La izquierda ya no teme subir impuestos
Giro: Los grandes partidos progresistas lanzan nuevas propuestas para que los ricos paguen más al fisco tras dos décadas de impulsar rebajas con la tercera vía.
Alexandria Ocasio-Cortez, congresista demócrata en EE UU. FOTO: Ståle Gru
La batalla fiscal entre derecha e izquierda ha vuelto y a nivel mundial. Tras más de dos décadas de predominio en los grandes partidos progresistas de las ideas de la tercera vía, que asumía como propias buena parte de las ideas liberal-conservadoras, sus programas vuelven a incluir subidas de impuestos a los más ricos como apuesta no solo recaudatoria (aumentar los ingresos para financiar el Estado del bienestar), sino también para luchar contra la desigualdad, que está en niveles nunca vistos en el último siglo. Varias figuras prominentes del Partido Demócrata de EE UU (Alexandria Ocasio-Cortez, Elisabeth Warren, Bernie Sanders) abanderan propuestas para aumentar sensiblemente los impuestos a los más pudientes, al igual que en el Reino Unido el Partido Laborista y en España el PSOE, comprometido con esta línea en su pacto presupuestario con Podemos.
Estas tres formaciones destacaron especialmente en la conversión a los postulados de la tercera vía en la década de 1990: junto con el entonces líder del Partido Socialdemócrata alemán, Gerhard Schröder, el laborista británico Tony Blair y el demócrata estadounidense Bill Clinton abrazaron en nombre de la “modernización” del socialismo la propuesta de bajada generalizada de impuestos. En España, Felipe González ya fue un seguidor avant la lettre de estas tesis, que llevaron a José Luis Rodríguez Zapatero a proclamar solemnemente: “Bajar impuestos es de izquierdas”.
Sin embargo, el péndulo ha vuelto a darse vuelta, una década después de la peor crisis económica mundial desde el crash de 1929, que ha acelerado todavía más las desigualdades y ha dejado a los socialdemócratas en mínimos históricos: el tabú a proponer subidas de impuestos, al menos entre los más ricos, se ha caído.
La nueva sensación demócrata en EE UU, la joven congresista Alexandria Ocasio-Cortez, defiende un tipo del 70% para los ingresos superiores a los 10 millones de dólares anuales, un aumento sensible del tope actual, que Donald Trump ha rebajado al 37%. Apenas afectaría al 0,01% más privilegiado, que atesora el 5% de los ingresos del país, pero tendría un alto valor simbólico.
AUMENTO DE LA RECAUDACIÓN
El senador Bernie Sanders apunta en la misma dirección: tipo máximo del 77% solo para multimillonarios. Pero la propuesta más elaborada y rompedora es la de la precandidata Elisabeth Warren, asesorada por el equipo de economistas de Berkeley expertos en desigualdad (Emmanuel Saez y Gabriel Zucman), que trabajan con Thomas Piketty: propone una tasa anual del 2% sobre el patrimonio (ingresos, pero también activos) superior a los 50 millones de dólares y otro punto adicional a partir de los 1.000 millones. Estos economistas estiman que esta tasa, centrada en el 1% más rico, recaudaría 2,75 billones de dólares en 10 años. El premio Nobel Paul Krugman ha aplaudido la propuesta de Warren, a la que compara con el expresidente estadounidense Teddy Roosevelt, martillo de plutócratas.
Por su parte, el manifiesto electoral del Partido Laborista de Jeremy Corbyn en Reino Unido prevé tasas específicas para el 5% de los contribuyentes más adinerados, que supondrían una recaudación adicional de 6.400 millones de libras.
Y en España, la brecha derecha-izquierda vuelve a pivotar en parte sobre los impuestos. El acuerdo presupuestario Podemos-PSOE preveía subidas de dos puntos en los tipos impositivos para los contribuyentes con rentas superiores a 130.000 euros, aumento de cuatro puntos sobre las rentas del capital a partir de 140.000 euros, mayor control sobre sicavs, socimis y otros instrumentos utilizados en ocasiones como fórmulas heterodoxas de optimización fiscal dudosa, etc. Enfrente, el PP, Ciudadanos y Vox se presentan con la bandera de la bajada generalizada de impuestos: IRPF, sociedades, sucesiones…
La gran novedad es que no está nada claro que prometer bajadas generalizadas de impuestos sea una apuesta electoral ganadora. Los sondeos incluso empiezan a apuntar a lo contrario, incluso en EE UU, con larga tradición de reticencias al pago de impuestos. Un macrosondeo reciente de The New York Times, con 10.000 encuestados, revela que el 61% de los estadounidenses respaldan las propuestas fiscales de Warren, que tiene el visto bueno también de los votantes republicanos, y el 51% defiende las de Ocasio-Cortez.
Una reciente macroencuesta global en 21 países de la OCDE muestra que la opinión pública occidental apoya ahora de forma muy rotunda aumentar los impuestos a los ricos para combatir la pobreza: globalmente, el 70% defiende subir impuestos a los más adinerados para combatir la pobreza. Y un segmento muy importante de la población (el 40%) incluso afirma estar dispuesta a rascarse personalmente el bolsillo si es para mejorar la sanidad y las pensiones públicas.
Los sondeos muestran apoyo al aumento de los tipos máximos
En España, solo el 8% cree que pagan más los que más tienen
España no está incluida en la encuesta, pero la tendencia se refleja también en los sondeos del CIS: la sensación de que los ricos no pagan lo que les correspondería se ha acentuado con la crisis: solo el 8,5% considera que los impuestos “se cobran con justicia y pagan más los que más tienen”, cuando en 2007 eran el 13,8%. En el último sondeo específico sobre fiscalidad (2018), el 45,1% apuesta por “mejorar los servicios públicos aunque haya que subir impuestos”, frente al 20% partidario de “pagar menos impuestos aunque haya que reducir los servicios públicos”.
En España el margen parece mayor que en otros países occidentales: la presión fiscal (ingresos en relación al PIB) sigue siete puntos por debajo de la media en la eurozona; y si se centra en los ingresos personales está por debajo de EE UU y Reino Unido.