Soberanía energética // Energía que crea comunidad
La ciudadanía se organiza en las primeras comunidades locales de energía, en una 'fiebre'
que lidera la Comunidad Valenciana.
El grupo Enercoop va a convertir la localidad alicantina de Crevillent, con una población de 30.000 habitantes, en una gran comunidad energética local (CEL), una microrred de autoconsumo colectivo que cubrirá el 50% de todas las necesidades energéticas del municipio con participación ciudadana, municipal y empresarial. El proyecto ya tiene nombre, Comptem, y ha empezado a cubrir etapas gracias a la cesión por parte del Ayuntamiento de espacios que suman 16.000 metros cuadrados. En ellos, la cooperativa financia la compra y la instalación de placas solares. Durante cinco años, la inversión se restará del recibo de la luz de los consumidores. Ahorrarán más quienes accedan a colocar en sus contadores dispositivos que ayuden a conocer mejor el funcionamiento del consumo de la comunidad.
El despliegue de la microrred de Crevillent, considerada pionera en España, requiere de 22 células de autoconsumo a partir de los espacios públicos cedidos, cuyos usos se consultarán al vecindario. A cambio de la cesión, el Ayuntamiento podrá acceder a paneles desde los que comunicar al pueblo información de interés.
Esta crónica podría escribirse en futuro: Enercoop prevé culminar la cobertura de todo el municipio en 2030. Pero este proyecto por etapas es ya una realidad para 300 vecinos de la pedanía de El Realengo, en Crevillent, donde Enercoop ensaya, además, un sistema de almacenamiento de energía.
La Comunidad Valenciana hierve de proyectos con relación a las comunidades energéticas locales. Fuentes de Enercoop atribuyen esta fiebre a la conjunción de "una masa crítica de ciudadanos concienciados ya agrupados y a la apuesta decidida de todas las autoridades".
La pedanía de
El Realengo es pionera del proyecto en Crevillent (Alicante)
"Es una apuesta oficial", explican desde la cooperativa valenciana Sapiens Energía, creada en 2020 específicamente para impulsar comunidades energéticas locales. En 2020, Sapiens promovió cinco de forma directa (en Albalat dels Sorells, Alzira, Fontanars dels Alforins y Llíria) y participó en otras dos (en Canet d'En Berenguer y en el barrio de Castellar-L'Olioveral de Valencia). En 2021 promueve de forma directa otras seis, participa en otros 30 proyectos de la Comunidad Valenciana promovidos por ayuntamientos y también impulsa junto al empresariado local la comunidad energética industrial en el polígono Alcodar, en Gandía. Además, promueve junto con Tranesol la primera comunidad en España donde convivirán placas solares en altura y terrenos en cultivo. Y asesora la creación de CEL en Galicia, Andalucía y Castilla-La Mancha.
El plan de la Generalitat Valenciana pasa por que todos los municipios (542) tengan al menos una comunidad energética en 2030. El Instituto Valenciano IVACE ha pasado de 500.000 euros en ayudas en 2020 a cinco millones en 2022.
Normativa con retraso
Esta efervescencia por las comunidades energéticas locales se produce incluso antes de que España haya traspuesto la directiva europea que las regula, un retraso que no está ayudando al desarrollo de esta apuesta por la autosuficiencia energética. El Ministerio de Transición Ecológica afirma que está trabajando en la adaptación normativa y que estará lista "lo antes posible".
Un avance: en noviembre abrió a audiencia pública las ayudas a proyectos piloto. Al margen del impulso que se le da al autoconsumo —que tras la supresión del llamado impuesto al sol en España se ha multiplicado por 2,5, hasta alcanzar casi 600 MW instalados en 2020—, el Ministerio ha reservado 100 millones de euros para impulsar comunidades energéticas que contribuyan a un modelo descentralizado basado en energías limpias. Fuentes del Ministerio apuntan que se han recibido 450 manifestaciones de interés por la figura de las comunidades, y destacan: "la mayoría de proyectos presentados combinan producción eléctrica o térmica, eficiencia energética y movilidad sostenible".
Pero mientras, la ciudadanía va haciendo. Arroyomolinos de León (Huelva) ha buscado a través de la plataforma de crowdfunding de proyectos sociales Goteo.org cofinanciar una comunidad energética que abastezca a la Ecoescuela Virgen de los Remedios y a 30 familias vecinas. El Ayuntamiento ha cedido la cubierta del colegio para la instalación de placas y coordinará el autoconsumo colectivo. El ahorro se invertirá en la escuela.
Inquietud ante las dificultades
Las primeras comunidades avanzan un poco a ciegas, a la caza de señales sobre uno de los aspectos que más les inquietan: si cambiará la distancia máxima de 500 metros entre la planta fotovoltaica que produce electricidad y cada persona usuaria. En Francia, alcanza los 3 km.
Instalación de placas solares en Alzira (Valencia). Foto: Sapiens
"La directiva habla de proximidad, pero es complicado el desarrollo de comunidades si se mantiene este límite", reflexiona Albert Vendrell, técnico de la Oficina de Cambio Climático y Sostenibilidad de la Diputación de Barcelona. Esta institución está dando apoyo técnico para crear comunidades energéticas a una treintena de proyectos, en distintos niveles de maduración. Entre los avanzados figuran los de Saldes, en el Berguedà, y los de Balenyà y Olost, en Osona. Vendrell constata que es más difícil "desarrollar comunidades en las grandes ciudades, porque en los pueblos hay un trabajo comunitario ya hecho". Además, una sola comunidad no cubre toda la ciudad, y a las autoridades les cuesta más explicar por qué ceder espacios a una comunidad y no a otra.
Pero despuntan intentos que, a menudo, nacen como proyectos de autoconsumo colectivo, como Illa Eficient, que conectará 22 edificios de Barcelona donde viven 700 personas, con vistas a crear luego una comunidad. Se intenta, asímismo, en el barrio del Guinardó, también en Barcelona, de la mano de la cooperativa Rocaguinarda, a partir de la cesión de uso de la azotea de un equipamiento para jóvenes. La producción de las 60 placas de la prueba piloto que plantea ahorraría12.000 kilos en emisiones de CO2 anuales. En la presentación de esta iniciativa, en octubre, Ferran Marín, miembro del grupo de Barcelona de Som Energia, anunció la creación de una cooperativa para promover comunidades energéticas locales. Y advertía: "A la espera de la trasposición de la directiva, las eléctricas no dejan escapar ningún nicho de mercado. La transición energética, o te la haces o te la hacen". "No se trata solo de cambiar combustibles fósiles por energías limpias", subrayaba Ángel Campabadal, presidente de Rocaguinarda.
Las eléctricas entran en juego
Ejemplos que levantan suspicacias son el Barrio Solar de Zaragoza, con placas solares en dos centros deportivos municipales, que se desarrolla en alianza municipal con EDP y Ecodes. Y el Mecanismo para la Energía Sostenible de Barcelona (MES), una iniciativa público-privada que, con dinero público, busca atraer a inversores privados que llenen los tejados de placas. Entre los inversores homologados figuran Naturgy, Endesa y Suma Capital.
Los impulsores piden que se amplíe la distancia máxima de 500 metros
El Ministerio de Teresa Ribera llama a no confundir oferta de placas a vecinos a los que se sigue vendiendo electricidad con comunidades locales, que tienen un beneficio local y deben cumplir los criterios de la directiva europea. Dicho esto, llama a "aprovechar el efecto tractor de las grandes empresas para acelerar la transición energética".
"En las comunidades, la clave es el control sobre la propia energía, sobre el precio, sobre la propiedad o sobre qué se hace con el ahorro obtenido, pues la finalidad no es hacer dinero", explica Rafael Larreina, responsable de proyecto de comunidades energéticas de la cooperativa EMASP Coop (E+P). EMASP impulsa en España 40 proyectos de comunidades, en distintas fases y que a finales de año superarán la generación de 1 megavatio. Uno de los que ya funcionan desde 2020 es el del concejo de Esparza de Galar, en Navarra. Sus 321 habitantes autoconsumen gracias a la planta fotovoltaica en la cubierta del frontón, financiada por el Gobierno foral. Decidieron que parte del ahorro (del 55%, según E+P) ayudará a financiar las fiestas del pueblo. En otros proyectos, irán a un fondo para hogares con dificultades para pagar la luz y a comprar bicis para la comunidad.
Preguntas frecuentes
Tres claves sobre las comunidades energéticas
¿Es lo mismo una comunidad energética local que el autoconsumo compartido?
No exactamente. El concepto de partida (consumir la propia energía renovable que se produce) sí es el mismo. De hecho, grupos de autoconsumo se refieren a sí mismos como "comunidad energética". Pero las comunidades energéticas locales suponen dar un salto de escala. Son proyectos de mayor envergadura y sofisticación. De entrada, para ser comunidad hay que constituir una entidad con personalidad jurídica, lo que afecta, entre otras cosas, a las ayudas que puedan solicitarse. Además, añade el Idae; las comunidades energéticas no solo aportan potencia eléctrica, sino también térmica. Y pueden tener otras aplicaciones, como la gestión del ahorro energético y la gestión de la demanda.
¿Quién puede constituir una?
Pueden tener forma de cooperativa, de asociación o de sociedad mercantil, controlada por grupos de vecinos y vecinas, pymes de la zona, administraciones locales y entidades sociales. Los activos son de la comunidad. El funcionamiento es democrático. Y el beneficio es local, a diferencia de las llamadas comunidades ciudadanas de energía, que solo pueden generar electricidad y que pueden operar a nivel nacional, con agregadores de demanda que negocien por ellas.
¿Se puede ganar dinero con ella?
El objetivo no es obtener beneficios, aunque la energía no consumida se pueda verter a la red. La comunidad decide el precio y a qué se destina el ahorro.
Burocracia
Los proyectos reclaman flexibilidad normativa
Uno de los obstáculos al despegue de las comunidades energéticas locales (CEL) es de tipo burocrático. Hay proyectos que, incluso habiendo obtenido subvención, no salen por falta de tiempo para los trámites y la forzosa justificación de inversiones dentro de 2021, explican en Sapiens. "Nosotros, en Crevillent, ya teníamos una comunidad energética de facto. Pero en otras partes igual tendrán que crear una empresa pública o están en otras situación. Y no es fácil acomodar las situaciones de partida a lo que se quiere hacer como comunidad. Funcionamos con normativas urbanísticas, de contratación, de concesión... Pedimos flexibilidad normativa", reclama el alcalde de Crevillent, José Manuel Penalva.