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Las reformas no cambian la vida

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Mayo 2016 / 36

Economía: Pese a los cambios de Castro para modernizar la economía, el crecimiento es decepcionante y el día a día de los cubanos no mejora.

 Tienda de libros en el centro de la ciudad de Santiago. FOTO:  URS FLUEELER/123RF

“Sin prisa, pero sin pausa”. Esta es la consigna de Raúl Castro a propósito de las reformas que hay que llevar a cabo en Cuba, y es innegable que el proceso no va deprisa. En abril de 2011, el VI Congreso del Partido Comunista Cubano aprobaba más de 300 “líneas directrices” para “actualizar el modelo económico cubano”. Cinco años más tarde, cuando la isla acaba de recibir al presidente norteamericano, Barack Obama, y celebró entre el 16 y 18 de abril pasado  el VII Congreso del Partido, que pretendió  redefinir su modelo económico para los próximos años, la lista de los lineamientos puestos en marcha dista mucho de estar completa, y los resultados son muy modestos: el crecimiento no ha superado el 2,8% de media desde 2011.

Sin embargo, el poder no ha permanecido de brazos cruzados. Dirigido desde 2006 por Raúl Castro, el hermano de Fidel, el país ha llevado a cabo muchas reformas: desarrollo del sector privado y reducción del público, aumento de la autonomía de los empresas estatales, transferencia de tierras del Estado a los campesinos, libertad (aunque con limitaciones) de compraventa de viviendas y automóviles, etc.

 

APERTURA HACIA LO PRIVADO

Hoy trabajan por su cuenta (cuentapropistas) 500.000 personas en el sector no agrícola, sobre todo en la restauración, la vivienda y el transporte. En 2011 eran 150.000. El sector privado alcanzaba en total 1,1 millones de activos en 2014 (sobre aproximadamente 5 millones) si añadimos el segmento agrícola de dicho sector: pequeños propietarios, cooperativas y usufructuarios (véase el recuadro). Pero los cuentapropistas siguen circunscritos a actividades del sector servicios, con frecuencia poco cualificadas y su número está alcanzando el techo. Las autoridades parecen favorecer ahora las cooperativas no agrícolas, autorizadas en 2012, especialmente en la restauración, explica Jérôme Leleu, doctorando en la EHESS  (Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, en sus siglas en francés) y especialista en la isla caribeña.

 

AUMENTAN LAS DESIGUALDADES

En muchos ámbitos, las reformas no han alcanzado sus objetivos. Según Raúl Castro, el Estado debía deshacerse de 1,3 millones de asalariados; el economista reformista Pavel Vidal Alejandro dice que  se han suprimido de 600.000 a 700.000 puestos de trabajo. Hasta ahora, Cuba tiene un circuito en pesos convertibles con el mismo valor que el dólar para los turistas y los productos de importación y otro en pesos cubanos que valen 24 veces menos. En principio, este año debería llevarse a cabo la unificación monetaria, pero hasta ahora no se ha hecho casi nada en este sentido.

La unificación del peso convertible con el cubano no avanza

Los pequeños propietarios se hallan en el sector servicios 

Lo más importante es que estas medidas no han mejorado significativamente la vida de la mayoría de los cubanos, estima Pavel Vidal. “El coste de la vida ha aumentado, muchas familias se han visto golpeadas por las supresiones de empleos en el sector estatal, se han retirado productos de la libreta, la cartilla de racionamiento que da derecho a productos básicos a precios bajos en las tiendas estatales”. El salario mínimo sigue siendo muy bajo: 27 dólares mensuales a finales de 2015. “Hasta el momento, los únicos que se han beneficiado de las reformas son las familias que han logrado abrirse un hueco en el sector privado”. Pero para lanzarse a este mercado, los nuevos emprendedores dependen con frecuencia de las remesas de los cubanos del extranjero. Esto hace aumentar las desigualdades entre quienes tienen acceso a esas aportaciones exteriores (1.700 millones de dólares en 2014, según cifras oficiales) y el resto. Como la mayoría de los que han emigrado son blancos, los negros y mestizos (del 60% al 70% de la población según estimaciones no oficiales) se encuentran en situación desfavorable. 

 

ATRAER INVERSORES EXTRANJEROS

Si el crecimiento no despega, se debe especialmente a la debilidad crónica de la inversión: en 2013 representaba únicamente el 8,9% del producto interior bruto (PIB), según la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), dependiente de la ONU. De ahí la importancia de los inversores extranjeros, a los que la isla intentó atraer con una nueva ley en 2014: más flexible y con ventajas para ellos, creó una zona franca en torno el nuevo megapuerto de Mariel, destinado a convertirse en una encrucijada comercial para toda la región. 

La Habana debe diversificar urgentemente sus socios. Sus intercambios con Venezuela representan “cerca del 15% del PIB”, calcula Pavel Vidal, “es decir, la mitad de lo que significaba la dependencia de la Unión Soviética” en 1989, cuando el fin de la URSS puso de manifiesto el sometimiento de la economía cubana.  Cuba recibe de 80.000 a 90.000 barriles de petróleo diarios de Caracas y su primera fuente de divisas es el envío de médicos y otros cooperantes al extranjero, especialmente a Venezuela y Brasil (10.000 millones de dólares) . Pero la economía venezolana está en plena crisis y el chavismo agoniza. 

Los intercambios con Venezuela representan en 15% del PIB cubano

El levantamiento del embargo por parte de EE UU va para largo

Frente a este peligro, Raúl Castro ha iniciado un acercamiento a Estados Unidos y a Europa. El embargo estadounidense se ha suavizado, aunque su levantamiento, que depende del Congreso norteamericano, va para largo. El presidente cubano refuerza también sus lazos con China, segundo socio comercial y primer inversor extranjero. Además, la isla ha diversificado sus fuentes de divisas. A las que proporcionan los cooperantes, se suman las del turismo (2.600 millones de dólares), las minas (níquel) y las medicinas, y la biotecnología, un sector que, desde los años 1980, cosecha notables éxitos.

En el futuro, Cuba podría intentar afirmarse en otros nichos gracias a su mano de obra cualificada. Sin embargo, todo ello no arreglará el problema fundamental: la muy insuficiente productividad de su economía. ¿Qué progreso podrá hacerse al respecto? ¿Será suficiente para disminuir el descontento de la población? La cuestión es crucial en un momento en que una nueva generación de dirigentes debe tomar el relevo en dos años. 

 

Dos agricultores trabajan cerca de la ciudad de Holguín. FOTO:  URS FLUEELER/123RF

FRACASO

Los agricultores siguen malviviendo

“Trabajamos como mulas para casi nada”. El hombre que habla, Erian Díaz Guerra, es un usufructuario, uno de esos campesinos a los que el Gobierno ha dejado tierras en “usufructo”, con el que nos hemos encontrado recientemente en el este de la Isla, cerca de Holguín. En 2014, más de 300.000 campesinos, es decir, un tercio de la población activa agrícola, producía según este estatuto, que se ha ampliado a través de las leyes de 2008 y 2012.

El Estado les vende los insumos y les compra la mayor parte de la cosecha, pero los precios que fija no dejan suficiente margen para invertir. Además, este año “no ha habido ‘paquete tecnológico’ (abono, pesticidas)”, explica el agricultor. La empresa estatal ha llegado a acuerdos con “dos o tres campesinos” frente a los “más de 200” del ayuntamiento. El resto ha debido acudir al mercado negro, donde los productos valen “el doble o el triple” del precio oficial. “Y a veces quien te lo vende es el mismo que te lo debería proporcionar legalmente”. Erian tiene un tractor, pero “no hay quien encuentre las piezas para repararlo”. Los agricultores privados pueden ahora obtener créditos bancarios, pero primero tienen que asegurar la cosecha y el seguro no cubre el frecuente riesgo de sequía o de ciclón. Por ello, “un montón de campesinos no pueden pedir créditos”.

Resultado: el traspaso de tierras no ha tenido hasta hoy demasiado impacto sobre la producción agrícola, que sigue siendo muy insuficiente. El país sigue importando el 80% de su alimentación.