Menos carne, más verduras eco
Lo que comemos repercute no sólo en nuestra salud, sino también en el ecosistema. Según la FAO, el 30% de las emisiones que inciden sobre el calentamiento global están vinculadas a la forma en que se produce, distribuye y consume la comida.
Mónica di Donato,economista ecológica y responsable del área de sostenibilidad del CIP-Ecosocial (FUHEM), analiza en el trabajo Hacia una ecología de la alimentación. La comida no es sólo comida, los principales estudios científicos sobre “ecología de la alimentación”. La introducción en nuestras dietas “de alimentos cada vez más transformados, procesados, refinados, etc., arrastra huellas de deterioro (sobreexplotación de recursos no renovables, contaminación del suelo, del aire, del agua, etc.) que perjudican el equilibrio de los ecosistemas”.
Las predicciones internacionales prevén que las cargas medioambientales relacionadas con la alimentación aumenten. Por ello, se entiende el sector de la alimentación como un sector clave.
Entre otros, Di Donato nombra el trabajo de Carlsson-Kanyama y Faist, Jungbluth y colaboradores, que estudiaron los requerimientos energéticos e impactos del consumo de 5 tipos de carne y 15 tipos de vegetales de producción integrada u orgánica en una región de Suiza. Concluyeron que tienen mayor impacto los alimentos importados, los producidos en invernaderos y la carne.
Otro estudio científico es el de Zhu y Lerland, que analizaron el ciclo de vida (producción, procesado, distribución y consumo) y los impactos, en términos del uso de materiales y energía, y la emisión de gases de efecto invernadero de dos dietas, una basada en proteínas de origen animal (carne de cerdo) y otra en proteínas de origen vegetal. Concluyeron que la primera contribuye 61 veces más a la acidificación; 6,4 veces más al calentamiento global, 6 veces más a la eutrofización y necesita 3,3 veces más fertilizantes, 1,6 veces más pesticidas y 2,8 veces más territorio que la segunda.
Una dieta más vegetariana y ecológica es mejor para el medio ambiente y también para el cuerpo
Para la UE y para la OCU, ‘ecológico’, ‘biológico’ y ‘orgánico’ son lo mismo. Lo importante es el sello
La carne de vacuno es el alimento con mayor impacto medioambiental, junto con el queso, el pescado (de piscifactorías) y la leche. La autora nombra otro análisis holandés, en donde se calculó el impacto, en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, para el consumo de los 125 alimentos de la encuesta de presupuestos familiares. Concluye que cambiando los patrones de alimentación de los hogares holandeses mediante una reducción de la carne y un consumo mayor de vegetales producidos localmente, se podría reducir en alrededor del 6% la energía usada y los gases de efecto invernadero. Los resultados muestran que una dieta más vegetariana y más ecológica es mejor para el medio ambiente, si bien una dieta crecientemente vegetariana podría afectar negativamente al sector agrícola y de la alimentación, por el aumento de las importaciones.
La pirámide alimentaria (la última ha ido cambiando con el correr de los años) constituye una guía general de lo que se debería consumir diariamente para obtener los nutrientes que el cuerpo necesita, y también para cuidar mejor el entorno.
ECOLÓGICO, BIOLÓGICO, ORGÁNICO
Pululan por las góndolas de supermercados y herbolarios diversos sellos medioambientales. Los más fiables son los públicos, como el la de la UE (la hojita verde con las estrellitas) o el de Catalunya (CCPAE). Son sellos difíciles de conseguir. Todo el trámite puede resultar complicado y largo.
¿Cuál es la diferencia entre ecológico, biológico y orgánico? Para la UE son sinónimos. La Organización de Consumidores OCU sólo los diferencia en la procedencia idiomática: ecológico es castellano, biológico es francés y orgánico es inglés”.
Estos alimentos respetan más el ambiente, no usan pesticidas ni fertilizantes químicos, que puedan dañar la tierra ni el agua.
¿Son más caros? No necesariamente, sobre todo las verduras. Depende mucho de cómo se compre. La moda de la comida eco se ha frivolizado hasta el punto de que grandes marcas venden productos ecológicos más caros, incluso cuando podrían no serlo. O hay productos envasados que consiguen el sello ecológico de la UE, y luego se exportan, con toda la carga medioambiental del traslado.
Puede que la producción sea más cara, sobre todo en carnes y pescados (que no sean de piscifactoría). Pero la diferencia no es tanta, si se tiene en cuenta la cantidad de carnes recomendadas y las que se comen. Y en segundo lugar, es importante dónde se compra.
DÓNDE COMPRAR
Los productos de cercanía con menos procesados son los menos impactantes para el entorno. Un producto eco que venga de lejos o que esté muy procesado tiene un impacto mayor que uno eco producido localmente. Además, normalmente un producto ecológico local es más barato, porque no requiere el pago de transporte e intermediarios. Lo más ecológico es comprar en los mercados locales, de huertos o productores locales, y si es ecológico, mejor. Si se vive en la cercanía de pueblos, no suele ser tan difícil acceder a productores locales, al menos de frutas y verduras. Para quienes viven en las ciudades, una solución son las cooperativas de consumo, que se organizan en barrios o asociaciones. Ambos tipos de compra son distintos a los de un supermercado no sólo por la compra en sí, sino también por el trato directo de los productores.
QUÉ HACEMOS CON LOS RESTOS
Según la FAO, en el mundo tiramos el 30% de la comida, ya sea en nuestras casas o en restaurantes, e incluso en el enlace entre los productores y los mercados (comida no tan bonita) . Existen, cada vez más, plataformas de food sharing que están trabajando para no desperdiciar (véase Alternativas Económicas, n.º 33). En cuanto al reciclado de los residuos orgánicos, existen diversas tecnologías que permiten recuperar nutrientes y ser menos contaminantes.