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Las pensiones de Pinochet

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Octubre 2016 / 40

Negocio: Oleada de protestas contra el modelo de jubilación, que está en manos de entidades privadas.

Protesta en Valparaíso contra el sistema de pensiones.  FOTO: JAVIER SAN MARTÍN

Cuando el vaso está lleno, una gota basta para que se desborde. La gota ha sido la noticia de que una periodista, Myriam Olate, esposa de un dirigente socialista, ha logrado hacerse con una pensión mensual de 7.000 euros, una auténtica fortuna en Chile, donde la pensión media no llega a los 120 euros. El vaso que estaba lleno es el del cabreo con el sistema que impuso el general Pinochet para las jubilaciones, y el desborde se ha concretado en jornadas de movilizaciones masivas en  julio y agosto.

El sistema de pensiones chileno, puesto en marcha en 1981 y basado en la capitalización individual, supuso la ruptura total con el sistema de reparto y solidaridad entre generaciones que había en Chile, similar al  vigente en España y la mayor parte de Europa. Los militares impusieron el sistema a todos los chilenos menos a un grupo: ellos. Los miembros de las fuerzas armadas y de cuerpos policiales siguieron igual . Y treinta y cinco años después, una funcionaria de los Carabineros puede cobrar 7.000 euros de pensión al mes mientras el chileno de a pie ha de conformarse con 120 euros (340 si ha cotizado el máximo de tiempo), según un informe encargado por la presidenta Michelle Bachelet.

¿Es el sistema neoliberal de pensiones chileno un fracaso?

José Piñera, el ministro que impulsó el  sistema, criticaba en 1980 que las pensiones del momento no llegaran a la mitad del último salario y sugería que con el nuevo sistema, tras cotizar toda la vida laboral, deberían ser al menos “un 70% de la última remuneración anual”.

 

TASA DE REEMPLAZO

Esa cifra estimada, tan estimulante, contrasta con la realidad plasmada en el citado informe oficial. La tasa de reemplazo mediana —es decir, el porcentaje que cobró el pensionista medio en relación con su salario de los últimos diez años— fue del 34% en el período estudiado (2007-2014), menos de la mitad del 70%. Si a ello se añade las contribuciones complementarias del Estado a las pensiones más bajas, la tasa alcanza el 45%.

¿Mejorará cuando se jubilen las generaciones que sólo han cotizado para las nuevas pensiones? No, según el informe, que hace una proyección para los que se jubilen entre 2025 y 2035. Entonces la tasa de reposición  caerá todavía más y será del 15,3% en las pensiones autofinanciadas. Eso quiere decir que la mitad de los chilenos que se jubilen cobrarán el 15,3% o menos de lo que hayan ganado entre 2015 y 2025, mientras que la otra mitad cobrará ese porcentaje o más. Sólo al agregar las aportaciones solidarias con cargo al contribuyente para las pensiones más  bajas se llegará al 37,2%. 

Las cifras no diferencian entre hombres y mujeres. Al hacerlo, ellas siempre salen  peor paradas. El 37,2% citado, por ejemplo, se corresponde con un 42% para los hombres y un 31% para las mujeres.

¿Es el sistema de pensiones chileno, el gran modelo neoliberal, un completo fracaso? Depende. “Es hora de crear un nuevo esquema que, basado en la libertad y la justicia, permita al trabajador una vejez digna, y al país acelerar su marcha hacia el desarrollo económico y social”, decía el pinochetista Piñera en 1980. No ha logrado que el trabajador tenga “una vejez digna”, pero ha acelerado el desarrollo económico fortaleciendo a las  grandes empresas y  bancos. Desde 1981 todos los asalariados  deben  depositar el 10% de su salario bruto en una administradora de fondos de pensiones  (AFP) y pagar una comisión media del 1,14% del salario, pero que durante años superó  el 2%, el  20% del dinero depositado.

Así, un pequeño grupo de seis AFP  lleva treinta y cinco años haciéndose sin esfuerzo con lo que ahorran los trabajadores para la vejez y cobrando por ello. Si las inversiones del fondo van mal, como en 2008 y 2009, quien asume el riesgo y pierde su dinero es el afiliado.

En el período posterior a la crisis, con el malestar por las bajas pensiones en aumento, las AFP duplicaron  beneficios. Pero más allá de esas ganancias (767 millones de euros en 2015), las AFP son poderosas porque manejan fondos por valor de 170.000 millones de dólares, el 70% del PIB chileno. Desde la atalaya que les proporcionó Pinochet llevan décadas marcando el rumbo de la economía del país y condicionando al poder político. Las movilizaciones actuales pretenden quebrar su poder y volver al viejo sistema de reparto, mientras  el Gobierno busca corregir los desmanes sin cuestionar el sistema de capitalización. El pulso promete ser largo.