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Salud // El mundo sanitario estalla

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Octubre 2020 / 84

Fotografía
Carlos Rivero

La indignación del personal de la sanidad es la culminación de años de precariedad, sobre todo en la atención primaria. El sistema era insostenible antes de la pandemia.

El ámbito sanitario está que trina. Con la pandemia, la situación de precariedad en el sector  se ha agravado y ha estallado la paciencia, con amenazas al Gobierno y convocatorias de huelga en varias comunidades autónomas. Pero la situación viene de lejos. Lo explican por diversos medios los sindicatos del área sanitaria, las redes sociales y los propios médicos, médicas y el personal de enfermería y auxiliar. 

El ámbito sanitario viene sufriendo carencias y recortes en todas las comunidades autónomas, aunque en algunas más que en otras. Y la carga corre a costa del personal.

Ya en 2016, Juan José Rodríguez Sendín, el entonces presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), publicaba en la revista oficial de la organización un editorial en la que mostraba su enfado. “El 40% del empleo médico en nuestro país es temporal e inestable. Por lo tanto, precario, lo que implica que una buena parte de los médicos españoles ejerce la profesión en unas condiciones en las que es muy difícil o no es posible hacer buena medicina”, denunciaba. Los datos venían del Estudio sobre la situación laboral de los Médicos en España, promovido por las Vocalías Nacionales de Médicos en Empleo Precario y de Formación y/o Postgrado de la Organización Médica Colegial (OMC) en colaboración con la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y amparado por el Foro de la Profesión Médica (FPME). 

Los presupuestos destinados a sanidad bajaron con fuerza a partir de  2009. Y si bien han vuelto a subir, nunca han llegado a los niveles de inversión sanitaria pública de antes de la crisis. Con ello, han aumentado las listas de espera y las agresiones al personal sanitario. 

En octubre de 2019, el Ministerio de Sanidad publicaba la Revisión sistemática de agresiones a profesionales del sector sanitario en España y confirmaba que “el incremento de la violencia en el ámbito sanitario en los últimos años ha ocasionado importantes consecuencias sobre la salud de los trabajadores agredidos”. Según esta revisión, “las principales causas se debieron a los tiempos de espera y a las demoras, pero pocas veces los hechos fueron denunciados o registrados”.

Situación límite

“Se redujeron las plazas para la formación médica especializada”, explica María Victoria Gómez, responsable de Negociación Colectiva  de la Federación de Sanidad de Comisiones Obreras. “No tener medicos especialistas formados supone un déficit importante para reforzar las plantillas”.

Sucede que ya se han jubilado muchos profesionales, y se espera que en los próximos 15 años se jubilen unos 70.000, según cifras del Ministerio de Sanidad, de 2019. La mitad de los médicos especialistas que trabajan en el Sistema Nacional de Salud tiene 50 años o más. No se han repuesto la totalidad de las plazas.

“La atención primaria está absolutamente colapsada”, agrega Gómez. “No se sustituyen las vacaciones ni las bajas por enfermedad. Están trabajando a destajo”.

La atención primaria no solo venía herida desde antes de la pandemia, sino incluso tal vez antes de la crisis. Miguel Pedraza, enfermero de un centro de salud de Andalucía desde hace 35 años y activista por la defensa de la sanidad pública, explica que “venimos de haber pauperizado la sanidad pública, y principalmente la atención primaria, desde el inicio de la reforma sanitaria. En los años 80, el hospital lo tenía que resolver todo. Con la reforma, la atención primaria ganaba peso en la asistencia sanitaria, pero debería haber sido también en los presupuestos. Al menos debería haber contado con el 20% del gasto sanitario y estamos en el 12%. Todo se lo come el hospital. Con una crisis de este tipo, hacemos agua, lógicamente. Eso yo lo veo a diario en mi agenda, y en la de mis compañeros”.

“El personal médico de medicina familiar y comunitaria tiene, cada uno, entre 2.000 o 2.500 personas a cargo”, agrega un técnico superior del sistema sanitario público de Andalucía, que prefiere preservar el anonimato. “Se quejan de que tienen cinco minutos por paciente, con el agravante de que España tiene una población envejecida que necesita más cuidados”.

Javier Padilla, médico de un centro de Salud de Madrid, explica que aunque ahora tiene una situación de interinidad, estuvo cinco años con contratos temporales, moviéndose de un centro a otro, en situación de total precariedad. “La atención primaria desde hace mucho tiempo vive trabajando por encima de sus capacidades", señala. "Vivimos precariedad, temporalidad, presión asistencial, burocratización y recortes que se han cebado en atención primaria en la última década. A la crisis coyuntural, la atención y el poco tiempo por paciente, atendemos ahora muchos más pacientes de los que podríamos atender, por vía telefónica, con las líneas colapsadas. Las condiciones no sé por cuánto tiempo son sostenibles”.

Al cierre de esta edición, la Plataforma Yo renuncio estaba a punto de emitir un comunicado con una renuncia colectiva. “Como todo el mundo está renunciando en atención primaria, es simplemente colectivizar las renuncias en una sola vez”, explica Irene García Zurita, médica de atención primaria y parte de la plataforma. “Está pasando desde hace tiempo: la gente no quiere trabajar en atención primaria, y esto  responde a la falta de recursos tanto materiales como humanos. Nuestro argumentario menciona cosas de la pandemia pero en todo momento hacemos referencia a que el sistema estaba al borde del colapso y la atención primaria más. Se ha ido desangrando durante años y no tiene margen para afrontar nada. Lo traíamos de antes. Nos podemos buscar otro trabajo pero yo sobre todo estoy preocupada por la atención primaria. Es muy grave”.

Tercerizados, más precarios

Si las médicas y los médicos y el personal de enfermería están llegando al límite, la precariedad se agrava todavía más en el caso del personal de limpieza, ambulancias y todo el sector tercerizado.

“Yo soy técnico de emergencias sanitarias; mal llamado conductor de ambulancia”, explica uno de los empleados del sector privatizado, que también prefiere preservar su anonimato. “Trabajo en una UVI móvil para una subcontrata, una empresa privada. Y esa empresa le hace el servicio al sistema público. El sueldo es mas bajo que el de los compañeros que trabajan a mi lado, pero en la pública, y no tenemos beneficios, como por ejemplo las dietas. Además, está la inestabilidad laboral, siempre te pueden dar una patada. Y lo más importante, nuestra categoría no está reconocida todavía. A mí me exigen el titulo de formación profesional para entrar a trabajar, pero después, en mi contrato pone conductor de ambulancia, y no pagan la categoría exigida. Muchas veces la manutención de las ambulancias no es la adecuada, la formación no es la adecuada. Y obligan a hacer cursos que hay que pagar del bolsillo propio. Soy un enamorado de mi trabajo, pero no me dejan avanzar”.