Medio ambiente // El coche eléctrico aflora las debilidades de China
La falta de infraestructuras para aprovechar el auge de los vehículos menos contaminantes pone en entredicho la capacidad de Pekín para luchar contra el cambio climático.
La industria de vehículos propulsados por nuevas energías en China se halla en plena expansión. Los datos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CAAM, por sus siglas en inglés) señalan que en 2021 se vendieron más de 3,5 millones de vehículos eléctricos e híbridos en el país, cifra que representa un aumento del 157% respecto al ejercicio anterior y una cuota del 53% del mercado mundial. Son unos resultados que superan todas las expectativas de los responsables de la industria de la automoción del gigante asiático. Este éxito, sin embargo, se ha convertido en un quebradero de cabeza para las autoridades chinas, que se ven impotentes para resolver la falta de infraestructuras que requiere la circulación generalizada de este tipo de coches.
Los errores de planificación se notan sobre todo durante las fiestas tradicionales, cuando aumenta significativamente el tráfico de vehículos. Foto: Getty
China lleva años esforzándose en demostrar su voluntad de luchar contra el cambio climático y en impulsar las tecnologías renovables, iniciativa a la que dedica miles de millones de euros cada año. Esta estrategia incluye la promoción de los vehículos limpios, frente a los tradicionales de combustibles fósiles, con el fin de reducir las emisiones de gases contaminantes. Esos objetivos han llevado a las autoridades de muchas ciudades chinas a imponer restricciones a los vehículos convencionales y a simplificar los procesos de registro de los coches más sostenibles. Dichas iniciativas han desembocado en un auge de este medio de transporte, que se ha convertido en el principal mercado del planeta de los automóviles menos contaminantes.
Quebradero de cabeza
El éxito, sin embargo, ha superado todas las previsiones de los expertos locales y lo que prometía ser el desarrollo de un plan ejemplar se ha convertido en un quebradero de cabeza de difícil solución. El problema no es otro que la falta de infraestructuras de carga que apoyen la circulación de este tipo de vehículos. La situación ha llegado a tal punto que la poderosa Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, principal órgano de planificación económica del gigante asiático, pidió a finales de 2021 a las autoridades provinciales y locales que se comprometieran a “la mejora continua de las instalaciones y los servicios de carga y reemplazo de baterías”, según señaló Liu Daizong, director del Programa de Ciudades Sostenibles de China del Instituto de Recursos Mundiales, en la publicación digital Sixth Tone.
La escasez de puntos de recarga de baterías es el gran problema
Este llamamiento constituye el último esfuerzo de Pekín para intentar eliminar el cuello de botella que supone la rápida expansión de la industria de los vehículos eléctricos respecto a la evolución del sector de estaciones de carga y la débil red eléctrica del país. Esta falta de infraestructuras y errores de planificación afloran especialmente durante las festividades del Año Nuevo Lunar y otras fiestas tradicionales en que los chinos llevan a cabo largos desplazamientos. En 2015, el Gobierno diseñó un plan que incluía el objetivo de crear una estación de carga para cada vehículo eléctrico en todo el país para 2020. Seis años después, la cifra real se aproxima a la estadística de una estación de carga por cada tres coches, lejos aún de aquella meta inicial. Esta situación que genera atascos considerables en las estaciones de servicio de las autopistas, teniendo en cuenta las enormes dimensiones del país y las distancias que separan los principales núcleos urbanos.
Avidez de consumo
Pero si la perspectiva de un viaje por carretera inquieta a los automovilistas, la preocupación no es mucho menor entre los habitantes de las ciudades, debido a una red eléctrica débil, que se ha visto superada por el desarrollo del gigante asiático y una creciente clase media ávida de consumir y de adquirir todo tipo de electrodomésticos. Dicha situación ha impulsado a muchos administradores de propiedades de barrios residenciales y universitarios a restringir el uso de aparatos eléctricos, coches incluidos, para evitar sobrecargar el tendido eléctrico. En este sentido, algunos responsables de las compañías energéticas ya han empezado a reflexionar en voz alta acerca del colapso que se podría producir el día en que la mayoría de los chinos disfruten de un coche eléctrico y necesiten cargar su automóvil durante la noche.
Esta realidad cotidiana ha impulsado a las compañías de estaciones de carga a buscar alternativas con el fin de fidelizar clientes. Así, en los últimos tiempos están apareciendo instalaciones que ofrecen corriente continua, capaces de cargar una batería para un viaje de 200 kilómetros en tan solo 10 minutos. Es una oferta mucho más atractiva que aquellas que utilizan corriente alterna, que requieren varias horas. El problema para las primeras es que son mucho más costosas y de una rentabilidad dudosa fuera de las ciudades y más allá de los días de vacaciones oficiales.
53% del mercado mundial de coches elécricos está en China
La escasa capacidad de la red eléctrica y la gran demanda hacen temer un colapso del suministro
Este panorama, en definitiva, ha llevado a algunas marcas de automóviles eléctricos, como la Nio —el Tesla chino— a promover baterías de usar y tirar, con el fin de sortear los obstáculos que impiden a este sector de automoción seguir creciendo. Sus responsables han empezado a animar a los conductores a que se dediquen, simplemente, a cambiar las baterías vacías por otras llenas en los viajes largos, y se ahorren así los nervios y temores a no encontrar una estación de carga o acabar en una cuneta sin energía para continuar el viaje. Esta es una alternativa potencial cuyo éxito dependerá del coste de las baterías y de su manejo, dadas las enormes distancias que puede suponer emprender un viaje por las carreteras chinas.
Ventas al alza
El envite es enorme para los fabricantes de este tipo de coches, que ven en el gigante asiático un enorme mercado potencial, debido a la pujante clase media china y al empeño de las autoridades de Pekín en luchar contra el cambio climático. Les apoyan sus estimaciones de ventas, que tras obtener el 13% de las ventas de vehículos totales el año pasado, prevén que este porcentaje alcance el 40% en 2030 y que se sitúe en el 60% para 2035.
No obstante, para convertir esas cifras en realidad, las autoridades chinas deberán solventar antes numerosos déficits de infraestructuras, ya que, en caso contrario, el proyecto de llenar las rutas y las ciudades chinas de los coches de energía limpia será una quimera, un sueño más de su presidente Xi Jinping.