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Justicia ambiental // El impacto de Total en el Ártico y Mozambique

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Marzo 2022 / 100

Los proyectos gasísticos en que participa la petrolera francesa son casos de irresponsabilidad social corporativa, noción que se estudia ya en algunas escuelas de negocio.

En el proyecto del Atlas de Justicia Ambiental (www.ejatlas.org) hemos publicado dos artículos sobre “irresponsabilidad social corporativa”. Este concepto es una respuesta a la manida expresión responsabilidad social corporativa, que se define como los compromisos voluntarios de una empresa con respecto a su entorno social y al medio ambiente. Para mejorar su reputación, las empresas producen informes que destacan su buen trato a las poblaciones que las acogen —aparte del empleo asalariado— y su respeto por los suelos, el aire, el agua y la biodiversidad local. Sin embargo, las empresas extractivas mineras y petroleras dañan el ambiente natural. Tal vez se vean sometidas a reclamos y deban hace frente a responsabilidades civiles y penales —como en los casos famosos de Shell en Nigeria y de Chevron-Texaco en Ecuador—. Los reclamos pueden alcanzar miles de millones de dólares. Pocas veces son atendidos. Hay algunas excepciones, como con el derrame de British Petroleum hace unos años en aguas de Estados Unidos en el Golfo de México. BP tuvo que pagar. 

Atlas de Justicia Ambiental

El Atlas de Justicia Ambiental recoge hasta ahora 3.600 fichas de conflictos ambientales que en gran parte se refieren precisamente a los pasivos ambientales en los que han incurrido empresas extractivas. No necesariamente son mineras o petroleras; pueden ser también empresas que se dediquen a plantar eucaliptos para celulosa, o palma de aceite o soja, o a criar carne en pastizales deforestados como sucede en la Amazonia. 

La regla general es que las empresas no incluyan los pasivos ambientales en su contabilidad. Son “externalidades”, como dicen los economistas. Pero sí suelen producir folletos y otros materiales donde glosan su cumplimiento respecto a la llamada responsabilidad social corporativa. Es una expresión paralela a la de triple bottom line que se refiere a la cuenta de resultados de una empresa en términos económicos, sociales y ambientales. 

Pues bien, en los últimos tiempos en las propias revistas y textos que se estudian en las escuelas de negocios empieza a aparecer con más frecuencia un término nuevo: la irresponsabilidad social corporativa (en inglés, Corporate Social Irresponsibility). 

Veamos brevemente un par de casos que afectan a Total, como anticipo a un nuevo artículo en preparación tras los de la Vale (Saes et al, 2021) y de Impregilo-Salini (Bontempi et al, 2021). 
Unos pequeños mapas nos sitúan en dos de los escenarios más arriesgados donde opera Total, el Ártico ruso y el norte de Mozambique. En ambos aparece el combustible de moda, el gas natural licuado (GNL). ¡Un combustible de transición!

En el Ártico, justo al otro lado de la península de Yamal, en la región administrativa autónoma de Yamal-Nenets, donde ya está en funcionamiento el megaproyecto Arctic LNG1 (siglas del GNL en inglés), se ha estado construyendo un nuevo proyecto de LNG2 en la parte occidental de la península de Gydan, en el norte de Siberia. Las empresas involucradas en el proyecto son la rusa Novatek (60%), la francesa Total (10%) y Ekropromstroy (con participación china), con una inversión estimada de  25.500 millones de dólares.

3.600 conflictos causados por compañías extractivas

La deuda ambiental no figura en las cuentas corporativas

El 24 de mayo de 2018 se anunció en París, en presencia del presidente ruso, Vladimir Putin, y del presidente francés, Emmanuel Macron, que Total firmó un acuerdo con Novatek que describe los términos en los que el grupo francés adquirirá una participación operativa directa del 10% en este proyecto gigante de gas natural licuado. Considerando la participación aproximada del 19% de Total en Novatek y la intención de Novatek de retener el 60% del proyecto, el interés de Total en el nuevo proyecto superaría el 20%. 

Este movimiento hay que verlo en el contexto de las enormes inversiones en este territorio de Yamal, una de las fronteras extractivas del Ártico, de donde viene mucho del gas a Europa en los diversos gasoductos ahora en las noticias por la crisis de Ucrania. Lo que no sale tanto en las noticias son las repercusiones ambientales negativas local y globales, y el menosprecio de las poblaciones locales de personas y animales en el Ártico (Hanacek et al, 2022).

Comunidades desplazadas

Muy lejos de Yamal, en el norte de Mozambique, el proyecto de extracción y licuefacción de gas natural de Total conduce a terribles cambios en la provincia de Cabo Delgado. Lleva al desplazamiento de comunidades agrícolas y pesqueras que pierden sus medios de vida, e incentiva a los jóvenes para que se unan a los grupos rebeldes islamistas, como resumía hace ya algunos años el EJAtlas. Ilham Rawoot, de Amigos de la Tierra Mozambique/Justiça Ambiental (¡JA!), señalaba que las petroleras lideradas por Total —que se hizo cargo de una concesión de Anadarko's en 2019— estaban en el proceso de desplazar a miles de hogares, incluidos los de pescadores locales, sin una compensación adecuada. 

Se trata de un extractivismo bunkerizado en que Total reclama al Gobierno de Mozambique un perímetro fortificado de 25 kilómetros tras desplazar a la población local. Todo eso ha ayudado a una reacción de extrema violencia, donde, con tropas de Mozambique, países vecinos y soldados mercenarios, se intenta realizar una enorme operación de extracción y licuefacción de gas natural. Total tiene acceso directo al presidente de Mozambique, al de Francia y al de Rusia.

Uno se pregunta cómo puede aparecer verazmente todo esto. Y también qué falta en la contabilidad —incluso en los folletos de responsabilidad social corporativa— de una empresa como Total.