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Más ‘ninis’ que antes de la crisis

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Septiembre 2016 / 39

En el paisaje social posterior a la batalla de la crisis y las reformas figura un aumento destacado de los jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Evolución del mercado laboral en España 2007-2015

Una de las preguntas-tipo que hace unos años se le planteaba a alguien (¿estudias o trabajas?)no sólo ha quedado desfasada por la evolución radical de usos y costumbres. En agosto, la oficina estadística europea certificó que España es el tercer país, por detrás sólo de Italia y Grecia, en el que durante la crisis (de hecho, entre 2006 y 2015) aumentaron más los llamados ninis. Concretamente, nueve puntos porcentuales, hasta el 22,2% de los jóvenes de veinte a veinticuatro años.

También la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en  su último informe sobre empleo, difundido en julio (Employment Outlook 2016), incidía en el tema; en este caso en las edades entre quince y veintinueve años. En 2015, el nivel acabó 3,4 puntos porcentuales sobre el nivel previo a la crisis, con el 12,9%. 

La media de la OCDE es del 14,6% (en 2015, y era del 13,5% en 2007). Sin embargo, España es, igual que certificaba Eurostat, junto con Italia y con Grecia, el país en el que, durante la crisis, han aumentado más los ninis. Más que parados, los ninis deben considerarse inactivos, al no buscar empleo de forma activa.“Los jóvenes que ni trabajan ni se forman corren el riesgo de quedar atrás de forma permanente en el mercado laboral”, afirma la OCDE en su informe. Es un riesgo elevado para los jóvenes que no han terminado la secundaria. En España, más de la mitad de los ninis son de baja cualificación. 

Otro aspecto que tener en cuenta que empuja a una posible situación de pobreza y exclusión  de los ninis radica en el hecho de que buena parte de quienes se encuentran en esta situación (un tercio) viven en hogares en los que no hay adultos que dispongan de ningún empleo. 

La percepción sobre las posibilidades de futuro en el mercado laboral y la insuficiente motivación en la posibilidad de obtener un trabajo se están convirtiendo ya en condicionantes clave.

Uno de los datos llamativos de la salida macroeconómica de la crisis es la caída de la tasa de actividad en España en los últimos años. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2016, esta tasa, que para medir la situación de empleo de un país tiene en cuenta a la población activa (suma de los ocupados y los parados) en lugar de sólo a la población ocupada (en ese caso obtendríamos la tasa de ocupación), es del 59,41%. Está en los mismos niveles que el cuarto trimestre de 2007, cuando el paro en España era del 8% y había 20,7millones de personas con un empleo en el país. La población activa mengua por el envejecimiento y la emigración, a lo que se puede añadir el desánimo que puede llevar a jóvenes o parados de larga duración a dejar de buscar empleo. 

La OCDE también se refiere al riesgo de cronificación del problema, pues más de la mitad de los parados en 2015 llevan más de un año sin trabajar, frente a la media del 34% de los países de la organización, que sugiere más políticas activas de empleo.

El crecimiento económico ha tirado del empleo 3 puntos porcentuales desde el tercer trimestre de 2013 hasta alcanzar una tasa de empleo del 51,3%, lejos aún del nivel previo a la crisis y de la media de la OCDE, del 60,2%. En este sentido, Funcas constata en su último Cuadernos de Información Económica que la economía española ha empezado a ser capaz de crear empleo neto a partir de crecimientos bajos del PIB del 1% (y ya no del 2%) por la reforma de 2012 y la moderación salarial. Pero “no es el caso ante incrementos más elevados del PIB, para los que el ritmo de creación de empleo es similar al de anteriores recuperaciones”.