Se acabó la fiesta de los emergentes
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El frenazo chino y el repliegue de capital en EE UU pesan, pero asistimos a una crisis acotada, no sistémica.
Máquinas de algodón en una fábrica china. FOTO: LIU JUNRONG
La historia económica de los países en desarrollo está marcada desde el siglo XIX por la alternancia entre etapas de euforia financiera y otras de depresión. La cantidad de recursos humanos y naturales de que dispone la mayoría de esos países despierta oleadas de fiebre especulativa que van más allá de las oportunidades de inversión reales cada vez que en los países ricos abunda el capital, y suelen ir seguidas de debacles financieras. En esas estamos y con un actor central de peso: China.
Desde el inicio del siglo XXI, el crecimiento chino tiró de la actividad en el conjunto de países exportadores de productos básicos, de Brasil a Australia, pasando por Rusia y el continente africano. Entre 2000 y 2014, el volumen de las importaciones chinas se multiplicó por ocho. China se convirtió...
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