Los ejecutivos suizos salvan su sueldo
La iniciativa para impedir retribuciones estratosféricas no prospera, pero marca un hito de los indignados.
Los grandes ejecutivos en Suiza han salvado sus bonus... por ahora: la mera celebración del referéndum muestra que los tiempos están cambiando.
FOTO: EUROPEAN PARLIAMENT
Los suizos rechazaron el 24 de noviembre en referéndum la iniciativa Fair Pay [Paga Justa] 1:12, que se proponía limitar por mandato constitucional el salario máximo que un ejecutivo puede ganar para que nunca superara en más de 12 veces la retribución del que menos ganara en esta misma empresa. El número 12 era simbólico: que nadie gane en un solo mes lo que los demás reciben en todo un año.
La iniciativa se quedó en el 35% de apoyos. Sin embargo, la mera celebración del referéndum, precedido de la recogida de 100.000 firmas solicitándolo, supone ya un hito en el difuso movimiento internacional —desde los indignados españoles hasta la plataforma Occupy Wall Street, en Estados Unidos— que tras el estallido de la crisis global está poniendo el foco en los abusos cometidos por la élite del capitalismo global. En opinión de estos movimientos, esta élite es precisamente un factor —y no menor— en el estallido de la crisis.
La brecha salarial ha aumentado mucho en las últimas décadas como consecuencia de las retribuciones estratosféricas que se han concedido a sí mismos los máximos ejecutivos de las grandes corporaciones: la famosa tecnoestructura que identificó el economista John Kenneth Galbraith, fallecido en 2006, que describe al núcleo de poder corporativo que antepone sus intereses personales —a menudo, económicos— a los de la empresa y de sus accionistas.
Las cotas que ha alcanzado la brecha salarial en los últimos años son tan gigantescas que la relación de 12 a 1 hubiera supuesto realmente un hachazo impresionante. Un estudio reciente del gran sindicato estadounidense AFL-CIO sobre empresas cotizadas a partir de información pública la sitúa en 148:1 en Suiza, a la que sigue de cerca España (véase el gráfico). La diferencia entre las empresas es muy grande, puesto que en el banco Crédit Suisse ha llegado a ser de 1.800:1, en la farmacéutica Novartis de 750:1, en el sector bancario en su conjunto de 500:1, y en las grandes multinacionales con sede en Suiza como Roche y Nestlé están claramente por encima de 200:1.
La brecha salarial se ha disparado en todo el mundo
La iniciativa tenía un lastre: la movió un partido
La campaña del no contó con una ingente cantidad de recursos económicos en comparación con los que estaban a disposición de los promotores del 12:1, que además tuvieron que lidiar con las amenazas de corporaciones y patronales que auguraban una apocalíptica fuga de capitales en caso de que los electores la ratificaran. Pero algo parecido sucedió el pasado marzo y, sin embargo, los suizos, con una mayoría aplastante del 65%, sí apoyaron la iniciativa del diputado y empresario Thomas Minder a fin de quitar poder a los ejecutivos para decidir sus bonos y reforzar el control de los accionistas.
Entre la iniciativa aprobada y la rechazada hay dos diferencias fundamentales que ayudan a entender su distinta suerte, según coinciden los analistas consultados (el propio Minder, el politólogo Thomas Milic y el periodista Stefan Schnyder): la iniciativa 1:12 fue impulsada únicamente por la izquierda —la lanzó la rama juvenil del Partido Socialista—, mientras que la de Minder tenía una base apartidista con apoyo en ambos lados del espectro ideológico. La segunda: muchos suizos están indignados por los abusos, pero la mayoría sigue siendo liberal: no quiere que la Constitución imponga este tipo de restricciones, sino que las decidan los accionistas.
Suiza es un país singular: en el pasado también rechazó en referéndum aumentar las vacaciones de todos los trabajadores.