Horas bajas para Trump
El multimillonario se empeña en volver a la Casa Blanca pese a que cada vez más votantes, compañeros de partido y donantes le dan la espalda.
"Trump es el mayor perdedor del Partido Republicano”. Así titulaba su editorial del 9 de noviembre The Wall Street Journal, diario de referencia del mundo financiero y empresarial de EE UU y propiedad del magnate Rupert Murdoch, antaño aliado del expresidente. Los editorialistas del periódico señalaban así al expresidente como responsable de los pobres resultados obtenidos por los republicanos en las elecciones legislativas celebradas el día anterior.
Tras más de seis años de liderazgo prácticamente incontestado en el Partido Republicano, la veda se ha abierto para criticar a Trump. Muchos de sus correligionarios han llegado a la conclusión de que es más un lastre que un activo y están convencidos de que su insistencia en que fue víctima de un fraude en las elecciones presidenciales de 2020 ha perjudicado a los candidatos republicanos en las urnas. En contra de las encuestas y de la tradición política estadounidense —los votantes suelen castigar al Gobierno en las elecciones midterm, celebradas en mitad del mandato del presidente—, los republicanos no consiguieron arrebatar a los demócratas la mayoría en el Senado y solo lograron una ligerísima ventaja en la Cámara de Representantes. Todo ello a pesar del bajo índice de popularidad del presidente Biden y de la difícil situación económica que atraviesa el país.
Miedo a alzar la voz
Las hostilidades son tales que se habla de “guerra civil” en un partido dividido entre populistas de Trump, dispuestos a sabotear el sistema político y electoral de EE UU, y conservadores tradicionales, partidarios de hacer política dentro de los márgenes constitucionales. De estos últimos, muy pocos se han atrevido estos últimos años a alzar la voz contra Trump por miedo a que el rechazo de unas bases republicanas entregada a él les apartara del poder. Como escribió David Smith, corresponsal en Washington del diario The Guardian, “es una muestra poco edificante de la condición humana que los republicanos, que han tolerado la misoginia, el racismo y las mentiras de Trump, e incluso un intento de golpe de Estado, solo han dicho 'basta' al darse cuenta de que es un perdedor”. En efecto: quienes ahora dan la espalda a Trump no lo hacen por sus posiciones políticas extremas o su estilo grosero, sino por haber incumplido la promesa de dar a los republicanos "tantas victorias electorales que acabarán cansándose".
Muchos republicanos han llegado a la conclusión de que el expresidente es más un lastre que un activo
El congresista de Alabama Mo Brooks, un exdefensor de Trump que estuvo junto a él en el mitin que preludió el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020, resumió así el cambio de posición de muchos dirigentes republicanos en declaraciones a The New York Times: “En 2020 no teníamos otra opción. En 2024 tendremos aspirantes mucho mejores para enfrentarnos al candidato demócrata que el perdedor que Trump ha demostrado ser”.
La brecha abierta entre defensores y detractores del expresidente abocan al partido a una lucha sin cuartel por el liderazgo de aquí a las elecciones presidenciales de 2024. Destacados republicanos han olido sangre y toman posiciones para disputar a Trump la candidatura republicana en las primarias. El más destacado es el gobernador de Florida, Ron de Santis, que logró la reelección por abrumadora mayoría el 8 de noviembre. Licenciado en Harvard y veterano de Irak, este abogado de 43 años es un ultraconservador que se negó a decretar un confinamiento al comienzo de la pandemia y ha entrado de lleno en las guerras culturales con los demócratas sobre el derecho al aborto y el movimiento LGTB+, pero se ha mantenido al margen de las teorías de la conspiración sobre las elecciones presidenciales de 2020. Aún no ha confirmado que se presentará a las primarias, pero ya ha recaudado más de 100 millones de dólares con vistas a una posible campaña.
Avalancha de deserciones
Las encuestas muestran que cada vez más votantes republicanos están deseando perder de vista a Trump. Un sondeo de YouGov efectuado antes de las elecciones legislativas mostraba que el 41% de los republicanos prefería a DeSantis como candidato a la presidencia, frente a los 39% de Trump. Otro de Politico otorgaba a Trump el 47% de los votos entre republicanos e independientes conservadores, por 33% de DeSantis.
El presidente Biden, de 80 años, aún no ha anunciado si se presentará a la reelección
Ante la avalancha de deserciones tras confirmarse el fiasco republicano en los comicios legislativos, Trump se apresuró a anunciar oficialmente su candidatura a la presidencia. El discurso con el que lanzó la campaña desde su mansión de Mar-a-Lago, en Florida, estuvo plagado de las habituales arremetidas contra “Biden y los lunáticos de extrema izquierda que están en el Gobierno”. Aunque se mostró tan desafiante como siempre, sus diatribas sonaron gastadas y tuvieron escaso eco en los medios de comunicación. Las tres grandes cadenas de televisión —ABC, CBS y NBC— decidieron no emitir en directo el acto para continuar con su programación habitual de series, sit-coms y reality shows. CNN únicamente mostró parte del discurso. Fox, donde el expresidente sigue contando con simpatizantes muy influyentes, también cortó la retransmisión antes de que terminara la intervención.
Otra mala noticia para Trump es que varios donantes que financiaron sus anteriores campañas han decidido cortarle el grifo del dinero. Ken Griffin, el multimillonario fundador del fondo de inversión Citadel, ha dado su apoyo a DeSantis. Stephen Schwarzman, del banco de inversión Blackstone, ha anunciado que respaldará a un candidato más joven. Robert Mercer y su hija Rebekah, dos de los mayores donantes del Partido Republicano, no tienen planes de dar más dinero al expresidente. Hasta Ivanka Trump ha dicho que no participará en la campaña de su padre porque ha decidido priorizar la crianza de sus hijos.
2/3 de votantes republicanos creen que hubo fraude en las elecciones presidenciales de 2020
¿Significa todo esto que Trump está acabado? No hay que darlo por seguro. Puede que el establishment de su partido y el mundo de los negocios estén empezando a abandonar el barco, pero las bases republicanas del interior del país se creen sus mentiras —dos de cada tres votantes del partido creen a pies juntillas que hubo fraude en las elecciones presidenciales de 2020— y siguen a su líder con fervor religioso. Trump, de 78 años, tiene todavía numerosos fieles en la Cámara de Representantes, que a buen seguro intentarán aprovechar la mayoría republicana para sacar adelante su agenda. Elon Musk le ha echado un cable al reabrir su cuenta de Twitter, que tan hábilmente utillizó para llegar a la presidencia y agitar a sus partidarios.
¿Y Biden?
Las elecciones legislativas han dado un respiro a Biden, que está en su peor momento de popularidad a causa de la subida de los precios de los productos de primera necesidad. ¿Se presentará a la reelección? A sus 80 años recién cumplidos, el presidente más longevo en la historia de EE UU ha manifestado su intención de competir de nuevo por la presidencia, pero ha subrayado que no anunciará su decisión hasta principios de 2023 tras consultar con su familia.
Nadie en el partido demócrata, por ahora, se ha atrevido a dar un paso adelante y desafiar a Biden en unas primarias. El presidente insiste una y otra vez en que es el único que ha derrotado a Trump en las urnas y que está en disposición de hacerlo de nuevo. La vicepresidenta Kamala Harris no acaba de convencer a los estrategas del partido republicano, según The New York Times, y a Biden no le entusiasma ninguno de sus posibles sucesores.