Las tierras raras, la gran baza china
Tensión: Pekín controla las existencias de 17 minerales imprescindibles para fabricar alta tecnología y de los que depende EE UU.
Minería a cielo abierto en China. Debajo, la tabla
periódica de elementos. Foto Getty images
A Occidente le cuesta comprender China. En el año 1992, el dirigente del gigante asiático Deng Xiaoping comentó: “Oriente Medio tiene petróleo, China tiene tierras raras”. A sus 88 años, nadie le hizo caso fuera de las fronteras de su país. Un cuarto de siglo después, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, evita penalizar las importaciones de estas materias primas en la guerra comercial que sostiene con China porque son imprescindibles en los productos de alta tecnología que fabrica la industria estadounidense, desde teléfonos inteligentes a misiles, pasando por lámparas de bajo consumo y material quirúrgico. Dos terceras partes de la producción mundial de estos elementos se procesan en China, cuyo subsuelo alberga casi la mitad de las reservas mundiales.
Se les denomina tierras raras, pero en realidad poco tienen de extrañas y sí mucho de uso potencial. Se trata de 17 elementos de la familia de los minerales lantánidos y se les considera clave en el desarrollo de este siglo, hasta el punto de que EE UU los tiene catalogados como metales de importancia estratégica desde 1981. Pero este país solo dispone del 12% de las reservas mundiales y decidió cerrar sus explotaciones en la década de 1980 debido a su baja rentabilidad. La extracción de estos minerales es muy costosa porque hay que refinarlos y separarlos de otros elementos. Es un procedimiento que genera residuos tóxicos y convierte su manipulación en un trabajo peligroso por sus altos niveles de contaminación.
China hizo todo lo contrario y actualmente domina la cadena industrial mundial de las tierras raras. Apostó en su día por su explotación, a pesar de su alto coste económico y medioambiental, y no parece haberse equivocado. La producción mundial pasó de las 40.000 toneladas a principios de la década de 1990 a las 170.000 de 2018 y con una tendencia al alza tanto de los precios como de la demanda, ya que forman parte de numerosos objetos que utilizamos todos los días. Y a ello se suma el control casi absoluto del mercado que ejercen las empresas del gigante asiático, ya que más del 70% de la producción mundial sale de sus minas y factorías, según US Geological Survey.
Estas cifras vienen a darle la razón, décadas después, a Deng Xiaoping y a los mandatarios chinos que asumieron entonces el riesgo de desarrollar la explotación de estos materiales, ya que se han convertido en una industria muy rentable. A modo de ejemplo, el precio del itrio, un mineral que se emplea para las baterías, la fibra óptica y la industria militar, se ha duplicado en cuatro años, y el del neodimio, que es un componente básico de los discos duros de los ordenadores y de los láseres de uso militar, ha aumentado el 50% en cuatro años.
La creciente demanda mundial de estos minerales para productos de alta tecnología, que también se hallan en explotaciones menores en India, Brasil, Vietnam, Rusia y Australia, pone de manifiesto, asimismo, su alto valor estratégico. Son un arma potencial con la que China puede contrarrestar, llegado el momento, la escalada arancelaria que Trump pretende aplicar a los productos chinos para doblegar a Pekín en la guerra comercial que mantienen ambos países. Y es que, según Xnhua, el gigante asiático suministra el 80% de las importaciones norteamericanas de tierras raras para fabricar sus productos de alta tecnología, tanto de uso civil como militar, y un recorte de estas exportaciones encendería las alarmas en Washington.
PRIMERA ADVERTENCIA
Es precisamente esta dependencia lo que ha impulsado en las últimas semanas a Pekín a lanzar sus primeros avisos acerca de la posibilidad de incluir estos minerales en la batalla comercial. La primera advertencia llego el primero de junio, cuando aumentaron las tasas de importación sobre las tierras raras que les llegan de la única explotación estadounidense para su refino antes de devolverlas a EE UU. Proceden de una mina de la localidad californiana de Mountain Pass, que ha retomado su actividad de la mano de unos inversores chinos, tras más de una década de permanecer cerrada.
El siguiente aviso fue más sutil, pero encendió la mecha y los medios de comunicación locales se encargaron de propagarlo como pretendía Pekín.
La iniciativa consistió en anunciar la visita del presidente chino, Xi Jinping, y su mano derecha y principal negociador con EE UU, Liu He, a una planta de procesamiento de tierras raras de una de las principales empresas del sector, JL Mag Rare-Earth, en Ganzhou, en la provincia oriental de Jiangxi. Dos días mas tarde, el órgano oficial de Partido Comunista chino daba cuenta de la visita y señalaba en su editorial que EE UU no debe subestimar la capacidad de China para luchar en la guerra comercial que les enfrenta. Una advertencia que además estaba escrita en un lenguaje históricamente significativo para los chinos.
El editorial del rotativo comunista incluía la frase “no digáis que no os lo advertimos”, un redactado que fue utilizado en el año 1962, antes de que China se enfrentará a India en un conflicto bélico que duró un mes y se saldó con la victoria de Pekín. Esta expresión volvió a ser publicadas en 1979, antes de que estallara la guerra entre China y Vietnam, que también se decantó a favor del gigante asiático. “Aquellos que están familiarizados con el lenguaje diplomático chino saben el peso de esta frase”, sentenció a su vez un comentarista del periódico nacionalista Global Times, perteneciente también al grupo del Diario del Pueblo.
CONTRAMEDIDAS
Y para acabar de calentar los ánimos, a finales de mayo, el director del Global Times dio a entender que las autoridades chinas estudiaban restringir las exportaciones a EE UU. “Según lo que sé, China está considerando seriamente restringir las exportaciones de tierras raras a EE UU. China también puede tomar otras contramedidas en el futuro”, escribió Hu Xijin en Twitter.
“No digáis que no os advertimos”. Así inicia China sus guerras
El país estudia reducir la exportación de tierras raras a EE UU
No sería la primera vez que China, que posee el 45% de las reservas mundiales de estos minerales, recorta sus ventas al exterior como consecuencia de una disputa con otro país. En septiembre de 2010, Pekín bloqueó las ventas a Japón como represalia por la detención de un pesquero chino en medio de una disputa por la soberanía de las islas Diaoyu o Senkaku, en su denominación en japonés.
Esta iniciativa provocó la reacción de las principales potencias tecnológicas del planeta. EE UU y Japón encabezaron una protesta ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), que obligó a Pekín a levantar la prohibición. La acción disparó, en paralelo, las alarmas en Washington, que empezó a estudiar cómo disminuir la dependencia del ejército norteamericano respecto a las tierras raras chinas. Y es que los visores nocturnos, los telémetros e incluso los misiles de la primera potencia mundial precisan estos minerales procedentes del gigante asiático. La situación preocupa especialmente a EE UU, no solo porque la casi totalidad de la producción procede de China, sino porque, además, controla las minas que hay en otros países.
Pekín, por el momento, se ha limitado a recordar al mundo en general y a Washington en particular que tiene en sus manos la llave de las nuevas tecnologías y de las energías limpias para el desarrollo del planeta, un botón nuclear que puede activar en cualquier momento y acción que el Global Times se encargó de recordar en su momento al señalar que la prohibición de las exportaciones de las tierras raras puede ser “un arma muy poderosa en la guerra comercial”.