Lecciones de EE UU sobre el ‘fracking’
Europa no debe esperar ningún milagro de la explotación de petróleo y de gas de esquisto (el famoso fracking) a tenor de su resultado económico cosechado al otro lado del Atlántico.
Protesta contra el gas de esquisto (fracking) en el Parlamento Europeo (2012).FOTO: UNIÓN EUROPEA 2012 -EP
La extracción de gas de esquisto en Francia y otros países de Europa ¿podría estimular nuestro hoy renqueante crecimiento? Un estudio del Institut du Développement Durable et des Relations Internationales (Iddri) ha evaluado el impacto económico de este tipo de explotación en Estados Unidos, único país en el que está desarrollado intensamente (1). La conclusión de dicho estudio es que quienes creen que el fracking impulsará la competitividad y el crecimiento de la Unión y reducirá su dependencia energética son unos ilusos.
Es cierto, indica el Iddri, que de 2005 a 2013, gracias a esos yacimientos, denominados “no convencionales”, la producción de gas en EE UU aumentó un 33% y la de petróleo, un 52%, y que ello ha permitido una importante reducción de la dependencia energética en el caso del gas (aunque muy relativa en el del petróleo). A ello se suma que el precio del gas también ha experimentado una bajada drástica en el mercado estadounidense, lo cual ha supuesto que durante los años negros que han seguido a la crisis de 2008, el gas de esquisto haya acudido en socorro de una economía malparada y haya aportado durante el período 2008-2012 el equivalente a cerca de un punto del PIB.
Sin embargo, según calcula el Iddri, esa contribución será mucho más modesta a largo plazo. Por un lado, el precio actual del gas en Estados Unidos no mantendrá ese nivel y aumentará sensiblemente en el futuro, fundamentalmente porque los yacimientos más rentables comienzan a agotarse. Además, es de suponer que el crecimiento económico medio sea mayor que durante los años de crisis. De acuerdo con un crecimiento del 1,4% anual durante los años 2012-2035, el Iddri estima que la contribución total del gas y el petróleo de esquisto en el PIB será de poco más de medio punto para el conjunto del período.
Las ganancias ligadas al bajo precio del gas de estos últimos años deben, además, relativizarse. En la industria, han favorecido sobre todo a sectores muy consumidores de gas, como la producción de fertilizantes y la fabricación de aluminio, que solo representan el 1,2% del PIB. Aunque las exportaciones netas de esos sectores intensivos en gas han pasado de 10.000 millones de dólares en 2006 a 27.000 millones en 2012, en el mismo período, el déficit del sector manufacturero en su conjunto ha pasado de 662.000 millones de dólares a 779.000 millones.
Todo menos una panacea
En lo que a los hogares se refiere, el impacto ha sido poco perceptible, dado que el porcentaje del gas natural en su consumo de energía es muy bajo. Por el contrario, su desembolso en energía ha aumentado, debido al alza del precio del petróleo y de la electricidad, cuyas tarifas han subido el 25% entre 2005 y 2012, pese al aumento de la proporción del gas en el mix eléctrico.
Si Europa se decidiera a explotar su gas de esquisto, las ganancias serían aún más limitadas que las de Estados Unidos, concluye el Iddri. Su capacidad de producción, aún embrionaria, no cubriría más que del 3% al 10% de sus necesidades en el horizonte de 2010-2015. Estos niveles no impedirían la dependencia del extranjero y su impacto en los precios sería muy limitado.
1. “Unconventional Wisdom: an Economic Analysis of US Shale Gas and Implications for the EU”, por Thomas Spencer, Oliver Sartor et Mathilde Mathieu, Iddri, febrero de 2014 (www.iddri.org).