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Xi Jinping encauza a China hacia la supremacía global

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Noviembre 2022 / 107

Fotografía
COP21

El Partido Comunista otorga a su líder un tercer mandato consecutivo, algo inédito desde los tiempos de Mao, y abraza los planes de convertir al país en una superpotencia antes del centenario de la Revolución, en 2049.
 
La nación china se enfrenta a su momento más crucial”, dice una frase del himno chino. La expresión define la atmósfera que ha envuelto la celebración del XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), un evento que tiene lugar cada cinco años y que constituye el momento elegido por la organización para renovar a sus líderes y debatir los planes para el desarrollo del país a medio plazo. En esta ocasión, sin embargo, la reunión tenía un interés especial, no solo porque Xi Jinping ha visto renovado y reforzado su mandato por tercer lustro consecutivo (algo inédito desde los tiempos de Mao), sino porque se ha marcado el camino hacia una nueva era en la que el país asiático se convierta en una superpotencia global y el ideario de “hacerse rico” de Deng Xiaoping sea sustituido por el de “ser fuerte y poderoso” de Xi Jinping.
La importancia de este conclave comunista era indiscutible, pero poco ha trascendido de la letra pequeña de las decisiones estratégicas adoptadas en él. La opacidad del régimen chino es legendaria y no hace concesiones, y menos cuando se trata de sus asuntos internos y sus planes a largo plazo. De la reunión, celebrada a puerta cerrada, solo se conoce que los 2.300 delegados participantes han renovado su confianza en el liderazgo de Xi y han elegido a los miembros de los tres principales órganos de la organización: el Comité Central, el Politburó y el Comité Permanente, la verdadera sala de máquinas del gigante asiático, donde se decide la política china.
 
Autosuficiencia tecnológica
Ahora bien, al ensalzar la figura y el pensamiento de Xi, se puede afirmar que el XX congreso del PCCh también  ha respaldado su filosofía económica, definida como Xinomics. 
Es una estrategia cuya meta es convertir el país en una potencia próspera y poderosa, autosuficiente tecnológicamente y capaz de liderar el mundo en 2049, cuando se cumpla el centenario de la fundación de la República Popular, según afirmaciones del propio dirigente.

Xi se marca como objetivo duplicar el PIB de aquí a 2035

 
En su intervención en la jornada inaugural, Xi precisó a los delegados asistentes que los cinco próximos años son críticos para que China encarrile sus pasos para convertirse en una superpotencia global a mediados de siglo y, para ello, ha fijado un calendario con dos etapas: en 2035 deberá haber concluido la modernización del país y la sociedad deberá gozar de un estado de bienestar de calidad, y para 2049, China deberá alzarse como líder del desarrollo global. Son logros que permitirían al gitante asiático recuperar el protagonismo internacional que tuvo como Imperio del Centro y a Xi pasar a la historia como el dirigente que consiguió este objetivo.
 
"Prosperidad común"
Xi, sin embargo, no solo apuesta por un estado de bienestar de calidad para los chinos, sino que considera que esta sociedad deberá haber alcanzado un alto grado de bienestar. Señaló que para 2035, el país deberá haber duplicado el PIB y la renta per cápita correspondientes a 2020. Estas metas supondrán que la economía china crezca hasta un volumen del orden de 30 billones de dólares y que la renta media de sus habitantes se sitúe en torno a los 25.000 dólares. Es un horizonte que, de alcanzarse, supondrá que la economía china y su influencia en el planeta superarán a las de EE UU, dada la envergadura del gigante asiático.

145 euros al mes. Cantidad de la que dispone el 40% de la población china para vivir

 
Para alcanzar este objetivo, Xi apuesta por una estrategia denominada de “prosperidad común”, que tiene por objetivo final reducir la enorme brecha social que existe en el país. Es un envite complejo si se tiene en cuenta que el 40% de los chinos viven con apenas 1.000 yuanes al mes (145 euros) y que el 1% de los más poderosos posee el 31% de la riqueza del país, según un informe de Credit Suisse sobre riqueza global del 2021. A esta realidad social  se suma una crisis económica agravada por los efectos de una durísima política anticovid que mantiene al país prácticamente paralizado desde hace varios meses.
      En este sentido, del cónclave comunista no han trascendido medidas concretas acerca de cómo reducir las enormes diferencias que hay entre ricos y pobres, así como entre las áreas urbanas y rurales. No obstante, Xi subrayó en la presentación de su informe que la economía debe estar subordinada a la política y que los beneficios económicos deben sacrificarse si conllevan riesgos políticos. Xi ha aplicado esta idea con su política de covid cero, que ha llevado a confinar a millones de personas, mantener fábricas cerradas y cadenas de suministro bloqueadas, hasta el punto de situar a la economía al borde del hundimiento. Dicha línea de acción dio a entender que proseguirá, reduciendo, así, la esperanza de miles de ciudadanos y de inversores de que Pekín abandonaría pronto una política que ha causado una frustración generalizada y un enorme daño económico.
 
Más clase media
El dirigente chino señaló que aspira a conseguir la “prosperidad común” para la mayoría de los chinos apostando por el talento, la innovación y a través de la aplicación de una iniciativa económica bautizada como “circulación dual”. Este proyecto tiene como fin promover la autosuficiencia industrial y tecnológica para reducir la vulnerabilidad del país ante un agravamiento de las tensiones con Estados Unidos y Occidente en general. Es un proyecto basado en el desarrollo del enorme mercado interno local, a partir de una creciente clase media ávida de consumir, y la apuesta por incentivar la tecnología propia, como principales motores para impulsar la economía del país. Es una tecnología nacional que, con el tiempo, debería sustituir a la importada del exterior y que luego el gigante asiático la exporte a otros países.

Desarrollar el mercado interno, clave de la estrategia económica

 
Es una doctrina de desarrollo, en definitiva, que supone sustituir las ideas de Deng Xiaoping de “hacerse rico”, de la década de 1980, por las de “ser fuerte y poderoso”, que preconiza ahora Xi Jinping. El ideario de Deng, que ha llevado a China a ser la segunda potencia mundial, se apoyaba en un modelo orientado a fomentar la empresa privada, las exportaciones y unas cadenas de suministro lideradas por EE UU. Xi, en cambio, apuesta por un crecimiento económico a través del mercado interno, la independencia tecnológica y el apoyo al sector público. 
Son palancas que considera que facilitarán a China erigirse como superpotencia global. Si logra su objetivo, Xi habrá convertido en realidad su sueño de “lograr el rejuvenecimiento de la nación china”, que reveló en el 2012, nada más ser proclamado líder del PCCh. Este anhelo no es otro que el país recupere el protagonismo imperial que tuvo en el pasado, lo que significa que se convierta en la superpotencia global a mediados de siglo. Su reto es conseguirlo y superar a Mao.
 

Deng Xiaoping

Líder supremo de la República Popular China entre 1978 y 1989, pilotó las reformas de tipo capitalista que propiciaron el boom económico chino de finales del siglo XX. Más de tres décadas después, Xi Jinping ha reemplazado el lema "hacerse rico" de Deng por el de "ser fuerte y poderoso". El cambio ilustra el objetivo de convertir a China en una superpotencia capaz de competir con EE UU por la supremacía mundial.