Suecia y el dilema de la inmigración
Elecciones: La economía no preocupa a los votantes del país escandinavo. Sí la supervivencia de su modelo social y la inmigración, asociada a la inseguridad.
Jóvenes en un mitin en la ciudad de Tensta-Rinkeby. FOTO: Alexander Farnsworth
Con el 17% de los votos, Demócratas de Suecia fue el partido que logró una mayor progresión en las elecciones legislativas suecas del pasado 9 de septiembre (en 2014 obtuvo el 13%), y sus 63 diputados pueden ser decisivos para el gobierno del país. Pero, más allá de su resultado en las urnas, se puede decir que la extrema derecha ha sido la gran vencedora de las elecciones legislativas suecas. Con más del 20% de votos en los sondeos ese partido ultraderechista, favorable a una salida de la UE, y cuyas raíces se hunden en la nebulosa fascista sueca, ha sido el gran vencedor de los comicios al lograr imponer como tema central de la campaña su problemática, centrada en la inseguridad provocada por el incremento de una violencia que la opinión pública asocia en gran medida a la inmigración. El partido socialdemócrata, que gobierna en minoría desde su vuelta al poder en 2014, obtuvo el 28,4% de los sufragios, su peor resultado desde 1921. ¿Va a ser Suecia un nuevo polo de inestabilidad política en Europa? Esta es una perspectiva que contrasta con su eficacia económica y social.
UNA SOCIEDAD MENOS IGUALITARIA
Conocida por la calidad de sus servicios públicos y por la generosidad de su sistema de protección social, Suecia ha logrado durante mucho tiempo conjugar el dinamismo económico y cohesión social. En las listas internacionales, figura regularmente entre las economías más innovadoras, el 15% de sus exportaciones de bienes y servicios lo son de productos high-tech y el 3,3% de su PIB está dedicado a la investigación-desarrollo. Estocolmo, una pequeña aglomeración de menos de un millón de habitantes, es la primera ciudad del mundo por su número de unicornios (empresas emergentes evaluadas en más de 1.000 millones de dólares) respecto a la población. Es un éxito simbolizado por la penetración de firmas como Spotify, Skype, Klarna, Mojang y King, el productor del célebre videojuego Candy Crush Saga. El crecimiento económico, que supera el 3% anual de media desde 2014, va unido a un impresionante superávit exterior (del orden del 4% del PIB) y, desde 2016, de excedentes presupuestarios (del 1% del PIB de media). La deuda pública, del 40% del PIB en 2017, es la mitad de la media de los países de la Unión Europea.
La coalición en el poder no ha sabido aprovechar estas condiciones favorables para frenar el aumento de las desigualdades de ingresos y la desvinculación estatal de los temas sociales, aunque, si se tienen en cuenta los estándares internacionales, no se puede negar que Suecia sigue siendo un país con un alto nivel de protección social y con unas desigualdades moderadas. Desde hace dos décadas, estas últimas aumentan, sin embargo, más rápidamente que en la mayoría de las economías avanzadas y hoy son las más elevadas del mundo escandinavo. Esta tendencia, que apenas se ha invertido desde 2014, no solo es resultado del rápido crecimiento de los ingresos altos, debido a la fuerte subida de los valores bursátiles (la cotización de las acciones se ha triplicado desde 2009), sino también a regalos fiscales como la abolición del impuesto sobre el patrimonio en 2007 y la reducción de los impuestos inmobiliarios. También es resultado de que el gasto social haya bajado, sobre todo las ayudas a los hogares, que han caído un punto del PIB en los últimos cuatro años. Aunque, recientemente, algunas subvenciones se han revalorizado de modo discrecional, generalmente se ajustan al IPC, una práctica que favorece su erosión respecto a la renta mediana*.
El aspecto de las desigualdades, muy sensible en una sociedad compacta, se ha visto exacerbado por la enorme subida de los precios de la vivienda, que, entre 2013 y 2016, ha experimentado un incremento del 10% anual en términos reales, obligando a los hogares, y sobre todo a las parejas jóvenes, a endeudarse sobremanera para poder acceder a la propiedad. La deuda de los hogares supera el 180% de su renta disponible, frente al 110% de media en la OCDE. Aunque el precio de la vivienda ha bajado este año, su relación respecto a la renta disponible de los hogares se ha duplicado en dos décadas y en Estocolmo es el doble de la media nacional.
UN LENTO DESCENSO DEL PARO
A pesar de que, desde comienzos de la década, ha habido un rápido crecimiento del empleo, el descenso del índice de paro (6,2% en mayo) ha sido menos rápido que en otros países, como Dinamarca y Alemania. Este fenómeno se explica por las dificultades de inserción de los jóvenes menores de 25 años, entre los cuales el índice de paro alcanza el 15,5% (frente al 15,1% de media en la UE), de las personas poco cualificadas (18%) y de los inmigrantes (23%). Para estas dos últimas categorías, la curva del índice de paro es ascendente, lo que refleja un aumento de los índices de actividad de la población inmigrante, pasados los primeros años. Debido, por una parte, a la creciente falta de adecuación entre las cualificaciones que se demandan y las ofertas y, por otra, a una movilidad geográfica decreciente (relacionada con los inasequibles precios de la vivienda en los grandes centros urbanos) el componente estructural del paro es elevado, del orden del 7% según la OCDE, frente al 6% en Dinamarca, el 4% en Alemania y el 3,3% en Noruega.
PÉRDIDA DE CONFIANZA
Aunque el paro haya bajado a partir de 2016, no se observa una aceleración de los salarios, que aumentan a un ritmo del 2%, apenas superior al de los precios al consumo. Este hecho no sorprende en un país en el que los salarios se deben en el 90% a negociaciones colectivas llevadas a cabo en el ámbito sectorial y cuyos resultados están en gran medida determinados, desde 1997, por los acuerdos en la industria. El sector industrial, muy expuesto a la competencia internacional, busca fundamentalmente preservar su competitividad alineándose con las normas salariales alemanas.
La desigualdad es un tema sensible en una sociedad muy compacta
El nivel de paro baja menos que en Alemania o Dinamarca
El crecimiento sueco se debe básicamente a las exportaciones
Por ello, como el modelo alemán, el crecimiento sueco se debe cada vez más a las exportaciones y el superávit exterior refleja la restricción del gasto público (-3 puntos del PIB desde 2013) y la propensión de los hogares a ahorrar un porcentaje creciente de su renta disponible (16% en 2017, frente al 12% en 2010). Este último fenómeno, que va unido a una distorsión de la distribución de las rentas a favor de las capas más acomodadas de la población (con un elevado índice de ahorro), también está asociado a la preocupación, cada vez más palpable, de la población por el futuro del Estado de bienestar a la sueca (jubilaciones, sanidad…).
Esta preocupación está agudizada por la magnitud de la inmigración (véase gráfico). Con 700.000 personas acogidas entre 2013 y 2017, Suecia registra un flujo migratorio más elevado que Alemania, en comparación con la población. En 2017, el 17% de su población había nacido en el extranjero, y la mitad de ese 17% había llegado en calidad de refugiado o de pariente de refugiado. El partido socialdemócrata, tras haber valorizado durante mucho tiempo la imagen de superpotencia humanitaria del país y minimizado los problemas sociales provocados por la integración de los inmigrantes, ha endurecido recientemente su política migratoria y ha introducido ese tema en la campaña electoral. En esa campaña la economía no logró alcanzar el primer rango de las preocupaciones más que para el 3% de los encuestados, y en la que los temas más citados han sido la inmigración, la sanidad, la integración y la criminalidad, precisamente los que alimentan el avance de los Demócratas de Suecia.
* LÉXICO
Renta mediana: Umbral de renta que divide a una población en dos partes iguales, una de las cuales gana más y la otra, menos.