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Movilidad // El tren levanta el vuelo

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Marzo 2020 / 78

El nuevo 'low cost' de Renfe y la llegada de la competencia refuerzan la alta velocidad como la mejor opción ante la emergencia climática.

 Avlo arrancará en abril. Foto: Renfe

Cuando la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció que los cargos electos y los empleados municipales darían prioridad al tren en desplazamientos de trabajo, limitando al máximo los vuelos interiores, algunos sectores políticos y mediáticos fruncieron el ceño y resoplaron ante lo que veían como una nueva salida de tono de quien no sabe cómo realmente funciona el mundo. Sin embargo, el signo de los tiempos apunta en toda Europa hacia la misma dirección: el ferrocarril, que hace unas décadas parecía confinado al imaginario del siglo XIX salvo en algunas líneas muy comerciales, está de vuelta como la gran apuesta de la movilidad en el siglo XXI en un contexto de emergencia climática.

“El cambio de chip es indiscutible, cada mes hay en Europa alguna iniciativa importante a favor del tren”, subraya Pau Noy, presidente de la Fundación Movilidad Sostenible y Segura, que aspira a impulsar los transportes que funcionan con energías limpias. En varios países de Europa, incluido España, los trenes se alimentan ya de energía 100% renovable.

Iniciativas

Las iniciativas destinadas a fomentar el tren frente al avión, el bus o el coche en los desplazamientos de hasta 1.000 kilómetros (en la línea de lo anunciado por la alcaldesa de Barcelona) proliferan por toda la UE, alentadas tanto por los consumidores, que se están organizando en torno al movimiento flygskam, palabra que en Suecia señala la “vergüenza de tomar un avión”, hasta los políticos y las instituciones. Diputados holandeses promueven la supresión de la conexión aérea entre Amsterdam y Bruselas (200 km), diputados alemanes presionan para facilitar la conexión en tren entre Berlín y Bruselas como símbolo del compromiso verde de la inminente presidencia alemana del Consejo de la UE, en verano; la recuperación de los trenes nocturnos, que hace unos años parecían extinguirse, han cobrado un gran impulso gracias en parte a la exitosa experiencia austriaca; en Suecia, donde el efecto Greta es muy significativo, el uso del tren se ha doblado en la última década…

El 'efecto Greta' ha doblado el uso del tren en Suecia

Las diferencias en el impacto ambiental según el medio de transporte son realmente abismales. Recorrer el trayecto entre Barcelona y Madrid (650 km) en tren provoca unas emisiones por pasajero de 20,1 kg de dióxido de carbono, según el cálculo de Ecopassenger, una herramienta que permite estimar la huella ecológica de cualquier desplazamiento con una metodología muy exigente, que incluye también las emisiones asociadas a la producción de la energía en sí. El mismo viaje en avión supone casi seis veces más de emisiones por pasajero y cerca de ocho más si el trayecto se hace solo en coche. Las diferencias van mucho más allá de las emisiones clave en el calentamiento global y el tren sale siempre mucho mejor parado (véase gráfico adjunto).

Movimiento en España

En España, que dispone de una de las mejores redes de trenes de alta velocidad del mundo tras una inversión descomunal, el tren ya se ha ido imponiendo al avión en las rutas con más desplazamientos, empezando por el trayecto entre Madrid y Barcelona, en el que el AVE desplazó al avión en 2012 y hoy tiene una cuota de mercado del 63%. El inminente lanzamiento, ya en abril, de AVLO, la apuesta low cost de Renfe, así como la próxima liberalización, a finales de este mismo 2020, de la alta velocidad, con la introducción de competidores de Renfe, debería hacer bascular todavía más la diferencia a favor del tren. Y no solo con respecto al avión: actualmente, el gran competidor del tren en el trayecto entre Madrid y Barcelona es en realidad el vehículo privado.

El problema, subraya Noy, es que tanto el AVLO como la entrada de competencia se limitan a los corredores más concurridos y rentables: Madrid-Barcelona (el único con AVLO desde abril) y los corredores Madrid-Valencia/Alicante y Madrid-Málaga/Sevilla, precisamente los trayectos en los que el ferrocarril ya va por delante. El gran reto, subraya, sería dar un impulso al conjunto de la costosa red de alta velocidad, que salvo los corredores citados está infrautilizada.

Noy incluso ha calculado cuántos trenes adicionales serían necesarios para que el ferrocarril pudiera sustituir todos los vuelos interiores en España, lo que permitiría ahorrar unos 4.500 millones de toneladas anuales de CO2. Según su estimación, se necesitaría una flota que cubriera 530 viajes nuevos cada día, lo que requeriría un desembolso económico importante pero a su juicio “absolutamente justificado” dada la situación de emergencia climática y que daría más sentido a la enorme inversión ya realizada para crear la red de alta velocidad. El problema, subraya Noy, es sobre todo de “voluntad política”, si bien admite una dificultad concreta también técnica, aunque menor: la falta de cocheras donde estacionar los trenes en las grandes urbes.

Eficiencia en el avión

El sector de la aviación defiende su terreno subrayando que también está muy implicado en mejoras en la eficiencia para reducir la huella ecológica. El último informe de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo destaca que las emisiones de carbono por pasajero se han reducido el 50% desde 1990. También realza la “comodidad” y la supuesta rapidez de los desplazamientos una vez dentro del avión. Pero su fortaleza competitiva frente al tren en distancias medias es sobre todo el precio: antes del AVLO, viajar en avión de Barcelona a Madrid puede salir a mitad de precio que en tren.

530 viajes nuevos en tren: Esta cifra cubriría todos los vuelos interiores actuales en España, según cálculos del experto Pau Noy. 

La paradoja se explica sobre todo por el trato fiscal preferente que hasta ahora tiene el avión, asociado no solo a la modernidad sino al desarrollo económico. Algunos países, como Holanda, Alemania y Francia, han empezado a diseñar impuestos, aún simbólicos, también para a los vuelos, que en general están exentos del IVA o se benefician de tipos reducidos, se ahorran buena parte de los impuestos a los combustibles y hasta se benefician a menudo de planes de ayudas públicas para  “dar vida” a determinados aeropuertos.

Y es que el “libre mercado” a veces viene con mucho truco.