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Lo que prepara Marine Le Pen

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Abril 2017 / 46

Amenaza: Al cuestionar la pertenencia de Francia a la UE, el Frente Nacional pone en peligro el futuro del país y, sobre todo, el de sus clases populares.

Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés. FOTO: Unión Europea/Fred Marvaux

Gracias al Fillongate, que hipoteca seriamente el futuro de la derecha, y la profunda división de la izquierda, representada por tres candidatos, Marine Le Pen va, como nunca, en cabeza de los sondeos. Su elección como presidenta, el próximo 7 de mayo, es una hipótesis que ya no puede descartarse, sobre todo porque el Brexit y la ascensión de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos crean una dinámica favorable a ponerlo todo patas arriba. Conviene, pues, examinar de cerca lo que Marine Le Pen dice que hará si se instala en el Elíseo.

Pero, antes que nada, ¿cómo hemos llegado a este punto? Las concomitantes crisis políticas que hoy golpean a las tres viejas potencias imperiales se deben en gran parte al final del orden mundial nacido de los grandes descubrimientos y a la vuelta al escenario mundial de los países del Sur, a los que la dominación total de las potencias occidentales eclipsó durante tres siglos. Esta vuelta es bienvenida en muchos aspectos, dadas las injusticias monstruosas y las desigualdades injustificables que esa dominación provocó, sobre todo en el caso del colonialismo francés, como subrayó, con razón, Emmanuel Macron el pasado mes de enero en Argelia.

 

EL DATO

La posibilidad de una victoria de Marine Le Pen dispara los tipos de interés

Diferencia entre los bonos del Estado a diez años de Francia y Alemania, en puntos

 

LA CIFRA

+ 20%

sería el aumento de precio de numerosos productos importados (smartphones, petróleo…) si Francia abandonara el euro a causa de un franco devaluado.

 

Los que se niegan a aceptar la nueva realidad mundial, como el Frente Nacional, que nació como oposición a la descolonización, están tomando la delantera en los viejos países imperiales. Para ello, estos movimientos se apoyan en las graves deficiencias que ha originado la globalización liberal de los últimos cuarenta años. A aquéllas se añaden las engendradas en el Viejo Continente por los fallos de una Europa concebida ante todo como un mercado. Sus consecuencias han sido la desindustrialización masiva de los países occidentales, el empobrecimiento de sus clases populares y medias, el cuestionamiento de los derechos sociales y de los sistemas de protección social… Graves desequilibrios que ni la derecha ni la izquierda gubernamentales han sabido, ni con frecuencia querido, corregir en los últimos cuarenta años.


EL 'FREXIT' O LA MUERTE DE LA UNIÓN

Sin embargo, en un mundo en el que las economías y las sociedades han pasado a ser tan interdependientes, la victoria de la extrema derecha no puede dar a los pueblos de los países industrializados los beneficios que sus líderes les prometen. En efecto, al intentar aislar a los países en los que llegan al poder, sólo agravarán las dificultades económicas y sociales que pretenden curar, como han empezado a comprender los británicos tras el voto a favor del Brexit.

Las crisis políticas se deben en parte al fin del orden mundial

El FN nació como oposición a la descolonización

La extrema derecha se apoya en las deficiencias de la  globalización

Si llegara al poder el próximo mes de mayo, Marine Le Pen tendría también como principal objetivo cuestionar la pertenencia de Francia a la Unión Europea y celebrar un referéndum al respecto. Es la primera de sus 144 propuestas. Para ello necesitaría conseguir, en junio, una mayoría en la Asamblea Nacional, pero en las actuales circunstancias es de temer que un porcentaje suficiente de la derecha esté dispuesto a hacer causa común con ella. Si logra sus propósitos, las consecuencias serían peores que en el caso del Brexit: la Unión Europea puede sobrevivir a la salida de Gran Bretaña, que siempre se ha mantenido al margen de la construcción europea, pero no a la de Francia. 

No hay duda de que la Europa-mercado, que el mes pasado festejó su 60.º aniversario, está agotada. Hay que refundarla. Una política exterior y de seguridad comunes, un espacio integrado de seguridad y de justicia interior, la transición energética y la conversión ecológica de la economía, una política digital… para que Europa pueda preservar su avanzado modelo social no faltan trabajos fundamentales que emprender y que sólo la puesta en común de los medios a escala europea pueden llevar a buen puerto. Por el contrario, lo que falta es, especialmente en Francia, la voluntad y las ganas de cambiar las cosas en Europa en lugar de replegarse sobre sí misma y dejarse embaucar por el espejismo de una vuelta a una “soberanía nacional” definitivamente superada.

Uno de los reproches que se puede hacer al quinquenato de François Hollande es haber renunciado a toda ambición europea. Hay que reconocer que, al hacerlo, reflejaba el sentir general de los franceses, que hoy consideran imposible cambiar Europa. 


LA HISTORIA SE REPITE

Es cierto que el Gobierno alemán, con el apoyo de la gran mayoría de su opinión pública, defiende con uñas y dientes una política de austeridad presupuestaria contraproducente y una política del mercado laboral  deflacionista que impide que la economía europea se recupere, con el consiguiente empobrecimiento de las poblaciones y dividiendo profundamente al continente. No hay la menor duda de que ello constituye un obstáculo fundamental para la profundización de la integración europea.

En este plano, nos enfrentamos a una situación trágica en el sentido literal del término: tras la crisis de 1929, fue Alemania la que más sufrió las consecuencias negativas de las políticas deflacionistas seguidas en todo el Viejo Continente. Hoy es, sin embargo, Alemania la que impone a Europa las mismas políticas con análogas consecuencias: aumento de la xenofobia y de los nacionalismos. Con la salvedad de que, esta vez, es en Francia donde la extrema derecha puede llegar al poder.

Parte de la derecha podría hacer causa común con Le Pen

Alemania defiende una austeridad fiscal contraproducente

La política deflacionista favorece la xenofobia y los nacionalismos

Pero lo peor no siempre es inevitable: aunque el trasatlántico alemán cambia de rumbo muy lentamente, puede virar en redondo si se le propone con suficiente firmeza un proyecto coherente y viable. En el contexto del Brexit, de la llegada al poder en Estados Unidos de Donald Trump y del aumento de las tensiones geopolíticas en las fronteras de Europa, los dirigentes alemanes no tienen otra opción que llegar a un entendimiento con sus homólogos franceses para fortalecer Europa. Y se piense lo que se piense, tras los acontecimientos trágicos del siglo XX ninguno de estos dos países  querrá ser considerado responsable ante la historia del fracaso de la integración europea y del retorno de los enfrentamientos al Viejo Continente.

El éxito de una transformación en profundidad de la Europa actual no está en absoluto garantizado de antemano, pero el fracaso de la alternativa que propone Martine Le Pen sí parece seguro. La salida de Francia del euro provocará un fuerte aumento de los tipos de interés a los que los inversores prestan a los actores económicos franceses. La sola perspectiva de una victoria de Martine Le Pen ha bastado para desencadenar ese movimiento (véase el gráfico). Dado el nivel actual de la deuda pública, no parece que haya otra salida que un impago, que sería el más importante de la historia.

Transformar la actual deuda pública francesa en una deuda en francos, tras una devaluación respecto al euro, haría perder a los inversores extranjeros una parte significativa de sus créditos, lo cual cortaría por mucho tiempo a los actores económicos franceses, y no sólo al Estado, el acceso a los mercados financieros, en un contexto en el que los tipos de interés exigidos por los inversores son históricamente bajos. Las inversiones del Estado, de los hogares y de las empresas, y, por tanto, la actividad económica, se frenarían considerablemente.

Un  tercio de los concejales del FN ha dejado el partido

Serían los más débiles los que pagarían los costes de la inflación 

La devaluación de la moneda nacional que tanto desea la presidenta del Frente Nacional facilitaría a la larga las exportaciones francesas, siempre y cuando los otros países no apliquen tasas adicionales a las exportaciones francesas como respuesta a las que Marine Le Pen prevé imponer a las importaciones. Y siempre y cuando las empresas no consideren que la Francia del FN no es lo suficientemente estable como para implantar en ella unas empresas cuya producción está destinada a la exportación. 

A los tres años de las últimas elecciones municipales (único nivel en el que el FN  ha conseguido tener funciones ejecutivas), un tercio de sus 1.518 concejales han dejado el partido y muchos de sus cargos electos están inmersos en casos judiciales, como Fabian Engelmann, alcalde de Hayange, un pueblo de la Lorena emblemático de los recientes éxitos del FN, que acaba de ser detenido preventivamente acusado de favoritismo. Algo nada tranquilizador para los que estarían pensando en invertir en Francia…


PEOR QUE LA AUSTERIDAD

Mientras esperaran la hipotética recuperación de las exportaciones, los franceses verían como, de la noche a la mañana, los precios de muchos productos importados, como los smartphones o el petróleo, subirían un 20%. En otras palabras, sufrirían una pérdida de poder adquisitivo incomparablemente mayor que la que hoy les impone la austeridad…

Además, ese aumento de los precios podría acelerarse por el modo en que Marine Le Pen ha previsto financiar sus múltiples promesas: una financiación directa del déficit público por el Banco de Francia, es decir, poner en marcha la máquina de fabricar billetes. Como siempre, serían los más débiles, incapaces de obtener una revalorización suficiente de sus ingresos, los que más sufrirían por el aumento de la inflación.

En resumen, además de la gran probabilidad de que vuelvan los conflictos al Viejo Continente al destruir la construcción europea, el programa del FN no se sostiene en el plano económico. Sin embargo, hay tal exasperación en el seno de las capas populares que esta constatación ya no es suficiente para impedir una victoria de Marine Le Pen. Sólo la capacidad de sus adversarios para dibujar unas perspectivas positivas creíbles, rompiendo netamente con las políticas de las últimas décadas, puede impedir semejante catástrofe.