Great Again). Las guerras comerciales contra China y la Unión Europea, el rechazo al Acuerdo de París por el clima y la errática gestión de la pandemia del coronavirus han acabado minando su reputación entre aliados y rivales históricos.

EE UU sigue siendo la mayor economía del mundo, pero China viene reduciendo distancias desde que Deng Xiaoping abriera las puertas del país al capitalismo, hace 40 años. Tras haber crecido a ritmos superiores al 10% anual durante décadas, el Gobierno de Pekín ha decidido reducir la dependencia de las exportaciones y apoyarse más en el consumo interno, los servicios y la innovación. Aunque el gigante asiático crecerá más despacio, la brecha seguirá estrechándose y lo más probable es que se ponga a la altura de EE UU antes de mediados de siglo. Nueva York sigue siendo el principal mercado financiero del Planeta, pero Londres, Shanghái y Hong Kong están pisándole los talones a Wall Street en cuanto a volumen de transacciones, según el último Índice de Centros Financieros Globales.

Capacidad innovadora

La calidad de sus instituciones educativas y su gran capacidad innovadora han sido dos de las grandes fortalezas de EE UU desde mediados del siglo XX. Ocho de las 10 mejores universidades del mundo están en EE UU, según la Clasificación de Shanghái. Las cuatro empresas dominantes en Internet tienen su sede en el país de las barras y estrellas: Google, Amazon, Facebook y Apple, conocidas conjuntamente como GAFA. La industria del entretenimiento de EE UU sigue imponiendo sus gustos a todo el planeta y estadounidenses son Netflix, HBO y Amazon Prime, las plataformas que emiten las series y películas más populares por streaming.

La apuesta por el conocimiento es una de sus fortalezas

La gran incógnita es qué tipo de potencia quiere ser China

Las universidades estadounidenses son un imán para el talento de todo el mundo. La mitad de los estudiantes que reciben doctorados en ingeniería, matemáticas, informática y economía en Harvard, MIT, Stanford y los demás centros de educación superior del país no han nacido en EE UU. Muchos de ellos se quedan a vivir y trabajar allí después de graduarse. La fortaleza en ciencia se traslada rápidamente a la economía gracias a la estrecha colaboración entre universidades y empresas. EE UU es el país que más bienes produce con un uso intensivo de I+D, el que más doctorados otorga en el campo de la I+D y el origen del mayor número de artículos académicos sobre I+D que se publican en el mundo. 

Pero incluso en esos terrenos, su tradicional superioridad parece estar declinando. Según el último informe de la Fundación Nacional de la Ciencia de EE UU, el país sigue siendo líder en ciencia y tecnología, pero su aportación a esas actividades está menguando proporcionalmente a medida que crece las de otros países, especialmente China. “Cada vez más, Estados Unidos es percibido globalmente como un líder importante más que como un líder incontestable”, señala el informe.

Para algunos expertos, el 5G es el mejor ejemplo de que China le está ganando a EE UU la partida de las infraestructuras tecnológicas. A pesar de que Reino Unido, Japón y otros países se han sumado al boicot al 5G de Huawei decretado por Washington, la mayoría de los mercados nacionales están dispuestos a acoger la tecnología de la compañía china, incluyendo muchos europeos. La compañía ha sido acusada de ser un instrumento de espionaje al servicio de Pekín, pero hasta el momento no ha podido probarse.

La imagen de EE UU en el resto el mundo ha caído a niveles desconocidos desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Según el instituto demoscópico Pew Research Center, la opinión favorable a la gran potencia ha caído a su nivel más bajo desde que lleva a cabo su encuesta sobre el tema, incluyendo aliados y socios comerciales tradicionales. Un sondeo efectuado entre la población de13 países  aliados durante el verano pasado mostraba que el 64% tenía una opinión desfavorable de EE UU. Las  diferencias entre los países europeos son significativas. Bélgica, Alemania y Países Bajos son los que peor concepto tienen de la gran potencia, cuya imagen mejora algo en Italia, Reino Unido y España. Corea del Sur es la única nación del estudio que mantiene una opinión favorable de EE UU, aunque en menor grado que antes de que Trump llegase a la Casa Blanca. El mismo sondeo refleja que la confianza en el manejo de los asuntos internacionales por parte del magnate inmobiliario en Europa Occcidental es tan baja como la de George W. Bush durante la Guerra de Irak. 

Poderío militar

Hace casi 80 años EE UU entró en la II Guerra Mundial no solo con el objetivo de derrotar al nazismo y al imperio japonés, sino de ser la primera potencia militar del mundo durante décadas. Hoy sigue siéndolo. Su gasto militar, que ascendió a 732.000 millones de dólares en 2019, casi triplica el de China (261.000 millones) y el de la Unión Europea (219.600 millones), según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. Aunque tanto Trump como el demócrata Joe Biden prometieron durante la campaña electoral mantener el poderío militar estadounidense, desde hace años se alzan en Washington voces que ponen en duda la conveniencia de que EE UU siga ejerciendo el papel de policía del mundo como ha hecho desde el final de la II Guerra Mundial. El país, argumentan los críticos, va a necesitar mucho dinero en los próximos años para pagar los destrozos del coronavirus en la economía y reducir su abultada deuda pública.

Actualmente EE UU tiene tropas en 170 países y cuenta con efectivos especializados en la lucha contra el terrorismo casi en la mitad de las naciones del mundo. Trump y Biden se han mostrado partidarios de poner fin a conflictos enquistados en varias partes del mundo y a facilitar el regreso a casa de los soldados estadounidenses. Buena parte de la opinión pública no entiende por qué sus jóvenes tienen que morir lejos de sus fronteras en guerras difíciles de justificar.

Potencias emergentes

Mientras el país deshoja la margarita sobre el papel que quiere desempeñar en el futuro, otras naciones y bloques, fundamentalmente China, han comenzado a ejercer de superpotencias emergentes. Cada uno a su modo, también la Rusia de Putin y la Unión Europea, con Alemania al frente, incluso India y Brasil, reclaman un papel más relevante en la esfera internacional.

Una de las grandes  incógnitas del siglo XXI es qué tipo de superpotencia quiere ser China y si su rápido crecimiento económico se traducirá en ambiciones expansionistas. A diferencia de otras potencias, el gigante asiático  no ha utilizado la fuerza fuera de sus fronteras en lo que llevamos de siglo XX y el presidente Xi Jinping afirmó en septiembre pasado ante la Asamblea General de Naciones Unidas que su país “nunca perseguirá la hegemonía, la expansión o una esfera de influencia”.  Algunos observadores no están tan seguros y vaticinan que Pekín usará su poderío militar o la coerción si otros países se interponen en sus intereses en Asia.