Italia cuida al pequeño ahorrador
Regulación: El Gobierno de Roma busca un resquicio en las nuevas normas europeas sobre rescates bancarios para evitar que los particulares pierdan su dinero.
El banco Monte dei Paschi di Siena (MPS), protagonista del primer rescate público del año en Italia. FOTO: JORDI2R / 123RF
La banca italiana acumula 360.000 millones de euros en créditos dudosos, una cuantía muy similar a la que el sector financiero español expuso al ladrillo cuando estalló la burbuja inmobiliaria que desdibujó del todo su fisonomía, sobre todo a partir de 2010. Los créditos tóxicos de la bota italiana son un tercio de todos los que se contabilizan en la zona euro.
Italia, por ahora, ha ido capeando el temporal como buena cuna de la comedia dell’arte: con improvisación, máscaras, personajes prototipo y pantomima. Hace dos años, sin embargo, la caída y posterior saneamiento de cuatro entidades chiquitas hizo saltar todas las alarmas. Miles de particulares se pillaron los dedos. El suicidio de un jubilado tras la pérdida de sus ahorros causó conmoción. Así que, cuando las cosas empezaron a ponerse feas para el banco más antiguo del mundo y tercero en tamaño de la República, el Monte dei Paschi di Siena, el gobierno italiano quiso evitar por todos los medios que la situación se repitiera. Esta vez, el panorama pintaba explosivo.
Entre lo ocurrido en 2015 con las pequeñas cajas y bancos —tres de las cuales recién adquiridas por Ubi Banca—y lo que ahora sucede con la antigua entidad sienesa media un cambio fundamental: la entrada en vigor de la nueva regulación de la que la Unión Europea quiso dotarse para evitar que los contribuyentes volvieran a pagar los platos rotos de las aventuras de banqueros poco prudentes y los inversores privados que apostaran por ellos.
Ya había ocurrido en el pasado y la opinión pública parecía hastiada. Durante la crisis, entre 2008 y 2014, un total de 112 bancos necesitaron ayudas públicas y los estados insuflaron, según la Comisión Europea, 671.000 millones de euros en capital y préstamos, además de 1,1 billones en avales y liquidez. En España, más de la mitad del sector necesitó ayuda. Pero en el caso español, los grandes acreedores —la banca francesa y la alemana— cobraron gracias a la ayuda pública, mientras casi un millón de pequeñas ahorradores a quienes habían colocado participaciones preferentes salieron escaldados. La fuerte presión del Eurogrupo, en especial de Alemania, y el interés del Gobierno por reducir la cuantía del rescate bancario derivaron en la aplicación de quitas a los preferentistas de hasta el 70%. En 2012, no había base legal europea para ello.
Ahora sí que existe. Es la Directiva de Resolución y Reestructuración Bancaria (DRRB), en vigor desde enero, y pone muchos peros a que pueda inyectarse dinero público a un banco. Antes de hacerlo, los inversores y acreedores privados deben haber arrimado el hombro. Pero Italia intenta, todo apunta que con éxito, saltarse la camisa de fuerza con la primera entidad que estrenará las nuevas reglas de juego.
EL PEOR RESULTADO DE TODOS
El banco que quedó en último lugar en las pruebas de estrés a las que somete al sector la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés), es el Monte dei Paschi. Quedó en el puesto 51 de una lista de 51. Cuatro de cada diez de los créditos de una entidad fundada en 1472 se consideran de mala calidad.
En España hubo ‘preferentistas’ que perdieron hasta un 70%
Aun así, aunque a los profanos nos cueste de entender. al banco fundado en 1472 se lo considera un banco solvente: en un test de estrés se lo pone en una situación hipotética de empeoramiento económico extremo para saber si la soportaría. Y no la soportaría. Pero es que no estamos en dicha situación.
Aun así, hay que hacer algo. El gobierno provisional de Paolo Gentiloni intentó sin éxito movilizar a inversores privados, para lograr el dinero estimado necesario, 5.000 millones de euros, y aprobó por decreto una partida de 20.000 millones para ayudar al sector. Un tercio irá al banco sienés.¿Un tercio? ¿No se requerían 5.000 millones? Pues ya no. El Banco Central Europeo (BCE) elevó de un plumazo las necesidades de recapitalización del Monte dei Paschi, lo que cayó una bomba navideña y un clamor en favor de criterios transparentes.
El Banco de Italia —que se da la casualidad que el hoy presidente del BCE, Mario Draghi, presidía cuando el primer problema gordo del Monte dei Paschi se produjo, la compra al Santander de la Banca Antonveneta a un precio desorbitado, en noviembre de 2007—se presuró entonces a desbrozar las cifras.
Para comprenderlas, hay que entrar en el contenido de la citada directiva antirescates públicos. La normativa europea permite pedir una ayuda por si acaso a entidades solventes pero que fallan en una prueba de estrés, lo que se conoce como recapitalización preventiva o cautelar. Esta excepción se permite de manera “temporal y excepcional” cuando la estabilidad financiera del país está en peligro y la economía corre el riesgo de entrar en “una grave perturbación” cuyos límites no delimita. El pretexto perfecto es el foco de incertidumbre en el que Italia se ha convertido después de que el ex presidente del Consiglio Matteo Renzi perdiera su referéndum constitucional en diciembre.
Optar por esta rendija excepcional permite una inyección de fondos públicos que requiere a su vez de una contribución de accionistas y tenedores de obligaciones subordinadas. Estas últimas deben convertirse en acciones. Los grandes inversores tendrán que comerse 2.200 millones de pérdidas. Los pequeños ahorradores, en teoría también; en su caso, 2000. Sin embargo, el Estado ha aprovado un decreto en el que se prevé compensarles: se les entregarán obligaciones no subordinadas a cambio de las acciones que habrán obtenido tras convertir sus subordinadas. Hay 40.000 ahorradores particulares que cuentan con obligaciones de este banco.
“FRACASO DE LA POLÍTICA PÚBLICA”
Desde el think tank Bruegel, Nicolas Véron señala que “muchos bancos vendieron sus propias acciones y deudas a sus clientes minoristas, a menudo sin la transparencia adecuada sobre los riesgos que implicaban y a precios hinchados. Esta práctica está prohibida en muchas jurisdicciones, pero no en Italia, donde incluso fue incentivada fiscalmente hasta 2011”. Y concluye que ha habido “un fracaso masivo de política pública” porque “las autoridades deberían haber forzado a los bancos a recomprar a los clientes no profesionales sus valores de riesgo”.
La UE estrena con una salvedad sus reglas de resoluciones bancarias
La banca italiana tiene 360.000 millones en créditos dudosos
A resultas de esta operación, el Estado italiano, que ya controlaba un 4% del capital del tercer banco del país, se quedará con un 70%. Y con los 8.800 millones, MPS podrá alcanzar sus ratios de capital de máxima calidad (CET1) a 8%, y el capital total al 11,5%. A los contribuyentes italianos, la operación les costará 6.600 millones, incluidos los 2.200 millones en compensaciones a los pequeños ahorradores.
Pese a la reticencia alemana, el Mecanismo Único de Resolución ha admitido la excepción sienesa porque el banco es “solvente”. Pero al MPS le espera una dura negociación triangular con Roma, Bruselas y Francfort sobre su plan de salvación.