Leche europea para países emergentes
Productivismo: Europa acaba de pasar página de las cuotas lecheras e impulsa la producción en ‘megagranjas’ desde las que abastecer la creciente demanda de las economías en vías de desarrollo, con un duro impacto social y medioambiental.
FOTO: COMISIÓN EUROPEA
Con la desaparición, el pasado primero de abril, de las cuotas lecheras, la carrera hacia el productivismo se acelera. De aquí a 2020, la región francesa de Bretaña, que produce casi un cuarto de la leche francesa, prevé aumentar su volumen el 18%. Holanda, el 20%. Irlanda, el 50%. El objetivo es exportar para responder a la demanda de los países del Sur. El mercado europeo es ya maduro pero, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el consumo de leche de los países en desarrollo debería aumentar el 22% en una década.
“La conquista de los mercados emergentes, sin el freno de las cuotas lecheras que limitaban hasta ahora la producción europea, agigantará la competitividad entre productores y la carrera por aumentar de tamaño. Para poder equiparse con robots de ordeño, una maquinaria resulta rentable a partir de 60 vacas.
En la región francesa de Somme, la granja de 1.000 vacas, que inició su explotación el pasado mes de septiembre (con 150 animales), ilustra este fenómeno. El proyecto, lanzado hace seis años, ya tiene réplicas. Otras tres megagranjas lecheras —dos para la producción de leche de vaca en las regiones francesas de Finisterre e Indre-et-Loire y una para leche de oveja en los Pirineos Atlánticos— están ya muy avanzados.
Las explotaciones de más de 100 animales suponen el 42% de las que existen en Alemania y el 47% de las de Holanda. Francia estima que pasará del 16% al 33% en 2025.
La demanda lechera de los países en desarrollo crecerá el 22%
Francia, Holanda e Irlanda ven disparar su producción de leche
La existencia de cuotas lecheras no ha impedido, sin embargo, la concentración de la producción con todos los atentados al medio ambiente, además de las desapariciones de empleo que ello conlleva. Desde el establecimiento de las cuotas, en 1984, Francia perdió el 80% de sus granjas lecheras. El número de vacas se ha dividido por dos, pero la producción sólo ha disminuido el 7% pues el rendimiento ha pasado de 3.639 toneladas de leche a 6.710 toneladas por animal y año. De este fenómeno no se libra ningún país de Europa: en la última década ha desaparecido anualmente el 10% de las explotaciones en España o Dinamarca.
Francia había optado hasta ahora por congelar el reparto de cuotas entre las diversas cuencas de explotación: los agricultores que deseaban ceder cuotas sólo podían hacerlo en la misma región. En Alemania o en Holanda, por el contrario, la existencia de un mercado nacional de cuotas ha provocado un aumento de los desequilibrios entre las zonas más productivas y el resto.
PRECIOS VOLÁTILES
La desaparición de las cuotas aumentará también la actual volatilidad del precio de mercado. Al alza en 2013 y hasta mediados de 2014, los precios de compra de la leche, definidos en los contratos entre industriales y ganaderos, tienen tendencia desde entonces a estancarse. Debido a unas condiciones climáticas excepcionales, la producción mundial de leche registró una cifra récord el año pasado, mientras que la demanda se contrajo debido sobre todo al embargo decidido por Rusia, segundo importador mundial. Actualmente, se acumulan los excedentes y los precios se dividen.
Los analistas avanzaron que, en Europa, el precio, que estaba en torno a 350 euros los 1.000 litros a finales de 2014, caería por debajo de la barrera de los 300 euros en los primeros meses de 2015. El eurodiputado José Bové da la señal de alarma: “Los industriales han presionado para eliminar las cuotas y tener una materia prima lo más barata posible. Actualmente, los precios amenazan con hundirse. Vamos hacia un conflicto”.
Un conflicto social y también medioambiental. La concentración de las explotaciones lecheras y la desaparición de los sistemas mixtos agricultura-ganadería perjudican la biodiversidad y aumentan la contaminación local. Por ejemplo, en el suroeste francés, la producción lechera tiende a desaparecer en favor de la extensión de los cereales, lo cual lleva consigo un mayor consumo de pesticidas y de abono. En zonas dedicadas ahora exclusivamente a los cultivos en grandes superficies, como en Bauce, ya no hay excrementos de animales para fertilizar los campos. Todo el sistema descansa en los aportes de nitrógeno de síntesis, cuyo nivel de consumo contamina gravemente las aguas.
CONTAMINACIÓN
Por el contrario, en las zonas donde la ganadería está muy concentrada, como en Bretaña, los índices de nitratos en aguas dulces son demasiado elevados debido al vertido de purin* en cantidades que exceden a la capacidad de absorción de las plantas y los suelos. En esta región, el aumento de la producción lechera va a plantear rápidamente problemas: “Habría que crear espacios adicionales para los vertidos, pues los productores han llegado ya al límite de la cantidad autorizada por la directiva nitrato de la Unión Europea”, puntualiza Jean-Louis Peyraud, investigador en el Inra.
Además, según el Centro Interprofesional Técnico de Estudios de la Contaminación Atmosférica (Citepa, en sus siglas en francés), las granjas lecheras representan, al menos, el 6% de las emisiones francesas de gas de efecto invernadero, debido fundamentalmente a la emisión de metano por los rumiantes. Aumentar la producción lechera para la exportación provocará una alza de las emisiones de metano así como de óxido de nitrógeno (procedente de los excrementos animales), debido fundamentalmente a que las vacas superproductivas viven menos que las razas rústicas, lo cual exige un aumento del número de becerras (y, por tanto, el de las deyecciones correspondientes) para garantizar la reproducción del ganado.
Para reducir el impacto medioambiental de la producción lechera, lo ideal sería revalorizar la alimentación con hierba y la producción local de plantas proteaginosas* destinadas a la alimentación animal, pero es mucho más barato recurrir a las importaciones de soja. Esta orientación, incompatible con la voluntad de aumentar la producción lechera para la exportación, no está a la orden del día. En cuanto a la recuperación de los excrementos animales para transformarlos en gas —la denominada metanización— no es en sí una respuesta sobre el tipo de agricultura que se debe promover: puede ponerse al servicio de una agricultura preocupada por el empleo y el medio ambiente, pero también al de un modelo social y ecológicamente devastador, como en el caso de la granja de las 1.000 vacas.
LÉXICO:
Purin. Excremento animal.
Proteaginosas. Plantas anuales pertenecientes al grupo de las leguminosas cuyos granos son ricos en prótidos y almidón (soja, lupino...) y que se utilizan para la alimentación del ganado.
DATOS
10 %
de explotaciones lecheras españolas han desaparecido en una década