Pacto // Europa camina hacia la unión fiscal
El acuerdo de recuperación entre Alemania y Francia supone un salto cualitativo en la construcción europea porque mutualiza la deuda.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha roto el tabú en que se había mantenido su Gobierno durante años. Acepta mutualizar la deuda que haya que emitir para ayudar a los países más necesitados por la crisis del coronavirus. La decisión se solemnizó el pasado 18 de mayo con el anuncio por parte de la líder alemana y el presidente francés, Emmanuel Macron, de crear un Fondo para la Recuperación ante la crisis sin precedentes en la historia de la Unión Europea.
La constitución de este fondo de 500.000 millones de euros supone un salto cualitativo en la construcción europea no por su cuantía, sino porque por primera vez incluye la emisión de deuda comunitaria y subvenciones a fondo perdido. Hasta ahora todas las propuestas que se habían barajado se limitaban a préstamos y avales. La decisión supone la ruptura de dos tabúes: la mutualización de la deuda y la Europa de las transferencias.
Mutualización: Los instrumentos de deuda pactados por París y Berlín no son exactamente eurobonos, pero sí estarán respaldados en última instancia por los Estados miembros de la Unión. El BCE ha confirmado que financiará la recuperación económica por esa vía.
Merkel, después de haberse resistido obstinadamente a la creación eurobonos desde 2012, ha aceptado la mutualización de la deuda con otros instrumentos. La fórmula que se estudia es que la Comisión Europea, en el marco del presupuesto comunitario, emitirá deuda y con los recursos obtenidos financiará a los Estados más castigados por la crisis en función de sus necesidades. La emisión estará respaldada en última instancia por los Estados miembros, lo que significa que Alemania, directa o indirectamente, será el país que asumirá un mayor peso del esfuerzo. Sin duda, el agravamiento de la situación durante las últimas semanas ha pesado decisivamente en el cambio de la canciller. Para Merkel, estamos “ante la crisis más grave de la historia de la Unión Europea”. Y está convencida de que “Alemania saldrá bien si Europe sale bien”.
Lagarde, a favor
La iniciativa es realmente un primer paso relevante hacia la unión fiscal de la Unión Europea, una de las carencias originales de la construcción de la zona euro que solo cuenta con política monetaria. Es un paso que había solicitado reiteradamente el anterior presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. En este sentido, es significativo el anuncio de la actual presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras conocerse el plan francoalemán, de que la institución que presidía estaba dispuesta a comprar la deuda emitida por la Comisión para financiar el Fondo de Recuperación.
La decisión del tándem Berlín–París es también relevante porque se produce dos semanas después de la sentencia del Tribunal Constitucional alemán del pasado 5 de mayo, que cuestionó la primacía del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en el control de las instituciones europeas como el BCE. La decisión de los jueces alemanes daba alas al grupo de euroescépticos que habían promovido el recurso y ponía en tela de juicio la capacidad del BCE para comprar deuda pública de los Estados. La decisión de Merkel supone un mensaje claro a sus compatriotas en el que expresa que su prioridad es hacer “avanzar la integración política de unión monetaria”.
Cuatro objetivos
El Fondo de Recuperación tiene cuatro objetivos: desarrollo de una estrategia de soberanía sanitaria, (para almacenar reservas de material), impulsar la recuperación económica de las regiones y territorios más dañados por la pandemia, acelerar la modernización favoreciendo la transformación digital y las energías renovables y dar un impulso al mercado interior y a la política de la competencia.
Este último punto ha despertado sospechas en círculos comunitarios. Carlos Martínez Mongay, ex director general adjunto de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, teme que Francia y Alemania "aprovechen este impulso para redefinir la política de competencia y las ayudas de Estado”. “Hay que tener en cuenta”, añade, “que los gobiernos de París y Berlín quedaron muy frustrados por el veto de la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, al proyecto de fusión entre Siemens y Alstom. Ambos países propugnan la creación de grandes campeones empresariales europeos por encima de otras consideraciones”.
Por otra parte, Alemania es el país que ha recibido más del 50% de las 160 decisiones de ayudas de Estado autorizadas por Bruselas, que en total ascienden a dos billones de euros. Martínez Mongay precisa que “Berlín tampoco quiere que la Comisión ponga especial atención en el examen de estas decisiones”. Las consecuencias pueden favorecer una recolocación de las industrias hacia los países de las matrices que han contado con más ayudas públicas para capear la crisis.
Interrogantes y obstáculos
De todas formas, este nuevo impulso de la integración europea es solo un primer paso en un camino lleno de interrogantes, obstáculos y deficiencias. La primera incógnita es que se desconoce cuál será la proporción de préstamos y subvenciones del fondo. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ex ministra de Defensa alemana, ha apuntado que las subvenciones serán inferiores a 200.000 millones de euros.
50% para Alemania: Más de la mitad de las ayudas de Estado autorizadas por Bruselas se han concedido en ese país
1% del PIB de la UE: Es lo máximo que aceptan Holanda, Austria , Dinamarca y Suecia como presupuesto europeo
Los principales obstáculos son los rechazos esgrimidos por los llamados cuatro países frugales, (Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia). El ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, el adversario más conspicuo de la mutualización de la deuda, ha manifestado que el acuerdo “no significaba el fin de la discusión, sino el principio”. Para estos países, la línea roja es que el presupuesto europeo rebase el 1% del producto interior bruto de la Unión.
La cuantía del Fondo de Recuperación es moderada en comparación con las cifras que se habían barajado en los trabajos preparatorios de la Comisión Europea, que utilizaba conceptos imprecisos resultado de ambiguos efectos multiplicadores que elevaban los recursos totales movilizados hasta 1,5 billones de euros o más. En este sentido, hay que destacar las advertencias del Parlamento Europeo en su resolución del pasado 15 de mayo, aprobada por una amplia mayoría de 505 votos a favor, 119 en contra y 69 abstenciones, que instaba a la Comisión a “preservar la credibilidad de la Unión”, por lo que le alertaba “contra la utilización de ingeniería financiera y multiplicadores dudosos para anunciar cifras ambiciosas”. De manera más precisa la resolución advertía de que “las cifras globales de la inversión que se vaya a movilizar no constituyen el volumen auténtico del Fondo de Recuperación y Transformación ni pueden presentarse de ese modo”. La Eurocámara exigía que el fondo “proporcione un impulso a la inversión, también atrayendo a la inversión privada, de dos billones de euros” y que “se desembolse mediante préstamos y, sobre todo, subvenciones, pagos directos para inversiones y capital”.
El eurodiputado alemán Norbert Lins, durante la votación de la resolución del 15
de mayo. Fotos: Parlamento Europeo
David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo, ha valorado la iniciativa franco-alemana como “un positivo punto de arranque”. Para el eurodiputado socialista, Jonás Fernández, “el proyecto presentado por Macron y Merkel recoge buena parte de las demandas del Parlamento, al contemplar la emisión de deuda comunitaria, primar las transferencias directas frente a los préstamos y situar el fondo en el marco presupuestario de la UE a largo plazo”, pero señala: “su envergadura de 500.000 millones es insuficiente”.