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Lección de Finlandia... con pinzas

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Abril 2019 / 68

Objetivo: Los defensores de una renta universal la conciben contra la pobreza, no para crear empleo.

Baño de invierno en Helsinki. Foto: Ninara

La renta básica parcial que han percibido 2.000 personas en paro en Finlandia no está teniendo un impacto significativo en su nivel de ocupación, pero sí está derivando en efectos positivos sobre su bienestar, según los resultados preliminares del primero de los dos años (2017 y 2018) durante los que este país ha aplicado un ensayo de cara a eventuales reformas en su Seguridad Social, y que fueron presentados el pasado febrero. Esta constatación ha sido utilizada por los detractores sobre la renta básica universal (RBU) para considerar la medida como un fracaso, más aún visto que el Gobierno de Helsinki ha decidido no continuar con la prueba, aunque la decisión de no seguir fue tomada en abril de 2018, antes de conocer sus resultados preliminares. Sin embargo, los partidarios de una renta  universal marcan distancias con el propio diseño de la renta finlandesa y con la interpretación de las consecuencias de lo ocurrido.

“Sorprende que se utilice un experimento parcial, sin resultados definitivos, interrumpido antes de tiempo y a falta de un informe final para dar la renta básica por muerta”, señala el catedrático de Economía Aplicada de la Uned y miembro de Economistas sin Fronteras Juan Gimeno. “Y más que se haga precisamente con el argumento del impacto neutro que el experimento ha tenido sobre el empleo en esta prueba preliminar”, añade. 

Fue el Gobierno finlandés el que planteó como objetivo ver si percibir una cuantía mensual de 560 euros al mes incentivaba el empleo entre personas desempleadas de entre 25 y 58 años que percibían ayudas condicionadas. “En un país con un nivel de vida como el de Finlandia, ¿qué cabía esperar? Las críticas evidencian en el fondo la vieja mentalidad de que quien no tiene un empleo tiene la culpa de no tenerlo, cuando en buena parte lo determinan las circunstancias y el mercado”, añade Gimeno, partidario de tomar los resultados del ensayo “con  muchísima precaución”.

El experimento finlandés —cuyo coste asciende a 20 millones de euros— mantiene grandes diferencias con la RBU, cuyos partidarios desvinculan del empleo la percepción de una renta que, en cambio, plantean como un arma para combatir la pobreza. La conciben como un derecho de cualquier persona por el solo hecho de ejercer su ciudadanía, al margen de si trabaja o no, o de si es una persona rica o sin recursos. La completan con una reforma fiscal a fondo que impidiera que los más ricos salieran ganando.

 

EVALUAR SOLO A PERSONAS EN PARO

“No tiene mucho sentido plantear una renta individual con independencia de la situación y las rentas familiares de la persona”, apunta Lluís Torrens, director de Planificación e Innovación del Área de Derechos Sociales en el Ayuntamiento de Barcelona, q ue  está realizando  un  ensayo con cuatro tipos de ayudas distintas —condicionadas y no condicionadas— en el que participan un millar de familias de barrios desfavorecidos de la ciudad. Las familias reciben 568 euros, aunque esta cuantía es una media porque, según factores como las características de la unidad familiar o lo que cueste su vivienda, los ingresos varían y van de los 100 euros a los 1.600. El experimento está cofinanciado con fondos europeos.

Es lo que se ha hecho en Finlandia, donde la prueba se ha realizado eligiendo a ciudadanos de forma aleatoria de modo disperso en el país. En una extenso artículo publicado en Sinpermiso, el activista pro RBU Scott Santens criticaba recientemente cómo un intento inicial de evaluar qué haría una persona aleatoriamente seleccionada si se le proporcionara una renta básica incondicional en vez de las existentes prestaciones condicionadas se había acabado transformando en un test para ver qué haría una persona en paro si se le proporcionara una renta básica parcial añadida al resto de prestaciones condicionadas existentes. “Evaluar solo a los parados [2.000 frente a un grupo de control de 173.222] es obviar cómo una RBU impactaría en la mayoría de la población”. La prueba no se realizó  en una comunidad precisa para ver las distintas reacciones de todo el mundo, sino de forma dispersa y excluyendo a personas con empleo. Y, además, el grupo de tratamiento seguió percibiendo el 83,3% de las prestaciones condicionadas, lo que supone no haber reducido el grado de burocracia como se pensaba.

La renta parcial finlandesa no desincentivó el empleo

El aumento del bienestar fue patente entre los perceptores

“Aceptar un empleo seguía comportando perder las ayudas a la familia y otras prestaciones y, posiblemente, perder la prestación del hogar”, subraya Santens, que consideró este hecho “un gran desincentivo al empleo”.

Pese a ello, el grado de ocupación de los participantes superó ligeramente, aunque no de modo significativo, al del resto. Los beneficiarios de esta renta básica registraron de media 0,5 días más ocupados que el grupo de control, o una media de 49,64 días empleados durante el primer año de experimiento, frente a los 49,25 días de quienes  no la percibieron. “Eso significa que incluso una renta parcial como la finlandesa ratifica una renta básica que no sea desorbitada, no desanima el empleo y, en cambio, mejora enormemente la salud mental y la sensación de bienestar”, incide Gimeno. Además, el 43,7% de perceptores tuvo ingresos procedentes del autoempleo, frente al 42,8% del grupo de control, aunque lograron ingresos 21 euros inferiores. 

Por otra parte, con el experimento se incrementó el 50% las horas dedicadas a actividades de voluntariado y el 35% las dedicadas a actividad de cuidados. El profesor de Derecho de la Universidad de Comillas José Luis Rey señala en este sentido: “la renta básica universal pone en valor el trabajo, que no puede confundirse con el empleo y que no recoge el producto interior bruto (PIB), como demuestra la lucha feminista”. Rey remarca: “no hemos salido de la concepción empleocéntrica de siempre”, en un momento de incertidumbre sobre el impacto que tendrá la automatización sobre el empleo, y en especial sobre el menos cualificado, con una perspectiva de dualización del mercado laboral. La cuestión es si cualquier empleo, sea o no digno, es mejor que ninguno.

 

MAYOR SATISFACCIÓN EN BARCELONA

“Si igualmente hay que pagar políticas de protección, es mejor que no sea una protección condicionada”, apunta Torrens, quien enfatiza no solo que el desincentivo a trabajar “es más elevado entre los titulares de una transferencia monetaria condicionada que en los hogares que perciben una no condicionada”, sino también los efectos positivos de las ayudas no condicionadas en materia de bienestar, seguridad, reducción de estrés, confianza y retroceso de los problemas de salud mental. En el caso de Finlandia, los resultados fueron contundentes. También lo fueron en el caso de Barcelona.

De acuerdo con la evaluación de la UAB y el ICTA sobre el impacto del B-Mincome en Barcelona, la satisfacción general con la vida subió de 5,04 a 6,44 entre octubre de 2017 y diciembre de 2018 (el 27,9% de aumento). La satisfacción ha mejorado tanto con relación a la salud como a la situación económica.

Los dos temas clave de la RBU son la cuantía y la financiación. En este sentido, Rey reclama una mayor progresividad fiscal y una cuantía que permita cubrir las necesidades básicas. “La cuantía que se planteaba en la iniciativa legislativa popular impulsada por los sindicatos en el Congreso [426 euros a toda persona en paro, en 2017] era inferior al umbral de la pobreza, por encima de los 600”, recuerda en este sentido el profesor de la Universidad de Comillas, que sugiere empezar con una renta básica para niños pensada para erradicar la pobreza infantil.